En entrevista con El Ciudadano, el sociólogo Alberto Mayol analiza el conflicto Chile-Perú en La Haya, pronto a resolverse. La instancia tiene a ambos países expectantes y para Mayol el panorama se ve bastante desfavorable para el nuestro, culpando de ello a la falta de política y el nacionalismo barato al que ha apelado Chile.
Hace unos días la Corte de La Haya anunció que la lectura del fallo por conflictos marítimos entre Chile y Perú se realizará el 27 de enero a las once de la mañana en hora chilena. Dicha controversia llegó a la vía jurídica en diciembre del 2012 y para muchos este contexto no promete algo positivo para Chile, quien debió haber buscado negociaciones o políticas correspondientes ante sus conflictos internacionales. Aquí una breve conversación al respecto con el sociólogo de la Universidad de Chile, Alberto Mayol.
-Tiempo atrás hablabas de falta de política o de una bastante poco clara que finalmente nos llevó hasta las instancias de tribunales internacionales. ¿A qué te refieres con esa falta de política y a quién se le puede reprochar?
-En Chile se ha tomado durante toda la transición una política ecuménica, entre la centro izquierda y la centro derecha, respecto a cómo llevar la política internacional. Se ha proyectado una democracia de los acuerdos de forma aún más radical en los temas internacionales y eso ha generado una enorme incapacidad de enfrentar el proceso y darle un tono político. Chile tiene uno de los peores momento en relación al subcontinente, América Latina, y no en sólo términos de conflicto sino que además en términos operacionales, como la capacidad de hacer cosas con el resto de los países. Respecto al proceso de La Haya, Chile no tuvo una política que acompañara al juicio, no se adelantó a los problemas y no los quiso resolver antes de llegar a tribunales, lo que hace decir que en definitiva no creyó en la política y por tanto da la impresión de que toda esta democracia de los acuerdos en temas internacionales no es más que parte del problema. No hemos aprendido de esto y sólo se apela a un nacionalismo un poquito barato para decir que estamos en Chile y punto, la política real queda de lado.
-Ya nos acercamos a las fechas de resoluciones del tribunal de La Haya y empiezan a surgir los comentarios que, por parte de Perú, han sido bastante confiados al respecto. Hace un tiempo mencionabas resultados inciertos, ¿continúas con ese panorama?
-La otra vez cuando me tocó entrevistar a Piñera, él me dijo que se imaginaba un fallo con ciertas características, de lo cual infiero que sólo usó la palabra imaginar pero en realidad contará con antecedentes. Si es así eso implica que efectivamente Chile pierde un trozo importante de mar, por tanto habría un costo político por asumir por parte del gobierno, en parte por Bachelet y un golpe con mayor intensidad, a mi parecer, para Sebastián Piñera. Lo que habrá será un fallo salomónico que para Chile no puede ser nada bueno desde el punto de vista de que tenemos todo que perder.
-Una vez dados los resultados el 27 de enero, ¿éstos podrían ser precedentes predictivos o influyentes para el futuro conflicto Chile-Bolivia?
-Creo que sí, que la lógica del precedente siempre termina siendo influyente ya sea en términos jurídicos o políticos. Chile se metió en un territorio complicado, que fue haber tomado la vía jurídica para zanjar esta disputa. Cuando se está en política y se desconfía de la política, uno paga altos precio. Vamos a estar varios años metidos en un problema.
-En Perú ha habido un trabajo comunicativo intenso y ellos mismos hablan de una población chilena más ignorante al respecto, ¿a qué crees que se debe aquello?
-Tengo la impresión de que en la agenda interna de Perú siempre el tema con Chile es importante y eso tiene que ver con la situación de despojo y otro conjunto de variables que también se comparte en Bolivia. Respecto a esos temas el nivel de calidad de información en Chile ha sido poco constante, no sé si tan mala, pero sí poco constante. Ahora no creo que haya allí un factor tan relevante como sí el hecho de que carecemos de una política de fondo en donde podría preguntarse si hay una actividad comunicacional razonable a esa política.
Creímos que este asunto era simplemente un juicio, pero resulta que esto tiene millones de dimensiones más allá de esa instancia. Mientras se piense que tener juicios internacionales significa no necesitar política y sólo poner abogados, así no más nos va a ir.
Por María Jesús Ibáñez Canelo
El Ciudadano