Mientras no sea encontrado el último desaparecido del régimen militar, mientras no sea establecida la lista completa de los muertos de la invasión, no puede haber perdón, ni olvido, ni pase de página, para ninguno de los hechos criminales acontecidos en Panamá
El noticiero de Telemetro presentó lo que ellos llamaban “entrevista” al ex general Manuel A. Noriega por el periodista Álvaro Alvarado. En realidad se trató de la lectura muy formal de un comunicado por parte del militar ya que, ante cada pregunta concreta, Noriega sostuvo que no deseaba salirse del marco de su declaración inicial.
En esencia Noriega pidió perdón a quienes haya ofendido (¿?) durante el ejercicio de sus funciones militares, ya sea acatando órdenes de sus superiores o por parte de sus subalternos durante el régimen militar. Noriega apela a la conocida “obediencia debida” por la que los militares del Cono Sur pretendieron zafar la responsabilidad frente a la violación de los derechos humanos.
La declaración de Noriega dividió rápidamente las opiniones del país en dos partes. La primera, la representada por el propio presidente Juan C. Varela, que dio a entender que deben aceptarse las disculpas de Noriega y “pasar la página” porque aquellos hechos ya estarían superados y no tienen nada que ver con el presente de Panamá. La opinión contraria la dieron los familiares de las víctimas de la dictadura, quienes no aceptan las disculpas porque no son honestas, ni clarifican lo sucedido con las personas desaparecidas y asesinadas por los militares.
Prevalece en la ciudadanía la sensación de impunidad, de que el pedido de perdón de Noriega no es más que otra jugarreta jurídica para escapar, medida “cautelar” mediante, de la responsabilidad por los graves delitos que se le imputan. Como en otros casos judiciales de “alto perfil”, donde prevalece el peculado y la corrupción, donde empresarios millonarios son imputados pero terminan “pagando” su culpa en lujosas residencias (con piscina incluida) gracias al milagro del “depósito domiciliario”.
La sensación de impunidad no se desvanece pese a que Noriega tiene razón al señalar que ya ha estado preso por más de 26 años, lo que supera la pena máxima establecida en la fecha en que se cometieron los delitos que se le imputan. Tampoco se supera la sensación de denegación de justicia porque los abogados de Noriega alegan que su cliente está enfermo y supera la edad en que la mayoría de los condenados solicitan el arresto domiciliario según la legislación vigente.
Noriega permanece detenido en la cárcel de El Renacer por una arbitrariedad jurídica, por una injusticia impuesta por los oligarcas panameños que: en los años 70 hicieron negocios bajo los auspicios de los militares; que en los años 80 pidieron la invasión para sacarlo del poder porque era un estorbo a sus negociados; que en 1990, en plena invasión norteamericana, a través del trío Endara – Arias Calderón – Ford, pidieron al gobierno de George Bush que se lo llevara frustrando cualquier pedido judicial en Panamá; que durante más de 20 años hicieron lo posible para que no volviera y lo retuviera EEUU apelando a cualquier arbitrariedad, de manera particular a través del gobierno de Martín Torrijos del PRD.
Digámoslo como es: esta sensación de injusticia e impunidad que sienten las víctimas del régimen militar y sus familiares, como la que pueda sentir el propio Noriega, se debe a que la invasión norteamericana del 20 de Diciembre de 1989, fue un acto violento e inhumano que se hizo para que los panameños no tuviéramos ni democracia, ni justicia, ni equidad social.
La cruenta invasión norteamericana de 1989, de la que es responsable en primer término el gobierno de Bush y el imperialismo yanqui, pero que actuó con la complicidad de los jefes de la Cruzada Civilista, y del propio Noriega que preparó las condiciones internas (y luego huyó y se entregó cobardemente), se produjo para que no fuera el pueblo panameño quien derrotara al régimen militar en las calles, que impusiera mediante un acto soberano estado verdaderamente democrático y alcanzara una justicia real y efectiva frente a los crímenes de estado cometidos bajo el régimen militar.
La falta de justicia de hoy, la impunidad, la corrupción generalizada, el régimen oligárquico con apariencia de democracia, la inequidad social, y todas las desgracias que sufre nuestro país tienen su origen en la invasión norteamericana de 1989, y son responsables por ello, tanto los ejecutores materiales, como quienes la han apoyado, pretendiendo que el único culpable era Noriega.
Señor presidente Varela, NO, la página no se puede pasar porque todavía hoy vivimos las consecuencias del régimen militar y de la invasión. Mientras no sea encontrado el último desaparecido del régimen militar, mientras no sea establecida la lista completa de los muertos de la invasión, no puede haber perdón, ni olvido, ni pase de página, para ninguno de los hechos criminales acontecidos en Panamá.
Por Olmedo Beluche en Kaos en la Red
Panamá, 29 de junio de 2015.