«Los que se unen al Estado Islámico lo hacen atraídos por el sexo y la violencia»

Los jóvenes que están uniéndose en masa a las filas del grupo yihadista Estado Islámico lo hacen en gran medida empujados por los instintos más básicos del ser humano: el sexo y la violencia, opina un profesor de psicología.

«Los que se unen al Estado Islámico lo hacen atraídos por el sexo y la violencia»

Autor: Ángela Barraza

Estado Islámico

Los ideólogos extremistas del Estado Islámico manipulan con eficacia a los potenciales islamistas aprovechándose de su búsqueda de lo que los psicólogos llaman «el significado personal» y ofrecen soluciones rápidas y seguras a aquellos que han perdido el curso de su vida después de algún trauma psicológico o fracaso personal. Lo logran mediante la explotación de los instintos básicos de los humanos para la agresión y el sexo, opina Arie W. Kruglanski, profesor de psicología de la Universidad de Maryland (EE.UU.) e investigador principal del Centro Nacional para el Estudio del Terrorismo y la Respuesta al Terrorismo de EE.UU. (START), en su artículo publicado en Reuters.

«El sexo es la manera más primitiva que tiene una persona para reafirmarse; es un medio para perpetuar el nombre y los genes de un individuo en el futuro. El Estado Islámico utiliza estratégicamente el sexo como recompensa por las agresiones», escribe el psicólogo.

El grupo militante ha establecido centros de matrimonio en los que las mujeres se inscriben para casarse con combatientes del EI. Las mujeres y niñas iraquíes capturadas están condenadas a la esclavitud sexual en burdeles administrados por las yihadistas; asimismo, la violación de infieles se considera legítima, mientras que las ‘fatwas’ (sentencias religiosas) que proclaman una ‘yihad sexual’ alientan la brutalidad contra las mujeres.

«Por último, el martirio se asocia con la felicidad sexual en el paraíso», añade el profesor.

Victimizar a los musulmanes para reclutar yihadistas

Además, desde hace tiempo los líderes islamistas recurren a la opresión que supuestamente sufren los musulmanes en todo el mundo. Así, ya en 1997 en una entrevista en CNN Osama bin Laden declaró de manera fulminante: «La mención de EE.UU. nos recuerda ante todo a todos los niños inocentes que fueron descuartizados, sus cabezas y brazos cortados».

Victimizando a los musulmanes de todo el mundo se consigue con éxito reclutar a jóvenes yihadistas, algunos de los cuales proceden de familias pudientes que no han sufrido ni la pobreza ni la opresión.

Un ejemplo de esos jóvenes es Nasser Muthana, un británico de 20 años miembro del Estado Islámico que tenía la oportunidad de escoger entre cuatro universidades que lo aceptaron para cursar los estudios de medicina. Otro radical islámico, Muhammad Hamidur Rahman, quien murió en agosto combatiendo en Siria, tenía un buen trabajo en el Reino Unido y su padre era propietario de un restaurante.

Ambos jóvenes parecían tener el futuro asegurado, y sin embargo los concomía el dolor y la humillación que, según los ideólogos extremistas, sufre la comunidad musulmana. Estos jóvenes, como muchos otros, se convirtieron en víctimas del «magnético atractivo del extremismo del Estado Islámico», cuya estrategia de reclutamiento se perfecciona diariamente en las redes sociales a nivel mundial.


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