Una de las causas de la crisis de legitimidad de la política que se vive en el país es la sólida -y hasta ahora fructífera- relación entre ésta y los grandes grupos económicos, que a través de una serie de mutuas prebendas sostuvieron el proceso de la transición.
Ahora, el escenario es conocido: investigaciones judiciales, desafueros, junto con una intrincada trama que no deja de sorprender y que tiene, en tiempos electorales, a la abstención como una de las principales protagonistas del proceso.
En este contexto es en el que se publica el libro «La Dieta de los Honorables» (Planeta, 2017), de la periodista Nancy Guzmán, investigadora de destacada labor tanto en medios nacionales como internacionales, que a través de un detallado análisis presenta las características y el quehacer de los miembros del Parlamento. Junto con ello, presenta las causas del actual momento.
En conversación con El Ciudadano, Guzmán sostiene que el libro busca que la gente pueda conocer que hay «saber más allá de las lindas sonrisas que aparecen en los carteles publicitarios», ya que -dice- «los ciudadanos tienen la obligación de definir a quienes instalamos en esta democracia».
«Yo creo que el que se consideren como élite es contrario a la democracia, ya que defienden sus propios intereses», explica la periodista, recalcando que «cuando se denominan como ‘clase política’, se definen como tal y eso afecta a la democracia». «Aquí nos horrorizamos con otros países, pero no miramos el tipo de democracia que tenemos», apunta.
En el desarrollo de tu libro se establece que la transición fue el caldo de cultivo para que los parlamentarios se convirtieran en funcionarios «especiales»
Hay tres elementos que determinan este tipo de transición: Uno, son los 17 años de la dictadura donde se criminalizó a la política y la ciudadanía aprendió a tomar distancia de ella; la segunda es el sistema binominal, que estaba hecho con el propósito de que los partidos eligieran y se autogestionaran con los grupos económicos que tenían en su interior; y lo tercero justamente es la relación entre el dinero y la política que fue haciendo que esto terminase siendo un maridaje perfecto. Con esto el ciudadano se dio cuenta que no tenía nada que hacer en ese mundo.
¿Esta concomitancia es un elemento pensado en el diseño de la transición?
Es el diseño de la democracia protegida. Al principio del proceso lo que se hace es apartar al ciudadano, que es el fiscalizador de la política y de los políticos; se cerraron todos los medios de comunicación que podían ser alternativas para revisar a los poderes públicos, quedando la prensa en grandes grupos -Copesa y El Mercurio-, con la televisión en manos privadas y con TVN que tiene un directorio que es cuoteado por los grandes bloques económicos. Ahí todo se tranzaba y, por lo tanto, esta democracia «protegida» hacía alabanza de los acuerdos. Pero ésta no era simétrica, sino que todo lo contrario: estaba el poder de la Sofofa, de los grandes grupos empresariales, los gobiernos de turno y los grupos que se relacionaban a alto nivel en ese período.
Ese binominalismo amparado por la Constitución, ¿se agotó?
Se encuentra en estado de crisis profunda, es cosa de mirar cómo se ha desarrollado la corrupción al punto de tener muy poca gente, en el mundo político, no involucrada en casos de este tipo o que no haya recibido plata de grandes grupos, y con una serie de cosas impropias de una democracia.
El texto establece una serie de grupos dentro del Parlamento. ¿Cómo la nomenclatura del Congreso viene a guiar las tareas del Congreso?
Debemos entender que una de sus tareas es ser fiscalizador de la acción del Ejecutivo, entonces es grave que tenga personeros que son corruptos y que se presentan como candidatos. Hay serias dudas de cómo se han manejado, desde cómo declaran sus ingreso o que son parte de directorios de empresas, lo que finalmente afecta a sus votaciones y no se inhiben a pesar de tener intereses comprometidos.
«Son muchas las cosas que están al debe en este país y que se malgastan en estos personajes»
Con las cifras que da cuenta el libro, los montos que maneja el Parlamento, y que no se traslucen totalmente, podrían financiarse varias reformas
No solamente eso… con eso mejora la Salud, la Vivienda Social. Son muchas las cosas que están al debe en este país y que se malgastan en estos personajes.
Con los antecedentes que se presentan, ¿queda la sensación de que en el Parlamento se abre un nuevo mercado laboral para la élite?
Yo creo que el que se consideren como élite es contrario a la democracia, ya que defienden sus propios intereses. Los Walker están ahí para defender los intereses de su familia, la gente de la UDI está ahí para defender los intereses de sus amistades y eso es grave. Pasa lo mismo con partidos que fueron de izquierda, como el PS, que defendía a las mayorías marginadas, y así… Cuando se denominan como «clase política» se definen como tal y eso afecta a la democracia. Aquí nos horrorizamos con otros países pero no miramos el tipo de democracia que tenemos.
¿Qué tan tentadoras son las mieles del poder para las nuevas fuerzas que ingresen al Parlamento?
Eso es a lo que se apela en el libro: que el ciudadano aprenda que es el fiscalizador de los parlamentarios elegidos, que los parlamentarios son sus representantes elegidos, no se ganaron su puesto en una licitación. Yo en el libro llamo a no votar por aquellos candidatos que tienen causas judiciales, es por eso que los conozcan. La gente necesita saber más allá de las lindas sonrisas que aparecen en los carteles publicitarios, los ciudadanos tienen la obligación de definir a quiénes instalamos en esta democracia.
Considerando la baja participación, ¿podemos decir que la transición hizo muy bien su trabajo?
Hizo muy bien la tarea de decirle a la ciudadanía que no tenía nada que hacer, que tenía que sentarse a esperar y que algún día le llegaría el momento de beneficiarse de esta democracia. Creo que hoy hay ciudadanos más empoderados, pero que no entienden aún que no son las autoridades los que tienen el poder, sino que es el ciudadano quien se los entrega, por lo tanto es el ciudadano el que debe decidir y cada cierto tiempo tener la posibilidad de sacarlos. No es necesario ser profesional de la política para realizar el trabajo de legislador, es el compromiso ciudadano el que nos debe mover.