Patrick Elie del movimiento Lavalas de Aristide: «estamos pagando muy caro el no habernos tomado el tiempo para construir un movimiento más organizado y fuerte»

El 7 de febrero de 1991, asumió la presidencia de Haití el teólogo de la liberación Jean Bertrand Aristide

Patrick Elie del movimiento Lavalas de Aristide: «estamos pagando muy caro el no habernos tomado el tiempo para construir un movimiento más organizado y fuerte»

Autor: Wari

El 7 de febrero de 1991, asumió la presidencia de Haití el teólogo de la liberación Jean Bertrand Aristide. Esta era la primera vez, de las muy pocas, que un presidente ha sido elegido democráticamente en ese país. Significaba, para muchos, el fin de casi dos siglos de de dictaduras y autocracias, especialmente tras medio siglo de opresión a mano de los Duvalier y sus acólitos. Pocos podían prever la feroz reacción que se desataría y que iniciaría un proceso de casi dos décadas de dictaduras, intervenciones y ocupaciones militares. En el 20 aniversario de esta fecha, es muy difícil imaginar la esperanza de esos días cuando miramos la desolación de Haití hoy en día.

Para entender mejor el sentido de esta fecha tan importante, hemos entrevistado a Patrick Elie, veterano luchador antidictatorial desde los ’60, militante del movimiento Lavalas de Aristide, Coordinador Nacional Anti-Narcóticos durante el primer gobierno de Aristide en 1991. Su militancia lo hizo sufrir del exilio tras el golpe de ese año, volviendo en 1994 como Secretario de Defensa, presidiendo la desmovilización del ejército a mediados de esa década. Con esa experiencia en mente, y con el beneficio de la perspectiva que otorga el tiempo, hemos conversado sobre las consecuencias que hasta el día de hoy tiene ese momento político.

-¿Cuál es, en su opinión, el significado histórico del 7 de febrero de 1991?

-Para mí, es un momento muy significativo, porque fue la primera vez en que el pueblo haitiano eligió uno de los suyos como líder. Por supuesto uno podría decir que en la Independencia ocurrió lo mismo, pero entonces las elecciones eran en un contexto y de una manera muy diferente. Me siento muy feliz de poder hablar de esto con alguien de Chile, porque, de una u otra manera, es algo similar a lo que ocurrió cuando Allende ganó las elecciones. El pueblo podre de Haití quería ser ciudadanos, y obtuvieron el poder no mediante las armas sino que mediante el voto, y por esto atrajeron una reacción violenta similar a la que enfrentó el pueblo chileno en 1973. Veo que las potencias detrás de ambos golpes, las cuales sabemos bien quiénes son, tuvieron propósitos semejantes en su deseo de contener ese torrente de democracia popular, de drenarlo.

-En esas elecciones, los EEUU esperaban una victoria fácil de sus candidatos. ¿Por qué el mensaje de Aristide resonó de una manera tan contundente con el pueblo haitiano?

-Los pobres estaban familiarizados con Aristide, ya que él era uno de los pocos que expresaban lo que ellos pensaban y sentían. Su candidatura fue tardía, se presentó el 18 de octubre como candidato y las elecciones eran en diciembre… eso disminuyó las posibilidades de bloquear su candidatura. Los haitianos fueron tomados por sorpresa por esta candidatura y la derecha reaccionó cuando él ya era presidente, de manera tardía, pues todos fueron tomados por sorpresa.

-¿Hubo algún cambio duradero para Haití durante la presidencia de Aristide?

-El gran cambio es que el pueblo se vio empoderado. Ese fue un cambio sustancial, el pueblo sintió que puso a uno de los suyos en el palacio presidencial, y esto fue un momento que perdura e la conciencia de todos. El pueblo es quien creó este momento, no fue Aristide. Los siete meses que estuvo en el poder, hubo un sentimiento de que las cosas empezaban a cambiar. Puedo darte un ejemplo concreto de cómo empezaban a cambiar las cosas. Aduanas es un antro de corrupción de toda la vida, y en esos meses, no se podía corromper a nadie, algo había cambiado, para que la gente no quisiera aceptar sobornos. No era sólo que el sistema estaba comenzando a combatir la corrupción, era la propia gente que no aceptaba esa corrupción.

-Y de las reformas concretas, ¿cuál es la más importante que se realizó?

-No alcanzó a haber en realidad un proceso de reformas, pues no se alcanzó a institucionalizar ninguna de ellas… es difícil de explicar, este fue un momento grandioso, un momento a medio camino entre una revolución y una reforma, y todo cuanto se logró no fue en términos de las instituciones, sino que en el movimiento y en espíritu. No hubo tiempo de convertir nada de esto en ley, el gobierno solamente duró siete meses en un clima extremadamente hostil, frente a un ejército controlado por los EEUU y las fuerzas duvalieristas, por la burguesía haitiana. El verdadero cambio fue un espíritu nuevo que se generó y que controló en un cierto sentido y por un cierto tiempo, la vida política de Haití.

-Cuesta creer que este momento verdaderamente existió cuando vemos la situación calamitosa del país hoy, más empobrecido que nunca y ocupado militarmente… ¿qué sucedió?

-Ni los duvalieristas ni sus aliados extranjeros, en realidad, perdieron el poder en ningún momento. La razón de nuestra derrota, la cual es temporal, no definitiva, es porque en realidad no nos preparamos para una lucha de largo aliento; hicimos un avance muy rápido, pero no entendíamos el poder. Construímos una democracia sin preocuparnos mucho de sus basamentos, y esa es la razón por la cual se vino abajo tan fácilmente. Este no es el fin, pero estamos pagando muy caro el no habernos tomado el tiempo para construir un movimiento más organizado y fuerte.

-¿Qué análisis hace del retorno de Baby Doc a Haití?

-Esto es parte de la misma conspiración para arrebatar al pueblo haitiano su democracia, el tipo de democracia que ellos mismos han decidido construir. Él no es más que un peón, un títere, en esta gran contienda entre el pueblo haitiano y los EEUU, Canadá y Francia, que nos quieren imponer su propia versión de la democracia. Él está siendo usado, si se quiere, para cerrar el capítulo del movimiento popular haitiano. Claro, esto es algo que él solo no puede hacer, pero es utilizado como una pieza en esta conspiración. Es una manera de decirle al pueblo haitiano que todos sus sueños fueron en vano, pues 25 años después, la misma persona a la cual derrocaron ha vuelto. Como si todos esos 25 años de lucha no hubieran sido para nada…

-¿Y fueron en vano?

-Claro que no. Estamos sufriendo una derrota provisional, pero la lucha continúa y estamos aprendiendo de nuestros errores, revisaremos lo que hemos hecho, corregiremos los errores, y haremos las cosas de manera diferente a cómo las hicimos en 1986 o en 1991. Debemos aprender de nuestras derrotas, de manera similar a como el pueblo de Chile también tuvo una pésima sorpresa cuando esperaban que el ejército respetaría la Constitución y el veredicto del pueblo, y luego no dudaron en lanzarse en contra del pueblo…

-¿Qué opina usted del retorno de Aristide a Haití?

-Creo, primero que nada, que el presidente Aristide (en la foto) debería retornar a su país y deberíamos preparar su retorno, en vez de que ocurra de manera espontánea como lo hicimos en el pasado. Lo peor sería, por ejemplo, que Aristide regresara y lo asesinaran, hay que prever esas cosas. Debemos prepararnos. Creo que él puede ser un actor clave en la lucha, pero no creo que deba nuevamente ser el líder máximo del pueblo, aunque puede contribuir mucho. Es que estamos en otra fase de nuestra lucha, y aunque en ella él sigue siendo una parte importante, su rol no sería ya el de ser el máximo líder.

-¿Algún último mensaje para los lectores en Chile?

-Mi mensaje final sería pedirles que vean la realidad de que Chile es parte de una fuerza de ocupación militar en Haití. Ahora que enfrentamos una verdadera ofensiva por parte de los verdaderos enemigos de Haití y su pueblo, Chile y otros países que han sufrido esta misma clase de adversidades, deberían posicionarse junto al pueblo haitiano. Debemos construir solidaridad de pueblo a pueblo, no entre gobiernos. No es tan sencillo como retirar las tropas, se trata aún más, de presionar a todos los niveles a la opinión pública para que detenga el tipo de presión y desestabilización que se está ejerciendo sobre Haití para que renuncie a lo poco de soberanía que aún tiene. Estamos sufriendo de una conspiración por parte de las mismas potencias que derrocaron a Allende y que fomentaron las dictaduras latinoamericanas y debemos buscar la manera de defender y proteger lo que hemos conquistado, por poco que pueda parecer, para no haberlo perdido todo.

Por José Antonio Gutiérrez D.

25 de enero, 2011

Fotografía: arrby.wordpress.com/www.ciaramc.org

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