El escándalo del espionaje masivo de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos hacia los ciudadanos del mundo -incluidos ahora los propios gringos- y los gobiernos y mandatarios del orbe -incluidos los presidentes de sus aliados de México, Alemania y Brasil- no parecen haber causado revuelo en Chile. Es que pareciera ser que hemos perdido la capacidad de asombro, o lo que es parecido, estaríamos ya ¡curados de espanto! Razones habrían de sobra, ya que la presencia de la NSA, la gigantesca agencia de espionaje que opera a diestra y siniestra, hace muchos años tiene presencia en territorio chileno. La intercepción de nuestras comunicaciones internas tambien viene de larga data, y con fuerte asesoría extranjera. Para nuestro consuelo, la intervención de las agencias de inteligencia, particularmente norteamericanas, han sido bastantes estudiadas y documentadas, aunque paradójicamente este proceso aún no ha tenido repercusiones importantes en Chile, por lo que es suponer -y hay evidencias concretas- que tal intervención sigue, en los campos más diversos, desde el cientifico hasta el militar.
Pero les podría estar llegando la hora a los espías sin escrúpulos, a lo largo y ancho de America. La reacción creciente ante el espionaje masivo de las agencias sigue creciendo en los círculos políticos de EEUU y otros países, mientras la población reacciona masivamente ante la represión militarizada como la que hemos visto últimamente en las calles de Ferguson, Missouri. La historia de Chile ameritaría que también por estos lares creciera la oposición al aumento del espionaje y la represión como consecuencia de la histeria creada por el atentado con bomba en la estación Escuela Militar del metro el pasado 8 de septiembre.
Los chilenos podríamos aportar mas de un grano de arena, ya que los abusos en nuestro país sirvieron para que a las agencias de los EEUU se les pusieran límites que, aunque han sido sobrepasados con creces tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, marcan la pauta del control y la supervisión que es indispensable retomar.
LAS BASES SECRETAS DE LA NSA
La diminuta Isla de Pascua es un gran ejemplo de este larga historia del espionaje de Estados Unidos en Chile. Nada hace pensar que la presencia de la NSA y otras agencias norteamericanas hayan disminuido. Todo lo contrario. Así lo prueban los sofisticados armamentos adquiridos por Chile despues de la vuelta a la democracia y el liderazgo político pro-nortemericano de los militares chilenos.
A fines de los años 60´s que se anunció por la prensa chilena que se instalaba en Isla de Pascua una estación para estudiar el clima y la atmósfera. Operada por la Fuerza Aérea Chilena y con apoyo norteamericano, las pequeñas antenas parabólicas no hacían sospechar gran cosa.
Sin embargo el prestigioso periodista norteamericano Seymour Hersch, muchos años despues, en 1982 detallaba en la revista Atlantic Monthly la verdadera función de esa estación, y otras más que habían en el territorio nacional.
“La seguridad nacional, en el sentido de una amenaza al bienestar de los Estados Unidos y sus ciudadanos, no jugó un papel importante en Chile en el año 1970. Pero la elección de Allende, con su abierto apoyo a Cuba y a otros países revolucionarios, si constituyeron un problema mayor para la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), el grupo de elite encargado de la inteligencia (espionaje) de las comunicaciones. Habían por lo menos dos instalaciones ultra secretas de la NSA operando “en negro”, o sea de manera encubierta, en Chile. Una, disfrazada como estación atmosférica de la Fuerza Aérea en la Isla de Pascua, en el Oceano Pacífico, era responsable de monitorear y rastrear los ensayos nucleares y los lanzamientos de misiles balísticos soviéticos y franceses en el Pacífico Sur. La importancia de la Isla de Pascua era su ubicación: cualquier ataque misilístico desde submarinos soviéticos en el Pacífico Sur tendría que pasar por la cobertura de su radar, mejorando y ampliando así el sistema de alarma temprana de Estados Unidos. Además, Chile con su angosta costa y altas cumbres constituía la topografía perfecta para el monitoreo e intercepcion de las comunicaciones de baja frecuencia de los submarinos soviéticos..”
Otra versión, la del ex-embajador gringo Nathaniel Davis, dice que las estaciones secretas no habrían sido dos, sino tres, y que habrían estado ubicadas en Isla de Pascua, Quintero y Punta Arenas. Repite además, sin dementirla, la versión del periodista Hersch que asegura que éstas eran bases ultra-secretas de espionaje de la Agencia Nacional de Inteligencia, NSA, la misma que por estos días, casi medio siglo después, se hace famosa por espiar a Todo el mundo.
Pocos chilenos supieron de estas bases, pero un ex-diplomático recuerda con lujo de detalles lo que sucedió con ellas apenas Allende ganara las elecciones, incluso antes de que asumiera. Armando Uribe, ex diplomático y Premio Nacional de Literatura del año 2004, en su excelente -y poco conocida obra- “Libro Negro de la Intervención Norteamericana en Chile”, publicado en Mexico por Siglo XXI el año 1974 y el año 2001 por Editorial Sudamericana en Santiago.
“..En los dias en que Valdés (Gabriel, canciller de Frei) era despedido por el cuerpo diplomático extranjero, Korry (Embajador de EEUU) desapareció de Santiago para surgir sin previo aviso a la vera de un gran navío de guerra norteamericano en la Isla de Pascua, desmantelando las intalaciones de la estación allí situada y cargándolas en el avión. La noticia de esta actuación insólita de Korry, que violaba desde la soberanía hasta la cortesía elemental produjo escándalo”, recuerda Uribe.
La erudita y premonitoria obra, escrita entre octubre del 1973 y febrero del 1974 entrega crucial información de la relación inapropiada, por decir lo menos, entre los militares estadounidenses y los chilenos. Esta información sería ratificada y ampliada por un comité del Senado estadounidense que entre 1974 y 1975 llevara a cabo la hasta entonces mayor investigación sobre las agencias de inteligencia norteamericanas y su actuar frecuentemente ilegal, y hasta criminal, tanto al interior como exterior de los Estados Unidos. Intentos de asesinato, espionajes a diestra y siniestra, uso ilegal de informantes y de drogas, revisión de correspondencia y montajes en contra de organizaciones afroamericanas y opuestas a la guerra de Vietnam fueron algunas de las materias investigadas.
El caso chileno constituyó literalmente un capítulo aparte: no sólo respecto al asesinato de Schneider, visto como ejemplo de intervención de las agencias norteamericanas, sino todo el rango de operaciones encubiertas publicadas en una separata especial titulada “ Acciones Encubiertas en Chile, 1963-1973”, en las que se detallan acciones tales como las que se llevaron a cabo para ayudar a preparar el golpe de Septiembre de 1973.
“Durante 1970-1973, la oficina recopiló inteligencia operacional necesaria para el caso de un golpe: listas de arresto, instalaciones civiles claves y personal civil que necesitaba protección, instalaciones gubernamentales clave que necesitaban ser tomadas y planes de contingencia que el gobierno utilizaría en caso de una insurreción militar. Según la CIA -dice el informe del senado- la información fue recopilada para ser utilizada en el caso de futuros pedidos de la Central y nunca fue entregada a los militares chilenos”.
Pero un ex-agente de la agencia de inteligencia no sólo demintió que no se hubiese entregado, sino que dió detalles espeluznantes. El agente arrepentido Ralph McGehee confesó al diario La República de Uruguay que los agentes de la CIA, junto a los militares chilenos, “prepararon las listas de cerca de 20 mil mandos medios de las organizaciones populares, candidatos a ser asesinados en la mañana del Golpe. Hubo otra lista con tres mil altos mandos que serían arrestados. Las listas detallaban nombre, edad, profesión, estado civil y amigos más cercanos”, recordó el ex-agente.
Pero la exhaustiva investigación de 1974-1975 no llevó a que cesase la intervención de los militares norteamericanos. Y una de la intervenciones fue nuevamente en Isla de Pascua, adonde en 1985 el gobierno militar dejó alargar la pista de aterrizaje, instalar sofisticado equipamiento electrónico y traer a personal militar norteamerciano para supuestamente servir como pista de emergencia del transbordador.
Esta vez no fue fácil pasar gato por liebre y se desplegó una fuerte oposición al proyecto, liderado por las autoridades tradicionales de los mismos pascuences e importantes personalidades chilenas, entre las que destacó el ex embajador chileno en Estados Unidos Radomiro Tomic, quien ayudó a formar el “Comité por la Paz para Chile y en Defensa de Pascua”.
En una entrevista hasta ahora inédita Tomic explicaba, respecto a los usos militares de las instalaciones que, pese a la oposición generalizada, fueron instaladas en Pascua:
“..Estas instalaciones de alta tecnología pasan a ser, inevitablemente, “los ojos y los oidos” particularmente de los submarinos atómicos en la inmensa área delr sur/este del Pacífico…, su ubicación geográfica, para cualquiera de las dos superpotencias es de un valor estratégico evidente. En el evento de una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética en ese entonces, es igualmente evidente la necesidad para la Union Soviética -en este caso concreto- de “cerrar los ojos y los oídos” de los submarinos y bombarderos norteamericanos en esa parte del mundo. El territorio chileno quedaría en la primera fila del escenario de la incineración nuclear, sin medios de defensa ni de represalia”.
Las aprehensiones de Radomiro Tomic y otros compatriotas fueron compartidas por chilenos que vivían en los Estados Unidos, quienes formaron el Comité Estadounidense para la Defensa de Isla de Pascua. Es así como, junto a grupos pacifistas norteamericanos se llevó a cabo el 23 de Marzo de 1986 una potente acción de desobediencia civil en la localidad de Sunnyvale, cercana a San Francisco, adonde estaba el Cubo Azul, nombre dado a la central de la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO), desde donde se controlaban los satelites espías de los Estados Unidos. Varios chilenos y norteamericanos fueron arrestados al sobrepasar las rejas del recinto adonde colgaban letreros que amenazaban con disparos si eran traspasadas. Nunca antes se había efectuado allí una acción de estas características.
A pesar de la oposición tanto en Chile como en los EEUU, se instalaron los equipos y se firmo el tratado que seguiría en pie hasta el día de hoy, cuando ya hacen años que no vuela el transbordador. Aparte del monitoreo de misiles y submarinos, denunciado por Tomic y ratificado por los grupos pacifistas en Estados Unidos, la ubicación de Isla de Pascua la hace además clave para la infraestructura de ASAT, armas antisatelites, componente clave de los que se ha llamado popularmente la Guerra de las Galaxias.
Según el sitio web de la Union de Científicos Comprometidos (Union of Concerned Scientists) a fines de los 80´s la Fuerza Aerea y la Marina Norteamericana comenzaron a desarrollar un sistema de láser anti-satélite basados en tierra. Una revista especializada hace algunos años mostraba un dibujo del transbordador probando estas láseres antisatelites.
Curiosamente, un ex oficial naval que estuvo viviendo en la isla comentó confidencialmente al autor que el año 1988 los norteamericanos realizaban regularmente ejercicios con láser en sus instalaciones en la isla.
LAS INCERTIDUMBRES DE LA DEMOCRACIA
La transición a la democracia, mejor llamada que democracia a secas, la que comenzara en marzo de 1990 no ha significado ciertamente el cese del espionaje extranjero, ni el de los propios connacionales. Poco se investigó la intercepción de las comunicaciones del entonces pre-candidato a la presidencia, y posterior presidente, Sebastián Piñera. Ya llevábamos más de dos años de supuesta democracia cuando un capitán militar, parte de un Comando especializado de Telecomunicaciones del Ejército, espiara y además entregara para su difusión pública una copia de una conversación telefónica privada. Varios años después en el parlamento se denuncia el espionaje a políticos e incluso a miembros del aparato judicial (ver otra nota en esta edición).
En los Estados Unidos por su parte, a doce años del ataque a las torres gemelas, pareciera que las limitaciones y la supervisión impuestas a las agencias de inteligencia en la decada de los 70´s -gatilladas en parte importante por la vergonzosa e inmoral intervención en la politica interna chilena- han sido desmanteladas.
Según informes de prensa de varios países, entre ellos de los mismos Estados Unidos, el asesinato y la tortura son pan de cada día en las actuales guerras que libra ese país en el exterior y el espionaje y la infiltración pan cotiidiano también para muchos gringos. Muchos también hemos sido testigos de como la nueva policia militarizada, reprime a los ciudadanos que protestan por el racismo y la violencia de la policía contra los jóvenes afroamericanos.
Que hoy, despues de todo lo vivido -requete reconocido y estudiado- respecto a la actuación de las agencias de inteligencia en la historia reciente de Chile y después de lo que se ha revelado respecto a la actuación de esas agencias en contra de sus propios ciudadanos, como resultado de las leyes antiterroristas post 11 de septiembre del 2001, es francamente insólito que Chile pida ayuda al FBI para resolver problemas internos. Pero es precisamente lo que está sucediendo.
FBI: FOMENTANDO LA BARBARIDAD INTERNACIONAL
Para los que crean es exageración el subtítulo anterior, solo consideren el hecho de que en la decada de los 60´s un agente policial norteamericano enseñaba metodos de tortura a los uruguayos, aplicando tormentos en vivo a niños pobres recogidos en las calles de Montevideo; o noten que el día de octubre de 1970 en que se asesinó al General Schneider como parte del plan para evitar que asumiera la presidencia Salvador Allende, un militar norteamericano entregó ametralladoras, municiones y máscaras antigases a sus pares que complotaban en Santiago.
A mediados de los 70´s salieron a luz estas y otras “gracias” que habían realizado las agencias mal llamadas de inteligencia, tales como el espionaje a Martin Luther King y el intento de provocar su suicidio; los montajes y asesinatos de dirigentes afroamericanos y las campañas sucias para eliminar la prensa disidente norteamericana.
Hoy, casi medio siglo despues, parece evidente que han sido nuevamente sobrepasados los límites en el accionar de estas agencias. Cárceles secretas, detenciones sin habes corpus, tortura y espionaje masivo y generalizado a todos los ciudadanos son hoy una realidad en varios paises del orbe, incluido Estados Unidos. Los que lo han denunciado han pagado los costos de hacerlo: la prisión y/o el asilo como en el caso de Assange y Snowden. Pero las denuncias han sido tantas y tan irrefutables que la prensa tradicional e incluso el Congreso han confirmado los cargos.
En ese contexto, ante el anuncio del gobierno chileno de que se pediría ayuda al FBI para solucionar lo que en realidad es el primer caso terrorista no-gubernamental de la historia de Chile, caben algunas preguntas de cajón para dilucidar :
¿Por qué se anuncia como novedad el pedir asesoría al FBI, cuando desde el año 1994, o sea hace veinte años, la agencia tiene una oficina en Santiago y en mayo del 2008 se firmó un amplio convenio de cooperacion mutua entre el FBI y la Policia de Investigaciones?
El 17 de abril del 2006 el diario La Tercera informaba que el FBI capacitaba a agentes de inteligencia para “crear en Chile fuerza antiterrorista”.
“Estamos capacitando en cómo crear una fuerza de tarea y cómo compartir información entre las agencias… tenemos fuerzas de tarea conjuntas contra el terrorismo, más de 100 en todo Norteamérica. No sólo incluyen al FBI, sino a todas las agencias que forman parte del servicio público”, relataba a La Tercera el agente del FBI David Strange quien habría agregado que Chile debería crear el nuevo organismo.
Según el diario “La iniciativa recibió un fuerte apoyo de parte de todos los actores asistentes a la reunión” que incluyeron a Gustavo Villalobos, director de la ANI (hoy Villalobos es nuevamente director de la ANI) y el Embajador de EE.UU. Craig Nelly.
Como lo comentáramos en un artículo en la revista Punto Final de enero de 2008, para los del FBI ya no bastaría con la ANI. De hecho lo que ellos querrían, no seria tanto el crear la fuerza antiterrorista, ya que esta ya estaría creada (según algunos seria la ANI), sino que sus atribuciones y su presupuesto.
En el informe anual de terrorismo por paises, elaborado por el departamento de estado para el año 2005, que fuese dado a conocer en abril del 2006, el mismo mes de la capacitación que habría hecho el FBI en Santiago, al hablar de la ANI, se planteaba como un problema el hecho de que ésta “sólo sea un cuerpo analítico y que dependa para la recolección de información y la parte operativa, de las agencias policiales y de investigaciones”.
Hoy en medio de la histeria antiterrorista, se habla en terminos parecidos. Incluso de habla de refundar la ANI a través de una nueva ley que seria presentada antes de fin de año.
Nadie parece ya recordar las recomendaciones explícitas del Informe Rettig sobre esta materia. En el capítulo adonde se detallan medidas, educacionales e institucionales, para la “Prevención de Violaciones a los Derechos Humanos”, se menciona entre otras propuestas, la necesidad de:
“Adoptar medidas tendientes a obtener el íntegro cumplimiento de los dispuesto por al articulo 90 de la Constitución Política en el sentido de radicar exclusivamente en Carabineros e Investigaciones las funciones de resguardo del Orden y Seguridad Públicas, suprimiendo cualquier organismo del Estado que pretenda cumplir estas funciones y evitando la creación de otros que en el futuro persiguieran igual propósito”.
Pero no viene al caso aumentar la paranoia ni la desesperanza.
Si hay algo que nosotros ciudadanos de países como Chile hace tiempo ya que perdimos, es la inocencia. Curados de espanto respecto a la violencia que el poder es capaz de ejercer para mantener el status quo, también tenemos la firme convicción de que a pesar de los abusos y la violencia, somos capaces de seguir organizándonos y resistiendo la injusticia, sin caer en las provocaciones y los obscuros laberintos de la paranoia y la venganza inútil por los daños infringidos. La certeza de que es necesario liberarse, de que es posible hacerlo y, porque no decirlo, vencer.
Esa liberación es hoy claramente mundial, o no lo es. En ese sentido hasta quizás habría que pensar en brindarles esta vez nosotros una mano a los gringos que han caído presa de sus propios monstruos, en vez de pedirles a ellos que importen más de sus barbaridades.
Habrá que estar atentos al informe sobre el uso de la tortura que será dado a conocer en estos días por la Senadora demócrata Dianne Feinstein quien, a pesar de haber defendido en el pasado a la CIA y sus métodos de tortura, denunció recientemente que la Agencia habría intervenido las comunicaciones privadas de su comisión investigadora y manipulado sus bases de datos con el fin de influir en la investigación.