Hace un par de semanas se dieron a conocer los resultados de la encuesta Casen 2015 que daban cuenta de una disminución de los índices de pobreza entre 2013 y 2015 de un 2,7%, lo que significa que cerca de 400 mil personas salen de la línea de la pobreza, lo que fue festejado desde el gobierno y donde la presidenta Bachelet señaló que «lo importante es que estamos hablando de 400 mil personas que han salido de la pobreza, significa que avanzamos en la dirección correcta».
Si bien los indicadores que miden la pobreza tuvieron bajas considerables, los puntos relacionados con la desigualdad se mantienen, dando cuenta que este punto viene a ser la gran tarea que tienen tanto éste como los gobiernos futuros.
En este sentido, en conversación con El Ciudadano, el ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza – sicólogo, militante comunista – señala que «La desigualdad como factor estructural de la convivencia chilena requiere políticas públicas que se reflejen en todo orden de cosas para disminuirla». De esta forma establece que las reformas planteadas por La Moneda en este período apuntan al logro de este objetivo.
Junto con lo anterior, sostiene que a pesar de las observaciones y críticas que se le realizan a la encuesta Casen para la medición de la pobreza, el instrumento se ha ido ajustando para cumplir con las exigencias de estos tiempos y, a la vez, obtener datos fiables de la realidad nacional.
La encuesta Casen indica que si bien los indicadores de pobreza bajan, los indicadores de desigualdad se mantienen ¿Cómo se trabaja en pos nivelar los indicadores de desigualdad?
Haría una precisión, la desigualdad sigue siendo uno de los elementos más corrosivos desde el punto de vista de la cohesión social toda vez que Chile mantiene por décadas indicadores de desigualdad muy acentuados y parte importante de las reformas en curso apuntan a abordar el tema de la desigualdad en términos redistributivos. Sin embargo, la precisión apunta a que esta muestra de la CASEN presenta, a diferencia de otros años, una disminución de la desigualdad moderada en términos significativos en términos estadísticos.
Si en 2011 y 2013 el indicador de Gini en términos de desigualdad estuvo en un 0,505 en 2016 disminuye a un 0,495 por concepto de ingresos autónomos. Si a esto se agregan a términos monetarios, vale decir transferencias o subsidios, disminuye a 0,482 lo que refleja que hay una disminución en el periodo que se mide (enero 2015 – enero 2016). Ciertamente sigue siendo uno de los principales objetivos en una política pública con enfoque de derecho a través de las reformas que en el futuro se verán cristalizadas, y que podrán reducir los indicadores de desigualdad.
Junto con las reformas que usted menciona ¿Cuales son las medidas que como Estado deben tomarse para reducir significativamente los índices de desigualdad?
Yo no hablaría exclusivamente desde el ministerio de Desarrollo Social. La desigualdad como factor estructural de la convivencia chilena requiere políticas públicas que se reflejen en todo orden de cosas para disminuirla. En el largo plazo la reforma en Educación tendrá alto impacto, la reforma laboral, que aun no entra en régimen, también en el largo plazo tendrá impacto en términos redistributivos.
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¿A pesar que la Reforma Laboral no toca ni la negociación por rama o que se perdió la titularidad sindical?
Ciertamente porque disminuye las asimetrías en la relación entre empleador y trabajador, más allá que la reforma laboral no haya cristalizado todo lo que se aspiró su aplicación en régimen va a generar mejores condiciones para efectos de vínculos y negociación entre trabajador y empleador. En ese sentido va a contribuir a disminuir la desigualdad. Quisiera agregar respecto de las materias que están en legislación, en el campo de la seguridad social la Presidenta ha convocado a un debate nacional en materia de pensiones, el que debiera tener un impacto en calidad de vida para asegurar mejores criterios de distribución.
Pero eso es complejo considerando que más que en una sociedad de derechos estamos insertos en una sociedad de consumo
Destacaría que toda la legislación en el marco social ha tenido un enfoque de derecho, que busca por un lado empoderar a las comunidades y la sociedad, y por el otro lado lograr que el bienestar y el progreso sea algo compartido desde el punto de vista de la sociedad. Evidentemente que la sociedad desde el punto de vista de la sostenibilidad de sus recursos requiere repensar sus patrones de consumo, que es un tipo de debate, pero la reforma en educación tal como está planteada y que ha sido un debate tanto del movimiento social, de las organizaciones de la sociedad civil y del mundo de la política mayoritariamente lo que busca es repensar la educación no desde el consumo sino que desde una noción de bien público y de derecho social. Por ello la gratuidad progresiva se refleja en que 142 mil jóvenes accedieron este año a la gratuidad, la que se duplicará en el próximo año. Esto impactará en más jóvenes y más familias.
¿Y esto se puede trasladar a la situación de las pensiones?
En el tema de pensiones el esfuerzo que se está haciendo es por lograr una conjunción de todos los actores políticos sociales de la industria, de modo de generar las bases para un cambio sustantivo en esta materia que permita asegurar pensiones dignas para una buena vejez, y este es un ejercicio que se está llevando a cabo. La presidenta anunció un proyecto de ley que nos permita mejorar el 10% del pilar solidario que tiene impacto en 1.300.000 personas. Se busca recobrar el sentido de la seguridad social.
Pero aun así las críticas se mantienen
Acá haría una afirmación importante. La Casen 2015 tiene rigor técnico, rigor metodológico, el procedimeinto adecuado a partir de la realidad contemporánea y no de realidades pasadas.
Ese proceso de cohesión social que usted menciona ¿Cómo se fomenta desde su perspectiva?
La reflexión respecto de la Casen y su dimensión de cohesión social y redes sociales nos permite medior es saber si los hogares cuentan con redes de apoyo ajenas a su grupo hogar. Lo que es muy importante, pues considera las redes de colaboración dentro de las comunidades; otro factor que se mide en lo referente a la participación, es que si mayores de 14 años están conectadas a partir de las organizaciones de la sociedad civil o si lo mayores de 18 están ligados a organizaciones laborales. Incluso se genera una medición respecto de la discriminación. Con esto se busca establecer los niveles de superación de la pobreza a partir de la vinculación con tu entorno y no como un mero esfuerzo individual.
¿Pero qué pasa con otros espacios de participación a nivel general?
Eso es, una cosa distinta, una cosa distinta. Ya que se refiere a una reflexión más sociológica y política respecto de cual es el estado de la sociedad chilena respecto de la participación y hacia donde transita. En mi opinión la sociedad chilena estuvo cautivada por patrones de consumo como noción de progreso y bienestar, y hoy transita a una mirada donde se releven tanto su esfuerzo individual como su esfuerzo colectivo, que no estén disociados, hay un tránsito que hace la sociedad chilena que es muy interesante, es algo que está cursando.
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¿Y cómo se percibe ese proceso?
El punto es que la sociedad chilena se está repensando, desde las identidades de donde se construye la convivencia.
Usted señaló que los resultados de esta Casen no son causa de las reformas de este gobierno, las que se medirán en el futuro ¿Se pueden proyectar alguno de los avances?
Yo creo que los resultados optimistas de la Casen, ya que existe un orden de 435 mil personas que salen de la pobreza por ingresos y en el formato multidimensional disminuya 1,3% es reflejo de una política pública que ha sido efectiva en términos de derechos generando transferencias o focalizando los recursos de manera adecuada. El impacto de las reformas se verá en su momento y no en el presente, es decir el resultado de reducción de la pobreza en el tiempo se refleja por la efectividad de la política pública y no por la reforma, las que tendrán impactos medibles en períodos más prolongados.
Existen actores que señalan que si Chile se midiera con la misma vara con la que se miden países de la OCDE los niveles de pobreza y desigualdad serían mayores
Yo creo que Chile ha ido construyendo instrumentos de medición de pobreza por ingresos y de carácter multidimensional que son cada vez más exigentes. Si hubiésemos seguido midiendo la pobreza con patrones de 1987 podríamos tener cifras de mayor disminución pero que no tienen relación con la realidad. Ahora se ajustaron los patrones de consumo, lo que lo hace más exigente. Crear la medición multidimensional de la pobreza establece una mayor exigencia como país respecto de que entendemos por pobreza y que entendemos por calidad de vida y que entendemos por bienestar. Este año se reemplazó la ficha de protección social por el registro social de hogares, que tiene que ver con una lectura más exigentes de la realidad en términos de la caracterización socioeconómicas de las familias y esta es una autoexigencia que debe aumentar progresivamente.
¿Esta autoexigencia busca ir reduciendo los niveles de asistencialismo?
Lo que uno debiese apostar en una política pública de protección social efectiva es generar apoyos por parte del Estado que permita a las personas y a las familias compensar desventajas sociales pero del mismo modo generar apoyos para que las familias se habiliten en términos de generación de recursos, es decir que generen autonomías en términos del trabajo. Esas son políticas de autoexigencia que en el tiempo van cristalizando en mejor calidad de vida para las familias. Chile tiene un ingreso per cápita de US$ 23 mil lo que nos exige tener mejores políticas redistributivas. Muchas veces la palabra asistencialimo no estará bien calibrada porque las políticas requieren de cierto tránsito.
José Robredo H.
@joserobredo
El Ciudadano