Obama autoriza ampliar la guerra de Afganistán

El presidente Obama ha dado autorización a los militares estadounidenses para que en 2015 amplíen aún más las operaciones aéreas y terrestres en Afganistán, revirtiendo de hecho la orden que él mismo había dado de dar fin a las acciones bélicas en este año, dijeron funcionarios de la Casa Blanca al New York Times.

Obama autoriza ampliar la guerra de Afganistán

Autor: Sebastian Saá

Barak Obama-United States-Politics

En la nota publicada el sábado [22/NOV], el Times brinda detalles de la nueva orden, citando fuentes no identificadas tanto de la Casa Blanca como de Pentágono, en lo que equivale a una filtración oficial de los planes de expansión de las operaciones militares en Afganistán.

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En un anuncio hecho en el Rosedal de la Casa Blanca en mayo, Obama dijo que los militares estadounidenses pondrían término a las operaciones de combate en Afganistan el 31 de diciembre próximo y que los 9.800 soldados que permanecerían allí se limitarían a instruir a las fuerzas afganas y a la realización de ataques contra “los remanentes de al-Qaeda” en Afganistán, que se estimaban en menos de 100 combatientes.

Las nuevas normas de enfrentamiento establecidas por el presidente amplían el alcance de las operaciones permitidas e incluye ataques a las fuerzas talibanes, si amenazan a las tropas de EEUU y la OTAN, y acciones terrestres de ayuda a las fuerzas afganas. En efecto, los comandantes estadounidenses podrán hacer todo lo que quieran con las fuerzas de que disponen, incluyendo ataques aéreos basados en portaaviones de EEUU en el mar Arábigo.

La decisión de Obama se produce como consecuencia de la intensa presión de los mandamases del estamento militar, además del desastre sufrido el verano pasado por el ejército iraquí –adiestrado por EEUU– cuando se vino abajo ante la ofensiva del grupo fundamentalista sunní Estado Islámico en Iraq y Siria (ISIS), una filial de al-Qaeda.

Según la nota del Times, hubo un conflicto entre “la promesa que el Sr. Obama sobre el final de la guerra en Afganistan y el pedido del Pentágono de que las tropas estadounidenses pudieran completar con éxito el resto de las misiones en el país”.

Los asesores civiles hicieron todo lo posible para ser consecuentes con la vieja promesa de acabar las operaciones de combate estadounidenses en Afganistán. Según el Times, “los militares insistieron y los generales, tanto los del Pentágono como los destinados en Afganistán, urgieron al Sr. Obama para que definiera la misión con mayor amplitud de modo que los soldados de EEUU pudiesen atacar al Talibán

“Había una escuela de pensamiento que quería que la misión fuera muy limitada, solo dirigida hacia al-Qaeda”, le dijo un funcionario al Times, y agregó: “Los militares consiguieron casi todo lo que querían.”

La nota del Times, al contrario de muchas filtraciones “oficiales” de la Casa Blanca y el Pentágono, resuena porque deja bien claro quién tiene la última palabra en el Washington oficial. Demócratas y republicanos, presidentes y congresistas, van y vienen, y sirven de testaferros políticos para Wall Street y el aparato de la inteligencia militar, que son los que de verdad deciden.

Según varias noticias de la prensa, hay más razones –de índole legal y política– para el retroceso de la Casa Blanca en relación con Afganistán. El 31 de diciembre, se acaba la Operación Libertad Duradera, el nombre que la administración Bush dio a la invasión y ocupación de Aganistán. Según el punto de vista de Washington, una declaración oficial del fin de las operaciones de combate en Afganistán tendría varias consecuencias no deseadas, la menor de las cuales no sería el hecho de que Estados Unidos sería intimado por la ley internacional a liberar a los talibanes que aún están prisioneros en Guantánamo (los supuestos miembros de al-Qaeda siguen presos allí hasta el final de la “guerra contra el terrorismo”, es decir, nunca).

Ahora, la Operación Libertad Duradera será reemplazada por la Resuelto Apoyo, y los prisioneros afganos que todavía permanecen en Guantánamo, lo mismo que los que están en Afganistán –en prisiones militares y en centros de tortura de la CIA– continuarán donde están. Desde un punto de vista político, la operación estadounidense de cambio de régimen en Kabul, también denominada “elección presidencial afgana 2014”, se completó con el reemplazo del cada día más escandaloso e inestable Hamid Karsay por una más confiable pareja de marionetas de EEUU: Ashraf Ghani y Abdullah Abdullah.

Ambos hombres se apresuraron a firmar, como lo había hecho Karsai, un acuerdo de Estatuto de Fuerzas que autoriza la prolongación de las operaciones bélicas estadounidenses después de 2014, incluyendo una garantía de impunidad para los soldados de EEUU implicados en crímenes de guerra contra la población local frente a la posibilidad de ser enjuiciados en tribunales afganos. Ghani firmó el pacto inmediatamente después de asumir su cargo.

En un correo electrónico enviado al Times, el general John F. Campbell, comandante de las fuerzas de EEUU-OTAN en Afganistán, se refirió a la transición Karsai-Ghani con estas palabras: “La diferencia entre uno y otro es como la que hay entre la noche y el día”. Y agregó, “El presidente Ghani ha tendido la mano a la comunidad internacional y ha abrazado. Tenemos [ahora] una oportunidad estratégica que antes no teníamos con el presidente Karsai.”

El nuevo régimen afgano, despreciado por la población local por considerarlo un gobierno fantoche al servicio de EEUU y asediado por una creciente insurgencia rural, necesita desesperadamente la protección militar estadounidense para evitar que sus líderes sean colgados de las farolas en un futuro cercano. Además, los funcionarios afganos están ávidos de dólares en metálico para engordar sus cuentas corrientes en bancos de Dubai y Suiza, acumulados lejos para el día que se vean obligados a huir de Kabul.

La secuela de la capitulación de Ghani y del paso atrás de Obama es que otros miles más de civiles afganos serán asesinados en las incursiones aéreas estadounidenses. El Times citó a un “oficial militar de alto rango de EEUU” cuando afirmó que al año que viene “la Fuerza Aérea piensa utilizar cazas F-16, bombarderos B-1B y aviones no tripulados Predator y Reaper” en Afganistán.

En 2015, con el plan de combate trazado por el Pentágono junto con la OTAN, las fuerzas de EEUU operarán en el sur de Afganistán, las estadounidenses e italianas en el este, las alemanas en el norte y las turcas en Kabul. La parte occidental del país está dominada por la milicia del señor de la guerra usbeko Abdul Rachid Dostum, un conocido autor de matanzas que ahora es vicepresidente, después de ser compañero de candidatura de Ghani en las últimas elecciones.

La administración Obama sigue diciendo públicamente que habrá una continua disminución de las tropas estadounidenses en Afganistán, desde los 9.800 soldados al final de este año a unos 1.000 al final de 2016, y su trabajo estará limitado a la protección de la embajada de EEUU en Kabul. Esta promesa no vale más que la orden de Obama que establecía el final del papel de combatiente del ejército estadounidense el 31 de diciembre, una orden que ahora es un inútil papel arrugado.

El retroceso de Obama en Afganistán arroja más luz sobre el carácter absolutamente antidemocrático del sistema electoral de Estados Unidos. En algún momento en octubre, bastante antes de las elecciones del 4 de noviembre, la Casa Blanca llegó a dos decisiones importantes de política exterior: doblar el número de soldados estadounidenses en Iraq y ampliar substancialmente la autorización de combate de las tropas de EEUU en Afganistán.

La hostilidad popular que producen estas dos guerras fue la principal razón del triunfo de los demócratas en las elecciones de representantes de 2006 y de la victoria de Obama en las presidenciales de 2008. Obama consiguió la reelección en 2012 proclamando haber terminado la guerra de Iraq y prometiendo acabar la guerra de Afganistán el 31 de diciembre de 2014. Ambas promesas fueron hechas añicos en el periodo que precedía a la elección de representantes del 4 de noviembre sin haber dicho una sola palabra al pueblo de Estados Unidos.

Por Patrick Martin
World Socialist Web Site

Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García


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