A vísperas de que se conmemore el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Zeid Ra´ad, alto comisionado de las Naciones Unidas, quiso “honrar la lucha en pro de los derechos humanos de millones de mujeres que han exigido el respeto de sus derechos y los de los demás”.
El máximo responsable de derechos humanos de la ONU recordó que los avances del movimiento feminista han sido lentos pero sostenidos. Sin embargo, alertó que, actualmente, se percibe en varios lugares del mundo un retroceso en el proceso de igualdad.
“En demasiados países asistimos ahora a un contraataque contra los derechos de la mujer, una reacción que nos perjudica a todos. Debemos permanecer en alerta: el avance de los últimos decenios es frágil y en modo alguno debería darse por sentado”, subrayó.
“Resulta en extremo desconcertante comprobar los retrocesos recientes en las principales leyes de muchas regiones del mundo, basadas en una renovada obsesión de controlar y limitar las decisiones de la mujer sobre su cuerpo y su vida, y en la idea de que su función social debería limitarse fundamentalmente a la reproducción y la familia”, agregó.
Algunos países en cuestión
El comunicado citó ejemplos de varios países, como el de Burundi, donde existe una ley que establece culpabilidad a la mujer que sufre de violencia de género por su “atuendo indecente” o su “conducta inmoral”.
En Bangladesh, una ley sobre el matrimonio precoz que se aprobó la semana pasada contiene una cláusula que permite que las muchachas menores de 18 años contraigan matrimonio en “circunstancias especiales” que no aparecen definidas en el texto, denuncia Zeid.
En la Federación de Rusia, “los activistas no lograron detener la despenalización de determinadas modalidades de violencia doméstica”, dice el alto comisionado de la ONU.
“Los esfuerzos de dirigentes políticos y de la sociedad civil encaminados a permitir el acceso a los derechos sexuales y reproductivos bajo determinadas circunstancias en El Salvador, la República Dominicana, Honduras y Nicaragua se enfrentan a una enérgica resistencia y han generado contrapropuestas legislativas y políticas”.
“Como siempre, quienes pagan el precio más oneroso por esas políticas son las niñas y las mujeres que más marginación padecen”, puntualiza.
Zeid advierte que los países en desarrollo con medidas regresivas que niegan a las niñas y las mujeres el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva tendrán efectos devastadores.
Y cita entre ellos mayor mortalidad materna, más embarazos no deseados, menos muchachas que concluyan los estudios y la repercusión económica derivada de la falta de integración de las mujeres en la fuerza laboral.