Nuevo escándalo de abuso sacude a los Legionarios de Cristo: Víctima es el hijo del presidente de la CPC

El joven se identifica con nombre y apellido, revelando que es Martín Mewes, hijo de Ricardo Mews, presidente de la Confenderación de Producción y Comercio (CPC)

Nuevo escándalo de abuso sacude a los Legionarios de Cristo: Víctima es el hijo del presidente de la CPC

Autor: Ariadna Eljuri

Un nuevo escándalo de abuso sexual sacude a los Legionarios de Cristo, tras revelarse este miércoles una carta donde un exalumno del Colegio San Isidro denunciara que fue víctima de abusos en este centro educativo.

En la carta —publicada por el portal El Mostrador—, el joven se identifica con nombre y apellido, revelando que es Martín Mewes.

El medio citado reveló que se trata del hijo de Ricardo Mews, presidente de la Confenderación de Producción y Comercio (CPC).

«Querida familia, amigos, padres de familia, comunidad de colegios de los Legionarios de Cristo
y para todos a los que mi testimonio pueda servir. Mi nombre es Martín Mewes Achondo, tengo 34 años. Estoy casado y soy padre de dos niños», comienza la misiva.

Según El Mostrador, una vez que se conoció la carta, fuentes cercanas al colegio confirmaron que tanto Ricardo Mewes como su esposa hicieron ver su molestia al colegio por los hechos sufridos por su hijo cuando era menor de edad.

En la carta, Mewes recalcó que todo comenzó en Estados Unidos (EEUU) cuando comenzó a sufrir de alcohol, por lo que su esposa le recomendó que fuese a terapia.

En las sesiones —detalló el joven— comenzó a recordar hchos que se registraron cuando él tenía entre 10 y 12 años de edad.

«Poco a poco empezaron a aparecer recuerdos; imágenes de mí siendo niño, en una sala en mi colegio (San Isidro), con dos personas más. Un cura que recuerdo perfectamente, Luis Francisco González, y otro que siempre intuí que era el padre Daniel Reynolds, ambos pertenecientes a la congregación de los Legionarios de Cristo. Cuando vi su nombre en una denuncia reciente, se me removió todo, me dieron ganas de vomitar y mi sospecha se hizo más real», relata el joven.

Cabe recordar que Reynolds se encuentra en una demanda realizada por una exalumna del Colegio Cumbres, perteneciente a la congregación religiosa Legionarios de Cristo.

La terapista recomendó trabajar los recuerdos, y en esos momentos —explicó— sentía que su cuerpo reaccionaba de una forma que «muy pocas veces había sentido», al tiempo que señaló que en esos momentos experimentaba asco, debilidad y vergüenza.

«Estas sensaciones eran muy incómodas y perturbadoras. Sentía asco, debilidad, vergüenza, angustia y, sobre todo, mucho miedo. Finalmente, después de muchas sesiones, mi psicóloga me ayudó a nombrar lo que para mí era una sospecha. Dijo: “lo que viviste fue una situación de abuso», manifestó.

«Mi psicóloga me ayudó a nombrar lo que para mí era una sospecha. Dijo: ‘Lo que viviste fue una situación de abuso’.En ese minuto confirmé lo que siempre había creído. Había sido abusado. Esto pasó cuando yo tenía entre 10 y 12 años, edad en la que participaba como acólito y en otras actividades de los Legionarios de Cristo que eran muy atractivas para cualquier niño», recalcó.

Aseveró que durante esa etapa su personalidad realizó un cambio radical, pasado de ser un «niño muy alegre» a un niño «retraído y malhumarado». También manifestó que sus calificaciones bajaron «un montón» y comenzó a repudiar todo lo relacionado contra la Iglesia y la religión.

«Al parecer, había una rebeldía inexplicable en mí que para muchos era difícil de entender. Desde que tengo recuerdo, he estado en contra de los curas, quienes siempre me han provocado una incomodidad perturbadora. De hecho, entre bromas, siempre le dije a mi mamá que no me gustaban los curas porque “un cura me tocó” mientras estaba en el colegio. Hasta antes de enterarnos de la noticia, era solamente una talla, pero finalmente empezó a tener sentido», señaló en la carta.

Indicó que fue muy duro enterarse, a la edad de 33 años, que había sido abusado.

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«Principalmente porque después de ‘la noticia’ mis reacciones eran cada vez más intensas frente a muchos estímulos, especialmente si estaban relacionados con la religión. Para el bautizo de mi segunda hija, al cual accedí exclusivamente porque para mi señora aún eran importantes los sacramentos, ella decidió que debido a todo lo vivido, íbamos a bautizarla con un diácono en vez de un cura, lo cual me pareció razonable. Para mala suerte, este diácono tenía exactamente los mismos anteojos, o al menos me lo recordaban así, a los que usaba el cura Luis Francisco. Me acuerdo de que, para la reunión previa a bautizarla, sentí una rabia gigante e inexplicable y lo único que quería, además de escupirle la cara, era salir de ahí», manifestó.

Por esta razón, invitó a los padres a siempre mantener un diálogo con los hijos, y estar pendiente de los cambios de conductas, no para generar alarma, sino para poder detectar los casos.

«Quiero invitar a los que alguna vez fueron abusados y que todavía no pueden hablar, que traten de hacerlo, busquen ayuda profesional. Claramente cada uno vive su proceso y la idea de mi mensaje es que lo vivan como ustedes crean que les va a hacer mejor. Aunque empezar a hablarlo ayuda infinitamente. Por mi lado, estoy muy disponible a aportar en lo que pueda», concluyó.


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