El ghanés llegó a la Secretaría General del ente mundial con el apoyo de Washington, ya que podía servir a los intereses políticos del imperialismo norteamericano
“Mi principal preocupación ha sido hacer de las Naciones Unidas una organización al servicio de las personas y que traten a todos como personas, es decir, como seres humanos individuales y no como abstracciones o meros componentes de un Estado”, afirmó Kofi Annan en diciembre de 2006, a pocos días de culminar su segundo periodo como Secretario General de la ONU.
Sin embargo, durante los 10 años (1º de enero 1997 al 31 de diciembre de 2006) que el economista ghanés ocupó este cargo, fue cómplice de los peores crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por los gobiernos de los presidentes estadounidenses Bill Clinton (1993–2001) y George W. Bush (2001–2009).
Annan llegó a la Secretaría General de la ONU con el apoyo de Washington, simplemente porque podía servir a los intereses políticos del imperialismo norteamericano.
Como nació en Ghana, también contaba con el apoyo del Movimiento de Países No Alineados (Mnoal) y vendió la idea que podía mostrar una imagen de pluralidad dentro de la ONU. Por ello, fue presentado como «el representante de África».
Para aquel entonces, Estados Unidos consideraba a Ghana como un importante objetivo de negocios, especialmente por sus intereses en materia de minería de oro, industria maderera y explotación petrolera.
Cómo llegó Annan a la Secretaría General
A finales de 1996, Estados Unidos se opuso a la reelección del egipcio Butros Butros-Ghali, quien había asumido el cargo en 1992 con la intención de independizar al organismo mundial de la hegemonía norteamericana.
Boutros-Ghali pensaba que era el momento ideal para que la ONU tuviera un mayor protagonismo, ya que la Guerra Fría entre EE. UU. y la Unión Soviética había terminado recientemente.
Durante su gestión se produjo el genocidio de Ruanda, en 1994, y el egipcio responsabilizó a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Bélgica, por haber impuesto condiciones inverosímiles para aprobar una intervención militar, tras una crisis inducida por esas mismas naciones.
Su posición le ganó un enfrentamiento con la administración Clinton, que decidió bloquear y frustrar su segundo mandato, aupando a la secretaría general al ghanés Kofi Annan.
Candidato de Washington a la ONU
Durante su juventud, Koffi Annan se graduó de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Kumasi, en su Ghana natal, y posteriormente fue reclutado por la Fundación Ford, instrumento no oficial de la política exterior estadounidense, por lo que cursó estudios de Economía en el Macalester College de Minnesota y de Relaciones Internacionales en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, en Suiza.
En 1962, sus mentores estadounidenses le abrieron las puertas de la Organización Mundial de la Salud, agencia dependiente de la ONU, y entre 1974 y 1976 trabajó como Director de Turismo en su país.
En 1976 regresó a la ONU e hizo carrera como director de personal de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, por su sigla en inglés).
Posteriormente, el secretario general de la ONU Javier Pérez de Cuellar (1982-1991) lo nombró asistente a cargo de los recursos humanitarios y responsable de la seguridad del personal (de 1987 a 1990). Luego, ejerció como responsable del presupuesto de la ONU (de 1990 a 1992) y después, bajo el mandato de Butros Butros-Ghali, fue coordinador de las operaciones de paz (de 1993 a 1996), con un breve paréntesis como enviado especial para Yugoslavia en 1995.
En ese último periodo, a Kofi Annan se le señaló como el principal responsable de la inacción de la ONU durante el genocidio de Ruanda, cuyo balance se calcula en aproximadamente 800.000 muertos.
“En aquel momento creí que estaba haciendo lo mejor, pero me di cuenta después del genocidio de que pude y debí haber hecho más para hacer sonar las alarmas», admitió una vez Annan.
No obstante, este fracaso en vez de obstaculizar su nominación fue utilizado para que resultará electo Secretario General en 1996, con la promesa de «reformar» el sistema de las Naciones Unidas.
Al frente de la ONU
Annan asumió el cargo de Secretario General el 1º de enero de 1997 y se propuso llevar a cabo una reestructuración en el seno de la ONU.
Reorganizó el funcionamiento administrativo en cuatro objetivos primordiales: paz y seguridad; asuntos económicos y sociales; desarrollo, y asuntos humanitarios También creó la iniciativa Global Compact o Pacto Mundial, para que empresas de todo el mundo promovieran y se comprometieran con principios sociales y ambientales, algo que finalmente nunca ocurrió.
Pese a estos ideales “sus mandatos reflejan la realidad del periodo histórico: un mundo unipolar condenado a la globalización de la hegemonía estadounidense en detrimento de los Estados-Naciones y de los pueblos que estos representan”, tal y como señaló el activista político y periodista francés, Thierry Meyssan, en su artículo “Kofi Annan, piel negra, máscaras blancas”.
¿Nobel de la paz o de la guerra?
Como secretario general, Annan fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 2001, «por su trabajo por un mundo mejor, organizado y más pacífico», a pesar de que entre finales de la década de 1990 y principios del 2000 se produjeron varios conflictos bélicos bajo la complicidad de su gestión.
Annan apoyó las sanciones económicas a Irak aplicadas por el Gobierno de Clinton, las cuales causaron alrededor de un millón y medio de muertes en la nación asiática.
Igualmente, guardó silencio frente a los bombardeos de la OTAN en la entonces República de Yugoslavia, que se ejecutaron sin la aprobación de la ONU.
Clinton justificó este ataque como «una intervención humanitaria» para impedir «la represión brutal» de las fuerzas yugoslavas contra la mayoría albanesa en la provincia serbia de Kosovo.
Los bombardeos tuvieron lugar desde el 24 de marzo hasta el 11 de junio de 1999. Durante esos 78 días, la OTAN lanzó un total de 2.300 misiles contra 990 objetivos y 14.000 bombas sobre territorio yugoslavo. Solo en la capital, Belgrado, cayeron 212 bombas.
También fueron lanzadas «entre 10 y 15 toneladas de uranio empobrecido» que provocaron un desastre ambiental y la multiplicación por cinco de los casos de enfermedades oncológicas.
Esos dos meses y medio de ataques aéreos incesantes, se asesinaron a más de 2.000 civiles, entre ellos 88 niños, y resultaron heridos 6.000 personas, reseñó Actualidad RT.
Ante estos hechos, la reputación de la ONU quedó gravemente afectada como resultado de aquellas acciones y pasó a ser vista por muchos como un organismo del que se podía prescindir.
Sin embargo, al mando de Kofi Annan la organización continúo actuando como cómplice de Washington y apoyó la guerra y ocupación ilegal de Afganistán, que comenzó en octubre de 2001 con la operación invasiva de tropas de Estados Unidos y Reino Unido. El objetivo declarado era capturar a Osama Bin Laden y a otros dirigentes de Al Qaeda, para llevarlos a juicio por los atentados del 11 de septiembre.
Este conflicto se ha extendido por casi 18 años y ha dejado un saldo de más de 150 mil muertos.
En su gestión tampoco luchó por mejorar las condiciones de vida en África, en especial de los ciudadanos negros de Sudáfrica luego del apartheid; ni alzó su voz contra el recrudecimiento del bloqueo ilegal de Estados Unidos a Cuba con la aplicación de la Ley Helms-Burton.
Bombardeos de Israel sobre Gaza y Líbano
El sociólogo estadounidense James Petras, conocido por sus estudios sobre el imperialismo, lucha de clases y conflictos bélicos, recuerda que «después de la destrucción israelí de Yenín (Palestina), donde miles perdieron su hogar y cientos de civiles fueron asesinados o heridos, Annan envió una comisión para «investigar» el alcance de la catástrofe humana».
«Basándose en fuentes israelíes, ignorando a las agencias médicas y humanitarias palestinas, la comisión de Annan declaró que no hubo masacre. Medios israelíes y estadounidenses difundieron la propaganda de la «no masacre» en un intento por desacreditar a los palestinos y a los críticos de la violencia israelí, mientras Annan permanecía hipócritamente en segundo plano”. expone Petras.
Crímenes de los Cascos Azules
En los años en que Koffin Anan estuvo al frente de la ONU, los Cascos Azules ocuparon Haití, Bosnia, Kosovo, la República Democrática del Congo, Etiopia, Eritrea, Libia, Costa de Marfil y Sudán.
El mal llamado ‘ejército de la paz’, no sólo no asistió impasible o consintió matanzas de civiles desarmados, sino que también fue responsable de cometer delitos sexuales.
En mayo de 2005, Annan se vio forzado a reconocer las denuncias de abuso y explotación sexual cometidos por miembros de la organización, las cuales habían aumentado a más del doble en 2004.
«Se han perpetrado crímenes como violaciones, pedofilia y tráfico de seres humanos”, expresó en esa oportunidad.
Según un informe de la ONU, en 2004 se registraron un total de 121 denuncias de explotación y abusos sexuales, en 105 de las cuales estaban imputados cascos azules.
Casi la mitad de las denuncias contra soldados estaban vinculadas con relaciones sexuales con menores de edad y otro 15 % con violaciones y agresiones sexuales.
Antes de culminar su gestión en 2006, Annan pidió que en las misiones de paz se implementara una política de «tolerancia cero» frente a abusos sexuales, que no ha contribuido a frenar los crímenes de los Cascos Azules.
Doble rasero con Irak
Después de contribuir a formar un consenso internacional para que se ejecutaran los bombardeos preventivos sobre Irak, aprobar la profundización del embargo comercial y las acciones para derrocar a Saddam Hussein; en un inesperado «ataque de rebeldía» Annan decidió contradecir al Gobierno de George W. Bush y calificar a la guerra de Irak como un acto” ilegal” que infringió la Carta de la ONU.
En una entrevista concedida a la BBC, Annan dijo en 2004 que la decisión de «actuar en Irak» debió corresponder al Consejo de Seguridad de la ONU y no tomarse de manera unilateral por parte de Estados Unidos.
«Yo indiqué que no era conforme con la Carta de la ONU desde nuestro punto de vista, desde el punto de vista de la carta fue ilegal», afirmó al sellar su sentencia contra la administración de Bush, quien no dudó en devolverle el golpe.
Washington respondió a las declaraciones de Annan sobre la “ilegalidad” de la guerra de Irak con una gran operación de espionaje contra el entonces Secretario General de la ONU, sus colaboradores, e incluso su familia.
Su hijo, Kojo Annan, fue acusado de haber desviado fondos del programa «Petróleo por alimentos», con la complicidad de su padre, y el escándalo se convirtió en una tormenta mediática liderada por diarios y canales de televisión estadounidenses como The New York Times, National Review, Wall Street Journal, New York Sun y Fox News, entre otros.
Al final la investigación no encontró pruebas para incriminar a Kofi Annan, pero durante los dos últimos años de su mandato las potencias paralizaron al ghanés y lo obligaron a bajar la cabeza.
Petróleo por alimentos
Durante los dos mandatos de Annan se implementó el programa «Petróleo por alimentos», que había sido creado en 1991 por el Consejo de Seguridad, pero que se hizo efectivo entre 1996 y 2003.
Al principio se trataba de garantizar que los ingresos que percibía Irak provenientes del petróleo se utilizaran única y exclusivamente para satisfacer las necesidades de los iraquíes y no en el financiamiento de nuevas aventuras militares. Sin embargo, bajo la supervisión personal de Annan, el programa se convirtió en un instrumento de Estados Unidos y del Reino Unido para desangrar a Irak, mientras ambas potencias ocupaban la «zona de exclusión aérea» hasta el momento en que estalló la guerra en marzo de 2003.
“Varios altos funcionarios internacionales que estuvieron a cargo de aquel programa lo calificaron de «crimen de guerra» e incluso dimitieron después de negarse a aplicarlo. Dos de ellos, el secretario general adjunto, Hans von Sponeck, y el coordinador especial, Denis Halliday, estimaron que aquel programa fue un genocidio que costó la vida a un millón y medio de iraquíes, entre ellos medio millón de niños”, relató Thierry Meyssan.
El sociólogo estadounidense James Petras en su artículo «Se busca un secretario de Naciones Unidas íntegro» describió cómo la gestión de Annan contribuyó a deslegitimar a la ONU como una institución al servicio del imperialismo norteamericano.
«La historia reciente nos enseña una lección: la bancarrota de la ONU como institución de paz y el declive moral de la oficina del secretario general bajo Kofi Annan. Una y otra vez, hemos constatado cómo la ONU permanece pasiva y colabora ante escenarios de guerras de agresión, limpieza étnica y genocidio económico (…) Fiel a su vocación, Kofi se ganó el título de «El Mensajero» en círculos de la ONU, por su capacidad para transmitir las órdenes de Washington a la comunidad mundial«, afirmó.
Luego de completar su gestión frente a la Secretaría General, se desempeñó como enviado especial de la ONU para Siria, encabezando los esfuerzos para encontrar una solución pacífica al conflicto, pero una vez más fracasó.
En los últimos años de su vida, Annan ocupó la dirección de la fundación que lleva su nombre, con sede en Ginebra (Suiza). Irónicamente, luego de su muerte, el 18 de agosto de 2018, es recordado como un “defensor global de la paz y de toda la humanidad».