«No somos gays ni homosexuales: somos maricones»

Durante la conmemoración de la muerte de la artista visual y performista Hija de Perra, el colectivo de estudiantes "Lemebel" se presentó en Centro Cultural Manuel Rojas con la acción terrorista: Nupcias transgénicas. Sus integrantes hablaron sobre la disidencia sexual y cómo la viven día a día fuera del arte.

«No somos gays ni homosexuales: somos maricones»

Autor: Andrés Monsalve

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«No tengo calzones, dónde está mis calzones… se los prestó a mi compañero… mejor me voy a limpiar, estoy llena de leche» eran palabras que se cruzaban en el pasillo mientras los integrantes del colectivo Lemebel se abrazaban y se sacaban fotografías después de presentar su performance o acto terrorista: Nupcias transgénicas.

En total son ocho estudiantes de diferentes liceos y edades que se unieron como forma de ejercerse y proponer la disidencia sexual en Santiago de Chile. Inspirados en el artista y escritos Pedro Lemebel y en Hija de Perra, estos jóvenes y adolescentes cuentan que no es fácil ser disidente, pero les gusta.

Alejandro Arriagada, 17 años, era la novia en la performance y explica que «yo recién me estoy adaptando a la disidencia. Pero para mi, la disidencia es el acto de incomodar a la persona haciendo cosas bizarras para que se de cuenta de las cosas que están en su entorno como el machismo, la heteronorma, el patriarcado. Todo esto es una bofetada en la cara para que salgas de todo esto, de esta burbuja».

Arriagada sostiene que vivir la disidencia día a día es complejo pero es un acto de rebeldía necesario para que la sociedad se transforme culturalmente. «Ser maricón, ser full mujer, yo siendo hombre, haciéndome la mujer, ese es el acto de rebeldía. Esta es mi bofetada a la sociedad para que despierte. Yo soy maricón no gay, porque gay es una palabra que define. Porque si te dicen gay es para normarte, lo normas a ser varonil, a ser hombre, a seguir los cánones de ser hombre. Es importante entender que yo me acepto tal y cual soy y no tengo por qué seguir los cánones de la sociedad.».

«Mi papá está metido full en la iglesia. Igual me acepta y me dice: yo te acepto en todo, pero igual me intenta normar, por ejemplo el otro día estaba con una peluca porque tenía que hacer un trabajo para la escuela y bueno, la estaba peinando y me dice ¿ahora te vas a vestir de mujer? y yo le dije no papá si es para el trabajo de la escuela no más», dice Arriagada riéndose.

«yo no me siento mujer, ni tampoco me siento hombre, no sé. Nada va conmigo, ninguna de las dos cosas. Ahora si pensamos el tema desde las leyes y eso, creo que lo importante no es la legislación, lo que necesitamos es un cambio cultural, porque las leyes no aseguran que no maten a un transgénero saliendo de su casa, las leyes no lo asegura. Las leyes son incompletas, sólo abarcan los básico, es sólo para el acto pero no buscan educar», agrega.

Arriagada viste un colaless y un velo de novia. Se sienta en el sillón mientras mira a sus compañeros. Este joven es uno más de la agrupación, dice que recién está ingresando pero que lo mejor que le pudo pasar es estar en ese espacio porque aprendió a aceptarse tal cual eso, sin normas, sin intentar agradar sino que siendo él mismo disfrutando de su diferencia.

Iván Figueroa, 17 años, explica que «esto no es sólo por la conmemoración de la muerte de Hija de Perra, también es por la necesidad que tenemos de entender y exponer la crisis de la condición humana, como por ejemplo todo los problemas que hay en cuanto al SENAME, también el caso de Matías Huerta. Todo esto nos hizo pensar, igual hay muchas cosas que se cruzan porque todo está dentro de este sistema, son escándolos que dan cuenta de cómo estamos como sociedad».

«De ahí entendimos que existen, por ejemplo, la mujer virginal o el matrimonio que representa muchas cosas institucionalizadas que aunque lo pintes como bonito surgen como una norma patriarcal de dominación de la vida cotidiana. Teniendo en cuenta esta crítica, pero también pensando en los referentes estéticos de Hija de Perra, es por eso que salió nupcias transgénicas», explica Figueroa quien tiene la cejas pintadas al estilo de la performista.

Este joven tiene sus ideas claras, sabe lo que le gusta y lo que no. Mira fijo a sus compañeros mientras se arregla el colaless. Dice que la disidencia es una forma de vida y que se sienta bien siendo como es.

Por su parte, Roda, 17 años es integrante del colectivo pero no participó de la obra. Aunque el joven tiene claro lo que los llevó a realizarla y además cuáles son sus propuestas como colectivo. Explica que se pusieron Lemebel porque el colectivo nace donde estudió el escritor y donde en un momento determinado la comunidad cola se sintió discriminada por lo que decidieron cambiar la situación.

Para Roda la disidencia sexual no es sólo incomodar, es una lucha tan importante como la lucha contra el capitalismo. Se define como de izquierda y revolucionario, pero dice que además de las luchas sociales como la estudiantil y los cambios en el modelo económico existen otras luchas que se entrecruzan y que son tan importantes como las llamadas «clásicas». Este joven habla claro y rápido, no tiene miedo a expresar sus ideales y para él es necesario cambiar la sociedad.

Estas posturas no son de Roda, sino que nacen y se inspiran en las crónicas y novela de Pedro Lemebel. «El escritor tenía una propuesta general de yo soy de izquierda también creo en los movimientos estudiantiles, pero hay algo más: hay un sistema patriarcal que nos oprime tanto como el capitalismo, porque al final lo iguala y se entrecruza, y trabajan juntos, porque se retroalimentan. Nosotros como fraternidad entendemos que el feminismo tiene que incidir en el movimiento social y hacer entender que debemos entremezclar las luchas porque finalmente somos todos un pueblo oprimido. La lucha de clases es un simil de la lucha de sexo».

«Creo que la performance es día a día, es necesario chocar con tu presencia. Porque no sólo  debemos gritar en estos espacios que son reducidos donde viene gente específica sino que en la calle te estén mirando que te griten maricón», explica Roda.

Matías Medina, de 20 años, dice que es la vieja del grupo pero su aporte es fundamental dentro de la obra «lo que queremos es que se normalice un poco las identidades tan diferentes que existen. Porque lo que queremos es corromper, pintarte las uñas en el palo del metro y que la gente te mire y eso se siente rico. Porque entendemos que la performance o el activismo como algo diario, todos los días tienen la lucha en mente, y dices me voy a vestir así porque así voy a provocar tal cosa en los demás».

Andrés Monsalve

El Ciudadano

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