El mercado legal de la marihuana en Estados Unidos empieza a ser una fiesta de consumo y glamour. El mismo mercado en México es de persecución y cárcel.
El magazine de The New York Times presentó la semana pasada un largo perfil de la llamada “Reina de la canabis de Beverly Hills” Es una rubia cincuentona llamada Cheryl Shunna, que viaja en un Ferrari rojo y surte de “marihuana terapéutica a todos los socios del Perennial Holistic Wellness Center”.
Cheryl acude regularmente a fiestas en mansiones de la ciudad. Ofrece ahí sus variantes de canabis como menús de un buffet.
El Centro tiene 50 miembros Premium y 1,700 suscriptores “sociales”. Todos se benefician de una plantación de 64 acres, unas veinticinco hectáreas, donde Cheryl y su socio, Sam Humeid, el dueño del Centro, cultivan legalmente mariguana.
Shunan es una de las pequeñas celebridades traídas a la escena por la legalización de la marihuana en Estados Unidos, donde la yerba puede sembrarse y consumirse con “fines terapéuticos” en 22 estados (de 50). Sin restricción ninguna, puede producirse y venderse en otros cuatro: Alaska, Oregon, Washington y Colorado, así como en el Distrito de Columbia, que aloja a la ciudad de Washington.
El valor comercial de un kilómetro cuadrado de marihuana se estima hoy en Estados Unidos en 47 millones, 660 mil dólares. Durante el primer año de legalización en Colorado, se recaudaron 6 millones de dólares de impuestos por la venta de marihuana
En México seguimos persiguiendo draconianamente una yerba que ya es legal en el país que nos obligó a perseguirla.
En 2014, la Asamblea del DF fracasó en su intento de despenalizar el consumo en la ciudad. En 2013, fueron encarceladas en la misma ciudad cerca de tres mil personas por portación de marihuana.
Un año antes, en 2012, había 29 mil presos federales por delitos contra la salud. De ellos, 17 mil por marihuana.
Las reinas de la cannabis mexicana o están siendo perseguidas o están presas.
Por Héctor Aguilar Camín en La Marihuana