Piñera –en entrevista con La Tercera de 21 de diciembre- no asume que el frenazo de la economía comenzó en 2012, durante su gobierno. Por ello omite dar cifras y se queda en definiciones generales.
Tampoco admite que el no fue capaz de cumplir con la principal promesa de su campaña a La Moneda: omite toda referencia a la fracasada ofensiva contra la delincuencia, su principal promesa de campaña y motivo por el cual la ciudadanía votó por él. Las porfiadas cifras lo desnudan y condenan. Sólo asume como falencia su mala relación con los partidos y con la coalición que le apoyaban. Piñera sufre de amnesia progresiva.
Está claro que la última encuesta CEP -dada a conocer el 3 de diciembre y en la que se evidenciaría una baja en el apoyo al Gobierno- fue determinante para la arremetida navideña de Piñera. Su largo silencio no desperdició la brecha que dicha medición abre en la popularidad de la presidenta y ya con números en mano el expresidente juega seguro. Es su ADN empresarial que lo lleva a minimizar riesgos; aprender de las perdidas y errores.
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La entrevista de Piñera tiene mucho de un oportunismo: busca capitalizar en beneficio propio el cambio de gabinete, instalándose como detonante del mismo. No tiene nada que perder y mucho que ganar. Sale a la cancha cuando el partido tiene el marcador asegurado. Así evita un nuevo bochorno como en el que incurrió al criticar y rechazar la Reforma Tributaria, en el mismísimo momento en que RN-UDI firmaban un acuerdo con el Gobierno para darle el vamos a la misma.
Piñera afirma que las de ahora son críticas de buena voluntad, brindadas con la generosidad propia del navideño. Hace ver que son con altura de miras. Pero él –como ex Presidente de Chile- sabe perfectamente que su opinión aporta señales negativas al país y acrecentará el clima de enfrentamiento y de incertidumbre que él mismo critica. Es el estilo Piñera, con el que hizo su fortuna y llegó a ser presidente. Es el motivo por el que pocos lo quieren, incluso en la Centro-Derecha.
Piñera se esmera en auto alabarse por las realizaciones de su gobierno. Esa es la pauta de Ranco –donde hace poco hizo u “cónclave”- pero extraña que sea él y no cualquiera de los con cara de ministros mirando al 2017 quienes la expliciten. Le cuesta no dejar claro que este proceder es de iniciativa propia.
Piñera dice que quiere todas y las mismas reformas que impulsa la presidenta Bachelet (el apoyo a estas quedó claro en la encuesta CEP), pero con “gradualidad”, acotando que hay que “encausarlas”. Busca parecerse a Bachelet en sus virtudes y alejarse de ella en sus definiciones y problemas.
Intenta copiar los factores por los que la gente la reeligió, es decir, señala que las reformas hay que hacerlas, pero de otra forma. La pregunta es ¿Por qué no las hizo, intentó hacer o planteó en su gobierno? Es claro, por ejemplo, que una Nueva Constitución no estuvo ni estará en su mente. Sólo el ánimo de “perfeccionarla”.
La Nueva Mayoría debe tomar nota que el candidato innominado de la Derecha hará guiños a la DC cada vez que pueda. También queda claro en ésta entrevista que al empresario Piñera no le gustan las Primarias (dice que “no es el único camino”) y que del “mejor censo de la historia” mejor ni acordarse.
Es lamentable la falta de lealtad republicana del expresidente Piñera. La Patria le aconsejaría callar y esperar, pero es un incontinente verbal y un impulsivo compulsivo. Con el “cónclave de Ranco”, Piñera inaugura anticipadamente la temporada de caza presidencial a Bachelet y contribuye, sin ruborizarse, a profundizar la desconfianza de sus pares empresarios. Aunque afirme que ya vendrá el tema presidencial, que antes se debe asumir el liderazgo de la Alianza, todo indica que lo primero ya se inició al avanzar en lo segundo, aún a costa de la incertidumbre que tanto él rechaza y a la cual tanto contribuye.
Pero, tanto o más impresentable que todo lo anterior, es que Piñera ponga en duda las acusaciones y relativice los delitos relacionados con el “caso Penta”. No ahonda en la materia con la excusa de dejar actuar a la justicia. Mal que mal, el ‘Choclo’ Délano –su gran amigo- pertenece a la oligarquía financiera a la que él busca liderar.