Pepe Mujica: el volkswagen escarabajo no se vende

¿Qué convierte a un hombre en «gigante» o «chiquito»? ¿Poder, fama, fortuna, «éxito», afán de trascender? Nada de esto confunde al presidente saliente de Uruguay, José Pepe Mujica, quien así como el otro Pepe, Artigas, renegó a escribir la historia de su país con letra «chiquita»

Pepe Mujica: el volkswagen escarabajo no se vende

Autor: mauriciomorales

mujica y su escarabajo

¿Qué convierte a un hombre en «gigante» o «chiquito»? ¿Poder, fama, fortuna, «éxito», afán de trascender? Nada de esto confunde al presidente saliente de Uruguay, José Pepe Mujica, quien así como el otro Pepe, Artigas, renegó a escribir la historia de su país con letra «chiquita».

La señora más terca de nuestra especie se llama «Historia», y así fue desde que el hombre empezó a ser «gigante». Sin embargo, cuando la brújula de la historia se pierde, grande es el riesgo de escribirla con la melindrosa letra de los «chiquitos».

Después de José G. Artigas (1764-1850), Manuel Oribe (1792-1857) y Aparicio Saravia (1856-1904), tocó al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T, 1965) retomar la causa de la Patria Grande en el río de la Plata. Y a contramano de lo que historiadores descafeinados, como Tulio Halperin Donghi, han sostenido, el MLN-T no fue a consecuencia de la revolución cubana, aunque así lo entreviera el clima de la época.

En el prólogo a Raúl Sendic, el primer tupamaro (Sergio Góngora, 2007), el Pepe Mujica escribió refiriéndose a su jefe: «Era muy heterodoxo, tenía una cabeza terriblemente abierta, tanto que daba miedo. Porque también los hombres de izquierda inventan su Biblia. Y después creen en ella, aunque la realidad les esté rompiendo la cabeza. Es casi una actitud humana el ser un tanto conservadores y es muy difícil mantener la frescura, poder remover y remover neuronas».

Sigue: “Ningún pueblo va a salir adelante si no acumula trabajo, si no reparte el fruto de su trabajo real, y sobre todo cuando hay que tapar en lo inmediato la brecha social, no de los que tienen algún trabajo, de la brecha social de los que no tienen nada. Y esos deben estar primero… hay que tener la audacia de revisarlo todo…”

Continúa: «Si se pierde el camino al corazón de las masas, todo lo demás será filosofía militante de boliche». En suma, y siendo justos con la «verdad histórica», el Pepe Mujica terminó defraudando a los «hombres bíblicos» de las izquierdas. Pues si no llegaba tarde a la conferencia Retos y desafíos del Mercosur, con la nariz herida tras ayudar a un vecino en problemas a causa de una tormenta, daba una charla de aliento a los jóvenes del humilde club de futbol Huracán, aferrado a la tapa para inodoro que acababa de comprar en la ferretería del barrio.

Muchos de los que junto con el Pepe padecieron en las mazmorras de la dictadura cívico-militar (1973-85), y no pocos «militantes de boliche», le pegan y continúan pegándole durísimo al señor presidente, que fue herido seis veces en enfrentamientos armados, apresado cuatro ocasiones, fugado de la cárcel en dos oportunidades, y con un total acumulado de 15 años en prisión, 11 de los cuales en aislamiento, platicando con las hormigas.

En 2009, el supermarxista de cinco estrellas James Petras opinó desde Nueva York para CX36 Radio Centenario de Montevideo: “Mujica no es sólo indigno para Uruguay, sino para toda América Latina. Parece un Berlusconi del Cono Sur… Yo creo que por lo menos un candidato conservador como Astori (Danilo, vicepresidente) pero hombre serio, es algo más digno que este payaso que se presenta como populista”.

Por su lado, las derechas creen que Mujica es una suerte de Gandhi rioplatense. A lo que responde: “Yo no soy pobre. Pobres son los que creen que soy pobre. Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero sólo para poder ser rico… Si tengo muchas cosas me tengo que dedicar a cuidarlas para que no me las lleven. No, con tres piecitas (cuartos), me alcanza. Les pasamos la escoba entre la vieja y yo y ya, se acabó. Entonces sí tenemos tiempo para lo que realmente nos entusiasma. No somos pobres”.

En junio pasado, durante la pasada cumbre de países del G-77+China que tuvo lugar en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, un jeque árabe le ofreció al presidente uruguayo un millón de dólares por su vocho (volkswagen escarabajo) color celeste de 1987. Vehículo conservado en perfectas condiciones, y que en la declaración jurada de bienes el gobernante valuó en 2 mil 850 dólares.

El dueño respondió: «Nunca podríamos venderlo. Fue fruto de una colecta, y ofenderíamos a los amigos que se juntaron para darnos ese regalo». Luego, en septiembre, el embajador de México en Montevideo, Felipe Enríquez, ofreció al Pepe 10 camionetas 4×4 nuevas a cambio del vocho. La respuesta fue similar a la anterior: el vocho no se vende.

Por José Steinsleger

La Jornada


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