Olivier Besancenot del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia: «Cuando hay crisis, existe una carrera entre la derecha y los progresistas»

Cartero de profesión, Besancenot es un político francés de izquierda

Olivier Besancenot del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia: «Cuando hay crisis, existe una carrera entre la derecha y los progresistas»

Autor: Sebastian Saá

Cartero de profesión, Besancenot es un político francés de izquierda. Se presentó dos veces a las elecciones presidenciales francesas en 2002 y 2007, por la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y obtuvo un poco más del 4% de los votos ambas veces. En 2002, fue el candidato más joven en la historia de la República, con 28 años. En 2009, la LCR se volvió el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA, Nouveau Parti Anticapitaliste), del que Besancenot fue portavoz hasta abril de 2011. Todavía es miembro de la dirección de este partido.

-¿Puede presentar la base ideológica y las ideas del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA)?

-Es una organización militante anticapitalista activa en Francia. Es pequeña, pero se hace escuchar. Este partido reúne a todos los que piensan que la economía de mercado y el “reinado” del capital ponen a la Humanidad y al medio ambiente entre la espada y la pared. Agrupa personas con experiencias y orígenes diferentes: militantes de empresas, de barrios populares, ecologistas, etc. Todos llegaron a la misma conclusión: no se puede reformar o arreglar el sistema. Entonces somos condenados a inventar un nuevo modo de producción y de consumo, si queremos seguir la historia de la Humanidad.

-En el sitio Internet del NPA, se puede leer que el partido ‟defiende un proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad”: ¿Qué significa e implica el concepto ‟revolucionario”?

-Implica volver a sacarle a una minoría privilegiada sus riquezas y el poder que ejerce en la economía y en toda la sociedad, para que todos puedan beneficiarse de eso. Se necesita aplicar medidas y reformas de urgencia para salir de la crisis, al nivel de los sueldos, de los despidos, de los servicios públicos, de la energía o del agua. Implica darse los medios para imponer estas reformas a esta minoría, ya que son en contra de sus intereses. Así, para nosotros, la ruptura revolucionaria es proteger la emancipación del pueblo hasta el final.

-¿Entonces, el proceso revolucionario implica la aprobación de medidas y de leyes más vinculantes?

-Teóricamente, lo mejor sería que un gobierno elegido democráticamente, en base a semejante programa, pueda aplicar su política, ya que fue elegido para eso. Sin embargo -la historia lo mostró- sabemos que cuando este tipo de gobierno es elegido, una minoría de capitalistas, de banqueros y de ricos no quiere que realice su política, en contra de sus intereses. En general, esta minoría no duda en utilizar la represión, la contra revolución, incluso el golpe de Estado -como ocurrió bajo Allende, con el golpe de Estado de Pinochet, apoyado por los Estados Unidos. Entonces, ser revolucionario implica proteger la emancipación, para que la revolución y el nuevo movimiento popular no sean desposeídos.

-Las elecciones presidenciales francesas, que François Hollande (Partido Socialista) ganó, ocurrieron en abril-mayo 2012. El candidato del NPA, Philippe Poutou, obtuvo el 1,15% de los votos. ¿Qué opina de este resultado?

-A pesar de todo, logramos hacer una campaña militante, que permitió la emergencia de una nueva personalidad del NPA, Poutou, un obrero del sector automotriz. Más allá del resultado, fue escuchado y apreciado, ya que no es un político profesional.

¿En 2011, por qué decidió no representarse a las elecciones presidenciales? Ya explicó que considera que la política no es una profesión y que se necesita renovar las generaciones. ¿Se trata de evitar el proceso de ‟personalización” de la política?

-Exactamente. Es una lección que sacamos de la experiencia de la Comuna de Paris en 1871 (movimiento insurreccional que gobernó París durante dos meses, instaurando un proyecto político popular autogestionario): no se puede delegar su destino a un ‟salvador supremo”, a una persona que asegura poder cambiar las cosas en tu lugar, privándote de tu propio destino, lo que genera inacción. Aún peor, esta situación puede desembocar en traiciones futuras también. Entonces pensamos que la solución es la implicación popular: son las personas implicadas en primer lugar por las decisiones que les afectan a diario que deberían encargarse de su propio destino. Deberían implicarse en el escenario social y político, donde precisamente los políticos profesionales no quieren que actúen, para quedarse entre ellos y decidir para nosotros.

-Jean-Luc Mélenchon, el candidato del Frente de Izquierda (Front de Gauche), entre el Partido Comunista Francés y el Partido de Izquierda entre otros, obtuvo el 11% de los votos (cuarta posición), en las elecciones presidenciales.

-Fue positivo, ya que dio esperanza a muchos militantes. Sin embargo, tenemos diferencias con el Frente de Izquierda, con respecto al tema de la apropiación pública del sector bancario, sobre cuestiones ecologistas, sobre la idea que tenemos de la representación política, ya que no queremos políticos profesionales, etc. Además, no tenemos exactamente la misma percepción a propósito del nuevo gobierno (PS). El Frente de Izquierda tiene una posición oficial que se puede calificar de “ni-ni”, es decir, ni en el gobierno, ni en la oposición. En cambio nosotros pensamos que hay que establecer una oposición unitaria lo más fuerte posible. Queremos decir a todos los que no están en el gobierno que se necesita dejar esta posición de equilibrista y asumirse de manera totalmente independiente frente al gobierno. Tenemos la esperanza de avanzar juntos en un frente de oposición.

-¿Como analiza las primeras medidas tomadas por el gobierno socialista de François Hollande?

-Consideramos esas medidas sin ilusiones y sin sorpresas. Este gobierno gestiona la situación de alternancia así como la crisis del sistema capitalista. Hubo algunas medidas emblemáticas e importantes, sobre el tope del salario de los grandes patrones de empresas públicas, el hostigamiento sexual y el matrimonio homosexual. Sin embargo, cuando sopesamos lo bueno y lo malo, no hay duda que tenemos una izquierda liberal en Francia, lo que va a producir
muchas decepciones. Una oposición a la izquierda gubernamental es necesaria, sino la derecha y la extrema derecha ganarán.

-¿Entonces, la llegada del PS al poder no va a cambiar las cosas de manera radical?

-No, porque sabemos que este tipo de izquierda nos engaña cuando está en el poder. En Francia hay una especie de desajuste horario con el resto del mundo, con respecto a la crisis de la globalización y a los grandes movimientos de protesta que genera actualmente, me refiero a los indignados, a las grandes huelgas que se están tramando, a lo que pasa en Chile, en Quebec, en los países árabes, en Grecia o en España. Entonces, en este periodo de retroceso social y político que existe en Francia desde hace dos años, tenemos la esperanza de que estos movimientos despierten en la sociedad francesa.

-¿Qué piensa de las medidas de austeridad tomadas por varios países europeos y el Banco Central Europeo (BCE), para hacer frente a la crisis?

-Encontramos estas medidas indignantes y absurdas. Son indignantes porque hacen pagar la factura de la crisis al pueblo, que no es responsable, mientras que los verdaderos responsables de la crisis -los capitalistas, especuladores y financistas- son perdonados. Aun peor, se les da dinero público. Las políticas de austeridad son absurdas, porque suprimieron empleos y bajaron el poder adquisitivo del pueblo.

-En Europa, la extrema derecha va viento en popa desde hace algunos años. Marine Le Pen del Frente Nacional (Front National) obtuvo un resultado histórico en las elecciones presidenciales este año, con el 17.90% de los votos (tercera posición). ¿Como explica ese
fenómeno?

-Es una de las consecuencias de la crisis. Cuando hay importantes crisis económicas, como en 1929, existe una carrera de velocidad entre la extrema derecha y el movimiento progresista. Esta carrera de velocidad es real, se puede observar en una polarización política en casi toda Europa. Hay una carrera de velocidad entre el miedo y la esperanza, en todas las sociedades víctimas de la crisis.

-¿Que se puede hacer para hacer frente a la subida de la extrema derecha?

-Primero, recomendamos establecer una unidad lo más amplia posible para resistir la subida de la extrema derecha y de las ideas racistas. Cuando hay una catástrofe natural, se decreta el estado de urgencia. Del mismo modo, frente a una situación de urgencia social, hay que decretar el estado de urgencia social para tomar medidas de excepción.

-¿Qué opina de la izquierda que estuvo en el poder en los últimos años en América Latina, con presidentes como Hugo Chávez o Evo Morales por ejemplo?

-Para nosotros, se trata de un proceso político que viene de lejos. No se puede entenderlo sin analizar el proceso de radicalización política que América Latina conoció en los 15-20 últimos años, con respecto a las políticas liberales de ajuste estructural. Tal vez, actualmente, estamos viviendo en Europa lo que América Latina experimentó hace 20 años a nivel político. Sin embargo, todo no está arreglado en América Latina, y no hay ninguna sociedad y ningún gobierno ideales. Pero apoyamos la izquierda allá, aunque no impida la discusión y la crítica. Por ejemplo, podemos apoyar Morales o el proceso bolivariano en Venezuela, al menos contra todas las políticas de contra-revolución o las tentaciones de puesta bajo tutela del imperialismo estadounidense. Además, observamos con atención lo que pasa en las movilizaciones. En lo que concierne a Chile, ya recibimos delegaciones de estudiantes en Francia en reuniones informativas. Actualmente, en la ‟université d’été” del NPA (‟universidad de verano”: concentración de militantes y políticos de un partido, con la organización de debates y conferencias, al fin del verano, antes de la reanudación política; se terminó el 29 de agosto, pero la entrevista fue realizada el 27), intercambiamos de manera muy fructífera con la delegación de chilenos, presentes para hablar de la situación en su país.

-Desde hace más de un año, existe una fuerte movilización estudiantil en Chile, así como movimientos contestatarios en otros sectores. Se habla muy poco de eso en Francia.

-Es verdad que ese movimiento no está en portada de la prensa francesa. Sin embargo, podemos ver en nuestras reuniones que el tema interesa. La juventud francesa sigue lo que pasa allá y se siente solidaria con los chilenos, ya que todos estamos afectados por las mismas políticas liberales en la educación, con el aumento de los gastos de escolaridad, y más generalmente por la falta de acceso a una serie de servicios públicos.

-Se habla de la Ley Hinzpeter en Chile, similar a la ley votada en Quebec para restringir los movimientos sociales.

-Estamos en contra de todas las políticas represivas. Se percibe el paralelo entre estas leyes con hacer pagar una factura muy costosa al puebo. Existen clases dominantes que reprimen la movilización y que utilizan medidas de excepción. Pensábamos que estas medidas pertenecían al pasado, pero parece que no. Existen situaciones políticas en que encontramos rasgos similares a lo que ya ocurrió. Pero este tipo de actitud no toma en cuenta la fuerza del movimiento de fondo que existe, como en Chile o en Quebec, países caracterizados por el carácter masivo, radical y largo de la movilización. No se puede impedir la existencia de semejantes movilizaciones, aunque todos los movimientos tengan altibajos.

-En Argentina, ¿como analiza las políticas llevadas a cabo por Cristina Fernández, quien nacionalizó la compañía petrolera YPF, una filial del grupo español Repsol?

-Todavía la política argentina actual es la consecuencia de la situación de bancarrota del país en 2000, que desembocó en la toma de medidas draconianas en apariencia -incluso por parte de clases dominantes en Argentina-, lo que plantea dos puntos. Primero, muestra que es posible tomar medidas de nacionalización, de apropiación social, o de anulación de la deuda pública, supuestamente ‟imposibles” como se dice en Francia. Segundo, desgraciadamente, se ve que estas medidas no son suficientes, ya que todavía existe mucha pobreza, movimientos fuertes en las empresas que cierran, piqueteros, parados… Entonces, es un gobierno que no reacciona tampoco frente a la urgencia social que se exprime en Argentina.

Por Chloé Lauvergnier 

El Ciudadano Nº 135, primera quincena noviembre 2012


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