El secretario de Estado Marco Rubio está listo para embarcarse en su primer viaje internacional la próxima semana, con una agenda que incluye varios países de Centroamérica, pero el verdadero foco de atención recae en su visita a Panamá. Este viaje, que en teoría busca reforzar los lazos y abordar la migración ilegal, parece esconder un trasfondo mucho más complejo, con tensiones que se extienden hasta las políticas exteriores del presidente Donald Trump y su renovada mirada sobre el Canal de Panamá.
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Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, intenta presentarse como el mediador idóneo para la región. Sin embargo, la problemática que envuelve esta visita no es nueva ni trivial. El presidente Trump ha reiterado su deseo de «recuperar» el control del Canal de Panamá, basando su argumento en acusaciones de que China, no Panamá, es quien realmente tiene el poder sobre la crucial vía marítima. Aunque las autoridades panameñas han negado firmemente estas afirmaciones, Trump ha continuado con su narrativa, lo que amenaza con tensar las relaciones entre ambos países.
Más allá de la lucha contra la migración ilegal, uno de los principales temas en la agenda de Rubio, la escala en Panamá podría verse como una jugada geopolítica clave que busca reabrir viejas heridas entre Estados Unidos y América Latina. La cesión del Canal de Panamá en 1977, bajo el gobierno de Jimmy Carter, fue vista como un paso histórico hacia el respeto de la soberanía panameña. Sin embargo, el discurso de Trump sobre «retomar» el control podría interpretarse como un regreso a políticas intervencionistas que desestabilizan la región.
Las declaraciones de Trump no solo revelan un interés en el Canal desde una perspectiva estratégica y económica, sino que también destacan la creciente competencia entre Estados Unidos y China en el escenario global.
La visita del secretario de Estado, con su enfoque en la migración, también se ve teñida por el desdén de la administración Trump hacia los acuerdos multilaterales y la constante narrativa de «Estados Unidos Primero», que, irónicamente, en este contexto podría percibirse como una justificación para el aislacionismo y el intervencionismo, dependiendo de la óptica.
Mientras Rubio se prepara para su viaje, la parada en Panamá refleja las tensiones no resueltas en torno a la soberanía y las estrategias económicas, particularmente con un presidente en Washington que parece dispuesto a reavivar viejas disputas.
Foto: Redes
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