Marco Àlvarez Vergara es cofundador y militante del Movimiento “Libres del Sur”
-En primer lugar, Marco, nos gustaría que pudieras presentar la situación actual de las luchas sociales en Chile. América Latina ha sido atravesada por múltiples movimientos sociales en la última década, y durante el último año, Chile ha sido uno de los países que ha conocido grandes movilizaciones sociales, en particular estudiantiles. ¿Cuál es, según tu evaluación, el estado y la dinámica actual del movimiento social chileno?
-Para entender el proceso político social chileno, tenemos que dar una pequeña mirada a lo que ha ocurrido en América Latina en los últimos 15 años. El triunfo de Hugo Chávez en la elecciones presidenciales de 1998 en Venezuela abre una nueva etapa histórica en el contexto latinoamericano que se caracteriza por dos cosas. Una es el avance de la izquierda progresista amplia en todo el continente, que lleva a diferentes presidentes a asumir las primeras magistraturas, lo cual genera desde el punto de vista del mapa regional una mayoría prácticamente absoluta, que hace cambiar la correlación de fuerzas desde lo político institucional. Por otro lado, hay que subrayar la aparición de nuevos movimientos sociales, que han asumido un protagonismo importante en el escenario actual a través de su radicalización y avance sostenido.
Estas dos características son las que han primado en América Latina. Si tuviéramos que realizar un análisis comparativo con lo que ocurre en Chile, hace un año atrás hablábamos de un gran desajuste en torno a lo que estaba sucediendo con el resto de los países del continente, pero esto se rompe por lo menos desde lo que es el movimiento social, con la aparición de forma intempestiva del movimiento estudiantil chileno en abril del año 2011. Porque hasta el momento, lo que tiene que ver con la ruta electoral de la Izquierda no neoliberal aún se limita a una participación meramente testimonial. Es importante recalcar que las y los estudiantes no son los únicos que luchan, ya que existen distintos movimientos como el ecologista y los deudores habitacionales, que lamentablemente no tienen la misma visibilidad. Pero, deteniéndome en el movimiento estudiantil del 2011, este tiene diferentes factores que hacen gatillar su aparición en escena con la intensidad y fuerza ya conocida, entendiendo que este movimiento particular ha existido en el seno de las luchas populares durante décadas.
Primero, a mi gusto, tiene que ver con un factor de corte político-estructural, que se genera a través de la imposición del neoliberalismo en Chile a sangre y fuego por la dictadura militar de Pinochet a fines de los años 70 y la posterior legitimidad que le da la Concertación de Partidos por la Democracia, durante más de 20 años en el gobierno, a través de la democracia pactada, y no solo eso, sino también llevando adelante un proceso de profundización de este sistema económico, político, social y cultural. Entonces, lo que ocurre en Chile es un problema endémico que gira entorno a la vida del neoliberalismo, expresado por una critica radical por parte del estudiantado y gran parte de la sociedad en contra de la educación de mercado y su lucro gigantesco, que tiene carácter de usura. Este factor de corte político estructural, solo puede ser superado con una transformación radical del modelo imperante.
El segundo factor que tiene que ver con el desarrollo y explosión del movimiento estudiantil chileno es de carácter político-coyuntural. En el año 2009, existieron elecciones en el país, en donde asume la presidencia Sebastián Piñera, el que tiene las dos peores características del sistemas capitalista, representados en una misma moneda. Por un lado, la cara del poder económico y, por otro, la cara de de la clase política tradicional, lo cual genera mejores condiciones para poder tener mayores niveles de critica y de movilización en el país. En el primer año de su gobierno, no existieron estas movilizaciones producto del terremoto y la tragedia de los 33 mineros atrapados por malas condiciones laborales, lo que generó un sentimiento de unidad nacional y un animo de “no enfrentamiento”.
El tercer factor es de carácter etario. La mayoría de los estudiantes chilenos tienen entre 14 y 25 años, muy pocos nacieron en dictadura militar y si nacieron no lo recuerdan, la mayoría nace en los periodos de gobiernos de la Concertación. Lo que hizo la dictadura militar no solo fue exterminar a las organizaciones revolucionarias y truncar un proceso histórico, sino generar un proceso subjetivo de miedo para que la gente nunca más se vuelva a organizar; estos jóvenes no tienen ese miedo, no son parte de esa generación, lo que significa que asumen con mayor rebeldía y sin miedo, la política. Son una nueva generación para el Chile que se requiere.
El cuarto factor es de corte internacional, tiene que ver con que la “indignación” que se ha hecho costumbre en cada rincón del mundo, esto no es mera coincidencia, lo que sucede con la “primavera Árabe”, los indignados en España, los Ocuppy Wall Street, los movimientos estudiantiles en Puerto Rico y en Colombia, etc. Esto tiene que ver con una crisis general del sistema capitalista a nivel mundial, y a la vez su antípoda, que es la movilización constante por parte de los oprimidos en cada rincón del mundo.
El movimiento estudiantil en Chile es de larga data: si solo analizamos el movimiento estudiantil secundario en sus últimos 10 años, nos encontramos con dos ejemplos de movilización importante. El año 2001, las y los estudiantes se movilizaron por la rebaja del pasaje escolar y se le denominó a este movimiento como “el mochilazo”, aunque de corte gremialista pero con una movilización más o menos radicalizada y, el año 2006, con la ‘revolución pingüina’ que fue un movimiento de corte político, pero cercenado por sus dirigentes y cooptado por la Concertación a través de una mesa asesora presidencial impulsada por la ex presidenta Michelle Bachelet.
Estos diferentes factores, que para mí son los más importantes, unidos, gatillan la aparición del movimiento estudiantil chileno y entregan a las luchas de futuro una nueva generación de luchadoras y luchadores sociales, que ya están comprometidos con un Chile distinto.
-Este movimiento social por la educación es excepcional, se mantiene desde hace meses, tiene un enfoque claramente radical y político, cuestionando el modelo heredado de la dictadura y el sistema neoliberal y supo retomar sus movilizaciones hace poco, después de las vacaciones del verano austral. Todo eso con un repertorio de acción muy rico y variado: asambleas, ocupaciones de colegios y universidades, grandes marchas, actividades populares y festivas, etc… ¿Qué análisis haces de la coyuntura actual y de estas luchas de los jóvenes, de sus reivindicaciones, dificultades y logros, como de sus perspectivas?
-Si tuviéramos que caracterizar el movimiento estudiantil chileno, tendríamos que partir por su primera característica que es la temporalidad. Parte en abril del año 2011 y hasta el día de hoy se mantiene en pie, independientemente de los procesos inevitables de flujo y reflujo que nos otorga la lucha. A principios del año 2012, hubo una baja en la intensidad en las movilizaciones, se le dio por muerto, pero hace un par de días volvió una oleada de tomas y las manifestaciones convocan decenas de miles de estudiantes en todo el país. La temporalidad es una característica muy importante, que se sustenta en la experiencia de luchas pasadas. Ningún tipo de promesas serán aceptadas. El movimiento estudiantil sabe que la única manera de cambiar el modelo educacional en Chile es manteniendo las movilizaciones de forma sostenida y no sumergir las fuerzas en las promesas futuras de la clase política. Existe una crisis de legitimidad en el modelo chileno, que se expresa en una crítica radical a sus partidos políticos y representantes. Lo que hace que las y los estudiantes no van a descansar hasta que se logren las reivindicaciones planteadas, porque están seguros que el futuro de la educación chilena no puede estar en manos de los mismos que la vendieron. La temporalidad es una característica muy importante sobre todo en el entendimiento de saber que esto no se va a realizar de un día para otro. Y es más, las movilizaciones ya tienen planificaciones para el futuro, por ejemplo algunos sectores llaman a boicotear las próximas elecciones municipales.
La temporalidad no es la única característica, sino también la transversalidad entorno a la legitimidad de las demandas. Encuestas burguesas le otorgan al movimiento un 89% de aprobación en las demandas estudiantiles por parte de la ciudadanía. Cuáles son estas demandas… Educación gratuita, de calidad, mejor acceso, desmunicipalización en la educación media, etc. Las y los estudiantes han impulsado esta plataforma de lucha y la mayoría de la sociedad los apoya en el camino de la recuperación de la educación.
Si hablamos de educación gratuita, hace un año y medio, los pocos que planteábamos esta reivindicación éramos catalogados de locos, voluntaristas y utópicos. La amplitud de las organizaciones políticas de izquierda que conviven en el seno del movimiento estudiantil, planteaban el arancel diferenciado. Hoy día parece que el tiempo nos dio la razón. El movimiento estudiantil levanta las banderas de la educación gratuita. Por qué hago énfasis en esto, porque las ideas de las y los revolucionarios, en algún momento se convierten en realidad y se vuelven las de la mayoría.
Hay más características que mueven al movimiento estudiantil y una de las más importantes es la creatividad, en el sentido de poder llegar a las mayorías. Cuando nosotros queremos llevar adelante procesos radicales de transformación en la sociedad, se requiere hacerlo con las mayorías. La creatividad tiene que asumir una posición estratégica fundamental, a través de las más diversas actividades que convoquen al conjunto del pueblo. El movimiento estudiantil ha entrega de muy buena forma esta característica, de la cual hay que aprender y entender que es muy necesaria para poder forjar una nueva sociedad. Otra característica es la masividad. 150.000 personas sólo marchando en las calles de Santiago, sin olvidar las demás regiones, y además de las ocupaciones en los recintos escolares y universidades. Las transformaciones se hacen con las mayorías desde el mismo movimiento social. Hace mucho eco en las calles de Chile, la consigna: “somos el 99% contra el 1%”. También es una característica, la autonomía del movimiento estudiantil y el respeto por su democracia interna. El movimiento estudiantil depende de él mismo y de nadie más, y cada vez que alguna organización ha intentado inmiscuirse o bajar las movilizaciones, éste lo ha sancionado. El mejor ejemplo, es lo que ocurrió con el Partido Comunista de Chile, que a comienzos del año 2011 tenía gran parte de las federaciones universitarias a su alero, y hoy en el 2012 perdieron casi todas las elecciones universitarias, incluyendo la de la Universidad de Chile. Y esto ocurre por el rol que ha ocupado el Partido Comunista, de no entender las dinámicas ni vinculación con el movimiento social, lo que fue castigado por el estudiantado, no reeligiendo a sus militantes como sus representantes.
De acuerdo a tu pregunta, uno de los grandes aportes del movimiento estudiantil, más allá de la articulación con otros sectores en lucha, es haber incorporado a su plataforma de reivindicaciones a otros sectores, pero que a la vez son necesarias, porque se entiende que el movimiento estudiantil para poder conseguir las reivindicaciones que está planteando, se tiene que hacer una transformación radical de la sociedad chilena, por tanto el resto de las reivindicaciones que están en el tapete hoy en día también son parte del movimiento. Han incluido la reivindicación por una Asamblea Constituyente en Chile, por un cambio de un nuevo sistema político, por la renacionalización del cobre, por una reforma tributaria, etcétera.
Cuando se piensa en la educación gratuita, los estudiantes también dan soluciones, entonces para poder pagar una educación gratuita se dice, bueno, necesitamos una reforma tributaria, donde los más ricos y las empresas paguen más y de esa forma se puede financiar la educación. No es que los ricos no paguen su educación –que mucha gente critica- sino que los ricos paguen a través de los impuestos, y les sale mucho más caro pagar a través de los impuestos que un arancel real. Sobre todo, que cuando los ricos estudian en las universidades y el sistema es tan excluyente, porque se da a través de un proceso de selección universitaria, donde las universidades públicas están copadas por gente rica.
-Ahora, hablemos un poco de las izquierdas, en particular del espacio de la izquierda anticapitalista chilena, un espacio político que se encuentra todavía muy fragmentado y limitado, cuando otra parte de la izquierda y del “progresismo” ya se integró -total o parcialmente- al sistema institucionalizado. Ustedes, desde Libres del Sur, se reivindican del anticapitalismo y del ecosocialismo: ¿Cómo se posicionan dentro de este campo de la izquierda chilena?
-Lo primero que nosotros planteamos es que para que otro mundo sea posible, otra izquierda es necesaria; esa es nuestra consigna fundacional para poder llevar adelante un proceso de construcción de organización anticapitalista y revolucionaria. En Chile, no existe la izquierda sino que existen las izquierdas. La organización más antigua es el Partido Comunista de Chile que ya tiene 90 años desde su fundación en 1922, que es el partido reformista por excelencia, el cual tiene una política principalmente de alianzas con sectores, de los cuales nosotros tenemos una crítica radical y que no es otra que la izquierda neoliberal, que se gesta en el proceso de transición a la democracia pactada, la cual fue parte del proceso de profundización del sistema neoliberal. Por un lado tenemos a la izquierda neoliberal refugiada en algunos partidos de la Concertación, y por otro a la izquierda tradicional, representada por el Partido Comunista. Estas dos izquierdas hoy en día tienen un pacto electoral y creo que en lo programático van un poco más allá, lo cual se expresa en su sintonía programática.
Pero también tenemos otro tipo de izquierda, de corte más “delirante” según mi punto de vista, que trata de asumir o sentirse heredera de lo que es la izquierda revolucionaria en Chile, lo cual no es real. La izquierda revolucionaria en Chile, en su largo camino, tuvo un proyecto político y siempre trató de tener incidencia en lo que era la política nacional. Desde la dictadura militar y hasta el día de hoy, no analizamos la profundidad de la crisis de la izquierda chilena. Lo que sí puedo afirmar es que no son herederos naturales de la izquierda revolucionaria aquellos pequeños grupúsculos sectarios que se limitan a lo que es la memoria histórica con una radicalidad verbal, pero con cero incidencia política. Entonces, la izquierda revolucionaria en Chile, le guste a quien le guste, tiene un quiebre que es muy doloroso y cuando tuvo la oportunidad de salir del secuestro de la misma dictadura militar, se generó un autosecuestro y se congeló en consignas y panfletos de los años 60 y se quedó en ese estado. Otra izquierda que aparece en el mapa político chileno, es la izquierda “progresista”. Compuesta principalmente por sectores que rompen con la Concertación por su conducta neoliberal y giran hacia la izquierda. Son varias organizaciones que han nacido en el último tiempo y que se consideran “progresistas”. Su accionar político aún no está definido con claridad y su compromiso con una transformación del Chile actual, aún está sujeta a evaluación.
También, tenemos una izquierda social que correspondería a la gran mayoría de la sociedad, que están presionando en diferentes trincheras de lucha para la transformación de Chile. Esa izquierda social por lo general no milita en organizaciones políticas o en izquierdas orgánicas por tener una crítica a lo que son. Nosotros somos parte también de esa izquierda social, somos parte del movimiento social, nos sentimos parte de las diferentes trincheras que se están gestando en cada rincón del país. Nos sentimos en parte representados desde ese domicilio, pero también sabemos que es fundamental impulsar una herramienta orgánica que se constituya como un aporte revolucionario a la gran alternativa político-social que se debe gestar al interior del país. Por eso hemos decidido fundar nuestra organización, el “Movimiento Libres del Sur”, en el mes de abril de 2012 a través de un proceso de reflexión que es mucho mayor, que duró prácticamente más de un año y que aún está vigente. Cuando fundamos “Libres del Sur”, dijimos, “a ver, cuál es la izquierda con la que nosotros simpatizamos y en la cual nosotros queremos participar”, la primera problemática es que no encontramos esta izquierda, porque si en Chile hubiera existido, lo más probable es que nos hubiésemos incorporado y sería mucho más fácil para nosotros haber desarrollado nuestra política; entonces de ahí viene nuestra obligación de constituirnos como organización, asumiendo el desafío de navegar por los causes del nuevo escenario político del siglo XXI.
Frente a no encontrar una alternativa de izquierda en Chile que cumpliera con nuestras mínimas expectativas de revolucionarias y revolucionarios, no nos quedó otra cosa que levantar las banderas del Movimiento Libres del Sur de Chile, pero dijimos, “vamos a hacer las cosas como corresponden” y lo primero que planteamos es que esto no es un acto de fundación, sino que es el inicio de un proceso largo y complicado, para constituirnos en una alternativa real y desequilibrante en las luchas venideras, pero sabiendo que para esto “tiene que pasar mucha agua debajo del puente”, sabemos que la lucha de clases y los procesos de constitución de alternativas reales son lentas, pero se tienen que asumir con impaciencia.
-Y, una última pregunta, tú estuviste en Europa, participaste de la Universidad de verano del NPA, pasaste por el Estado español y conociste a la experiencia de Izquierda Anticapitalista, también conociste otros procesos europeos: ¿Cuál es la visión, desde de tu experiencia en Chile (y América Latina), sobre lo que está pasando aquí y también sobre las tentativas de construcción de los movimientos anticapitalistas?
-Mi presencia en Europa se da a través de una invitación que hacen compañeras y compañeros para poder venir a conocer las experiencias que se están desarrollando. Yo he estado en España compartiendo con los compañeros de Izquierda Anticapitalista, aprendiendo de su proceso interno, principalmente respecto de su vinculación con el movimiento de los indignados, cómo han desarrollado la constitución de una alternativa revolucionaria pero adaptada a los nuevos tiempos, ya que ellos provienen de una situación muy parecida a la nuestra, cómo hoy día están incidiendo en lo que es el movimiento estudiantil, el movimiento de masas, su vinculación con los trabajadores. Desde ahí nos hemos reflejado muchísimo en la construcción de las y los compañeros de la Izquierda Anticapitalista del estado español, en la cual hemos tenido una sintonía muy grande de lo que nosotros estamos realizando en Chile, principalmente en su ratificación de que el camino correcto es impulsar una alternativa revolucionaria en el siglo XXI. También nos ha pasado lo mismo con los compañeros del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia, que tenemos una sintonía muy parecida de la cual también hemos incorporado a nuestros ejes de desarrollo temáticas que acá en Europa se vienen trabajado hace mucho tiempo, que tiene que ver con el Ecosocialismo, LGTB, el feminismo, el nuevo internacionalismo. Nos parece que ahí tenemos una gran sintonía, pero que sin duda en Europa se han trabajado hace muchísimo más tiempo que en América Latina. Y bueno también, he estado en otros lados compartiendo con compañeros de diferentes organizaciones europeas como Syriza de Grecia, el Bloco de Esquerra de Portugal entre muchas más…
Pero si tuviéramos que hacer un análisis comparativo entre América Latina y Europa, son cosas tremendamente distintas. Lo que caracteriza hoy día a América Latina es el avance de sus movimientos sociales, expresados a nivel institucional en triunfos electorales de una izquierda amplia. En Europa, hoy recién nos encontramos con el ejemplo de Siriza, la coalición de izquierda radical, que obtiene una alta votación en las elecciones griegas, dando ciertas esperanzas e ilusiones para la izquierda radical anticapitalista europea para seguir avanzando en ese tipo de materias. También nos encontramos con una cuestión objetiva, que tiene que ver con la crisis europea que ha tocado fondo: nos encontramos con algunos países como España con un 25% de cesantía general, producto de una crisis gestada por el capital y su clase política, dando mayores posibilidades de visibilizar a los enemigos del pueblo. Siendo procesos y costumbres absolutamente distintos, nos unificamos en algo que lo había planteado anteriormente que tiene que ver con que hoy día existe una crisis del capitalismo a nivel mundial y, por lo tanto, frente a eso nuestra respuesta debe ser una alternativa revolucionaria y anticapitalista a nivel mundial, no siendo posible ver la lucha desde el punto de vista local-nacional, ni tampoco regional, en nuestro caso a nivel latinoamericano, sino que nuestra respuesta tiene que ser en todos los ámbitos de la sociedad pero del punto de vista global. Hay algo que me llevo también a mi trinchera geográfica de lucha “es que si la Revolución no es mundial, no será”.
Por Franck Gaudichaud
Miembro del comité de redacción de la revista «ContreTemps» (Francia) y del colectivo editorial del portal www.rebelion.org.
Esta entrevista se publicará en francés en la revista Inprecor
Publicada en Rebelión