Milei amenaza con cárcel a los manifestantes y respalda los métodos de su ministra de Seguridad

En el corazón de Buenos Aires, las protestas de jubilados se convirtieron en un campo de batalla entre los ciudadanos que luchan por sus derechos y el gobierno de Javier Milei, que ha mostrado una postura cada vez más autoritaria ante las manifestaciones sociales

Milei amenaza con cárcel a los manifestantes y respalda los métodos de su ministra de Seguridad

Autor: El Ciudadano México

En el corazón de Buenos Aires, las protestas de jubilados se convirtieron en un campo de batalla entre los ciudadanos que luchan por sus derechos y el gobierno de Javier Milei, que ha mostrado una postura cada vez más autoritaria ante las manifestaciones sociales. Un grupo de jubilados se congregó frente al Congreso Nacional para exigir la actualización de sus pensiones y la continuidad de la moratoria previsional. Sin embargo, esta vez la protesta fue respondida con una violencia inesperada que dejó decenas de heridos y más de cien detenidos, a lo que se sumaron graves denuncias sobre el uso desproporcionado de la fuerza por parte de la policía.

Véase también: Represión brutal bajo Milei: Protestas de jubilados terminan con heridos y violencia policial

Lo más preocupante, sin embargo, no fue solo la represión en las calles, sino la respuesta de Milei ante los hechos. En lugar de llamar a la calma y al diálogo, el presidente de Argentina optó por respaldar sin reservas la actuación de las fuerzas de seguridad, lanzando una amenaza clara a aquellos que se manifestaron. Con un tono de confrontación, el mandatario se alineó con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y justificó el uso de gases lacrimógenos y palos para dispersar a los manifestantes, llamándolos “malos” y “delincuentes”. Esta retórica no solo deslegitima las demandas legítimas de los jubilados, sino que también da pie a un enfoque punitivo que ha dejado en evidencia una creciente intolerancia ante la disidencia social.

El discurso de Milei es alarmante, pues en lugar de comprender el contexto de las manifestaciones, que nacen del dolor y la desesperación de un sector vulnerable de la población, el presidente se centra en estigmatizar a los manifestantes. La generalización de los manifestantes como «los malos» y su afirmación de que son «delincuentes» que buscan proteger «curros» no solo es errónea, sino que refuerza un clima de polarización que solo agudiza las tensiones sociales. Las demandas de los jubilados, que claman por una pensión justa y la posibilidad de acceder a una vida digna en su vejez, son minimizadas y tratadas como una amenaza a la estabilidad del gobierno, cuando en realidad se trata de un reclamo legítimo.

Pero la represión no termina en el enfrentamiento directo. La violencia de la policía durante la marcha alcanzó niveles inusitados, con testimonios que apuntan a un uso indiscriminado de la fuerza. Uno de los incidentes más graves fue el caso del fotógrafo Pablo Grillo, quien sufrió un grave impacto en la cabeza por un cartucho de gas lacrimógeno disparado por la policía. La herida fue tan seria que el periodista quedó en estado grave. Sin embargo, la respuesta del gobierno ante este tipo de abusos ha sido prácticamente nula. En lugar de investigar las responsabilidades y garantizar la protección de los derechos humanos, Milei prefiere dar apoyo explícito a las fuerzas de seguridad, sin ofrecer un espacio para la reflexión o la rendición de cuentas.

El presidente argentino parece estar más enfocado en consolidar su imagen de líder fuerte a través de la mano dura, que en buscar soluciones a los problemas estructurales del país. La constante represión de cualquier forma de protesta, incluso cuando estas se dan en el marco de una sociedad democrática, refleja una falta de voluntad política para abordar las injusticias sociales y económicas que enfrentan muchos sectores de la población, especialmente los más vulnerables, como los jubilados.

Al final, lo que debería haber sido un espacio de diálogo y resolución pacífica de conflictos se ha transformado en un terreno de confrontación. Y es que, más allá de los discursos grandilocuentes sobre la defensa de la República y la libertad, lo que realmente está en juego es el respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos. Milei ha elegido un camino peligroso, donde las voces disidentes son silenciadas mediante la represión, lo que solo pone en riesgo la estabilidad social del país.

En este contexto, la promesa de Milei de encarcelar a quienes se oponen a su gobierno no solo refleja una actitud autoritaria, sino que también deja al descubierto una visión de la política basada en la confrontación y la exclusión, más que en la construcción de consensos y el respeto a la democracia.

Foto: El Ciudadano

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