Es incomprensible que Andrés Pascal A. lance hoy la idea de una llamada Nueva Mayoría Popular que en las circunstancias actuales no puede ser otra cosa que una movida más para crear un ente comparsa del proyecto de su “sobrino” y otra maniobra cupular de signo progresista-liberal.
Es incomprensible que quien haya sido un dirigente del MIR que luchó con las armas en la mano con el fin de derrocar la dictadura, planteó en su reemplazo una democracia ciudadana ampliada y, supuestamente, sostuvo la vigencia del socialismo como alternativa al capitalismo, haya sido permeable a estrechos intereses clánicos y de poder al punto de incorporarse al comando de la candidatura progresista-liberal de Marco Enríquez-O. que, a todas luces, y pese al relato fundador, fue designada a dedo por un grupo de amigos y parientes.
Huele mal que el ex dirigente del fenecido y autodisuelto MIR proponga, precisamente ahora, un nuevo movimiento “transversal” después que se le agotó el apoyo electoral ciudadano a su candidato.
Recapitulemos. Esto ocurre tras el fracaso del intento del diputado de la retórica díscola por convertirse en el candidato de toda la Concertación, de negarse a participar en primarias para elegir al candidato de toda la izquierda y luego de tomar marcadas distancias por razones ideológicas y electoreras de las reivindicaciones y luchas populares y proletarias con el fin de capturar una masa crítica de derecha. Lo hizo con un discurso que en tiempos de crisis sistémica del capitalismo legitima en lo fundamental los mecanismos del mercado, la explotación del trabajo asalariado, la flexibilización, la discriminación de género, la destrucción medioambiental y la desigualdad social y económica.
Y luego de ser reconocido en el cenáculo del poder económico y mediático como un candidato potable ya que no cuestiona el marco económico que favorece al puñado de grandes grupos empresariales y a las multinacionales que depredan el país.
Recordemos que para hacerlo el diputado se rodeó de émulos y clones del tecnócrata concertacionista Andrés Velasco, como los Paul Fontaine, Fernando Danús y Sebastián Edwards. Auténticos compañeros de ruta y apologistas del capitalismo anglosajón. Bien sabemos que el carácter voraz, depredador, parasitario y bélico de éste lo han puesto en el banquillo de los acusados como responsable directo de la desregulación capitalista financiera neoliberal, la destrucción de la naturaleza y de los ecosistemas debido a la lógica de la acumulación sin límites del capital, las guerras imperiales y las ofensivas de las derechas conservadoras en Honduras, Colombia y en toda Latinoamérica.
¿No quiso o fue la intención del Sr. Enríquez-O. (según La Tercera que le orquestaba la campaña) ir a reunirse en Washington con senadores republicanos para levantar imagen de joven político pragmático y conciliador, más allá de las izquierdas, es decir, cercano y amigo de las derechas, al estilo UDI y Joaquín Lavín?
Y siguiendo las reglas de las modas y prácticas mediáticas literarias del story telling a la yankee, el candidato de Andrés Pascal se dejó autobiografiar políticamente por el cientista político Patricio Navia quien se ha pronunciado contra el llamado a Asamblea Constituyente y, por lo tanto, aprueba la Constitución pinochetista para dar “gobernabilidad” al país.
¿No fueron acaso los mismos lugartenientes del candidato, como el Sr. Osvaldo Torres y el empresario Max Marambio, quienes se encargaron de construirle al diputado una imagen atrayente para las derechas? El primero al machacar constantemente en la prensa condescendiente de que “la de Marco no es una candidatura de izquierda” y el segundo en un arranque de verdad, al afirmar, de que no hay diferencias marcadas entre el programa de Enríquez-O. y el de los Océanos Azules del concertacionismo freísta. Lo cual, dicho sea de paso, también fascina a algunos economistas neokeynesianos afines al Partido Comunista, atraídos por la experiencia del Olivo italiano, tan heterogéneo y ambiguo como un hipotético Copihue chilensis.
Entonces.
¿Votaría la izquierda por un candidato y adheriría a un confuso movimiento de centro izquierda, si desde el comienzo y contra la corriente de gobiernos populares como el de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia (1), el comando estratégico de Enríquez-O propuso privatizar parte de los recursos naturales como el cobre chileno con el objetivo propagandístico de complacer al establishment y a la tecnocracia neoliberal concertacionista y aliancista?
¿Y dónde estaba la voz de Andrés Pascal A. en aquel momento? ¿Qué significó su silencio?
¿Consistirá en eso la genialidad de Enríquez-O? Afirmar algo hoy, y su contrario el día de mañana, según el movimiento de las encuestas de opinión, de los tira y afloja entre los “hombres fuertes” de su comando, a la vez que pautea el silencio de sus consejeros de “izquierda”.
¿Y puede conformarse un movimiento político con la ambigua categoría sociológica de la transversalidad?
Andrés Pascal no debe ignorar que el cambio cultural más importante en las mentalidades de izquierda, después de los fracasos, derrumbes y auge de nuevos relatos progresistas-liberales “renovados” (aquellos que son incapaces de sacar las conclusiones de la dialéctica entre el individuo y su ser social y que por eso se obnubilan con el liberalismo y su fantasmagórica libertad funcional al mercado) es la actitud crítica y reflexiva de los militantes. Éstos ya no obedecen ciegamente a las órdenes ni a los giros autoritarios y burocráticos de las direcciones y de quienes se arrogan, sin la legitimidad de las bases, el papel de conductores. Lo que puede verse en el ambiente de crítica y análisis en las páginas Web de los medios alternativos.
Hoy se requiere lucidez y espíritu democrático. Ahí fallaron las experiencias de la izquierda del pasado. Negar la importancia del debate democrático en las cuestiones programáticas y en la definición de los objetivos estratégicos condena toda experiencia política colectiva al fracaso rotundo. Contrariamente a lo que afirma A. Pascal en su entrevista en Qué Pasa, las categorías de análisis para entender el presente están ahí, al alcance de la mano y del debate racional y necesario. Ellas son la síntesis de las luchas pasadas y presentes y también el fruto de nuevos conocimientos que configuran una nueva teoría o filosofía de la acción y de la emancipación humana que permite enfrentar los desafíos de los tiempos presentes (1).
Lo que se llama educación política (ciudadana y militante); la politización como antídoto o autodefensa intelectual contra la alienación (mediática e ideológica) que permite a los individuos distinguir entre los diversos discursos y presupuestos ideológicos se logra con debates abiertos, en congresos o instancias fundacionales democráticas; donde prevalecen, más que el carisma del supuesto líder, las tesis argumentadas y razonables. Es allí donde los sujetos activos y autónomos provistos de una subjetividad libre, que va unida a la pasión por transformar el mundo, adhieren junto con los otros (sus alter ego), conscientemente (de su necesidad), a la práctica de la acción colectiva.
Fue una lástima que en el MIR esta propedéutica práctica de la emancipación fuera bloqueada por sus direcciones (no así en sus inicios). Sin embargo, ella se dio en aquellas instancias de doble poder, en los Cordones industriales, Comandos Comunales y Asambleas del Pueblo (del 71 a septiembre 73). Estas fueron experiencias democráticas extraordinarias en las que participó una corriente de sus militantes y cuadros obreros (hoy ignorados por la historia) (2). Lo que implica que dentro del MIR, durante un tiempo, coexistieron al menos dos visiones: la burocrática-militarista (de ahí salieron los “héroes fatigados”) y la de masas o democrática-proletaria. Ésta última pervive en las conciencias de los cientos de militantes insertos en las luchas democráticas y proletarias.
Hoy, muchos de aquellos militantes y los otros de los 80 y los 90 participan, debido al carácter democrático y antineoliberal de su programa, en la candidatura de Jorge Arrate. Sin ignorar las tensiones al interior de los partidos debido a la postura conciliadora de la dirección del PC (3). En el fragor de esta campaña, nuevas experiencias de reunificación se producen. Ellas, como la de la fundación de PAIZ, contribuirán al desarrollo de la izquierda. Y otras, como las del MPT, quien plantea anular el voto, busca articularse con las luchas sociopolíticas concretas para apoyarlas e impulsarlas en el escenario político. Esas y otras experiencias de grupos y movimientos conforman la izquierda real.
Lo más probable es que la izquierda democrática y socialista se reconstituirá en la convergencia de esas luchas y vinculada a ellas. Un movimiento político por el socialismo no será nunca el resultado de la tentativa fugaz de una cúpula sin programa cuyas argucias por levantar un líder ajeno al movimiento popular recuerdan prácticas que la sitúan en las antípodas de la izquierda histórica que hoy necesitamos para así no tener que debatir en 2013 acerca del voto útil y del mal menor.
Para levantar la próxima vez una candidatura de ruptura democrática con el sistema de dominación salida de las luchas sociopolíticas y que las proyecte al mismo tiempo al escenario electoral.
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(1) Hugo Chávez, cuando organizó su movimiento y su proyecto con el apoyo de la sociedad civil y contra las organizaciones políticas corruptas lo hizo desde la cárcel. Correa y Morales se legitimaron en las luchas sociales e indígenas … ¿Y Enríquez-O ….? Qui est-ce …?
(2) La transversalidad es un pretexto para borrar de los análisis sociales y políticos los conflictos de y entre clases. Una manera light de no sacar las conclusiones prácticas para una política y estrategia de transformación y ruptura con el capitalismo. La pobreza del seudo concepto sociológico de transversalidad de A. Pascal contrasta con la riqueza de los análisis de marxistas europeos, latinoamericanos y norteamericanos que reflexionan acerca de los nuevos desafíos para la humanidad. Para pensar los nuevos desafíos como la destrucción del planeta por las fuerzas del “progreso” material y tecnológico desarrolladas en la camisa de fuerza de la lógica del Capital utilizan categorías del Ecosocialismo. Se trata de una corriente que se apropia de las conquistas fundamentales del marxismo desembarazándolo de las escorias del productivismo. Ver entre otros: James O’Connor, Natural Causes. Essays in Ecological Marxism, N.Y. The Guilford Press, 1998, y Michael Löwy, Qué es el Ecosocialismo, por una renovación del pensamiento marxista en el umbral del siglo XXI, 2005
(3) Pese al corto período en el que se desarrollaron, estas ricas experiencias ellas se inscriben en una larga y rica tradición de ejercicio de la democracia directa, de control obrero y de autogestión que comienza con la Comuna de París. De ahí la caracterización de este período de la Atenas Proletaria de Patricio Guzmán. Ver la Batalla de Chile y leer :
http://www.elciudadano.cl/2009/06/25/patricio-guzman-documentalista-“en-chile-tuvimos-una-atenas-proletaria”/
(4) Muchos militantes del PC son críticos de la Concertación. No así su dirección. Estas tensiones atraviesan también los apoyos políticos a Jorge Arrate. Leer entre líneas a Olimpia Riveros, dirigente sindical de gran valía del Magisterio en :
http://www.generacion80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=6551