La llamada ‘guerra contra las drogas’ no sólo fracasó en su intento de disminuir el tráfico y consumo de drogas en el mundo, sino que ha incrementado los daños médicos y sociales que van asociados a las sustancias ilícitas, como informa la editorial de BMJ. En una serie de nuevos artículos, expertos en política y profesionales de la asistencia médica argumentan que ha llegado el momento de cambiar la estrategia y urgen a los líderes mundiales a permitir que sean los profesionales de la salud –en lugar de las fuerzas de orden– quienes tomen el liderazgo de las políticas globales sobre drogas.
De acuerdo con la revista médica British Medical Journal (BMJ), cada año se gastan más de 100 mil millones de dólares en reforzar las medidas de prohibición, pero con efectos muy poco significativos. En 2014, se estimaba que uno de cada 20 adultos en el mundo estaba usando algún tipo de droga ilegal, lo que significaba ganancias astronómicas para el crimen ligado al mercado negro. Esto, a su vez ha provocado una escalada de violencia provocada por la competencia de los carteles por controlar los mercados ilícitos, que han entregado cifras de, por ejemplo, hasta 80.000 asesinatos cometidos en México en la última década.
En Filipinas, las leyes draconianas han acarreado 5.000 asesinatos extrajudiciales de supuestos vendedores de drogas y usuarios, desde que Rodrigo Duterte ascendió al poder a principios de este año. De la misma forma, los adictos en el mundo no reciben atención médica, sino que enfrentan castigos legales, lo que constituye otro factor que se suma a la espiral de la compra ilícita, el consumo y las muertes por sobredosis.
El hecho de que las drogas sean ilícitas también significa que los consumidores no tienen acceso a insumos seguros, como jeringas estériles. Los adictos se ven forzados a compartir jeringas, potenciando epidemias de enfermedades contagiosas, como VIH y hepatisis C.
El BMJ está haciendo un llamado a que las drogas sean abordadas como un problema médico, más que uno legal. Los editores escriben que «la salud debería estar al centro del debate, así como los profesionales de la atención sanitaria», afirmando que son ellos quienes conocen el tema y pueden trabajar desde una perspectiva racional y humana, que cambie la retórica populista e ideológica de la mano dura contra las drogas.
La ex presidenta de Suiza, Ruth Dreifuss, quien es coautora de uno de los artículos, escribe que el crimen organizado genera 320 mil millones de dólares al año, y que a pesar de los 50 años de prohibición, la guerra antidrogas ha sido «incapaz de disminuir la oferta o la demanda, a niveles locales o globales».
Dreifuss llama a descriminalizar todas las drogas ilícitas y a crear mercados regulados. «El uso y la posesión de drogas no debería ser penalizado con acciones civiles o criminales, y las alternativas al castigo, tales como la terapia, el servicio comunitario o los talleres educativos, deberían desarrollarse para todos los actores de escala menor en el comercio de drogas», argumenta la ex mandataria suiza.
Otro de los artículos que respaldan la editorial de BMJ, escrito por un grupo de políticos británicos entre los que está el Vice Primer Ministro Nick Clegg, llama a los gobiernos del mundo a tomar en cuenta el ejemplo de Portugal, donde todas las drogas fueron descriminalizadas en 2001. Como consecuencia de esta medida, las muertes por sobre dosis bajaron en más de dos tercios entre 2002 y 2012.
Mientras muchos estados de Estados Unidos han dado algunos pasos en la dirección correcta al legalizar la marihuana medicinal y recreativa, el BMJ llama al resto de las naciones a seguir el liderazgo de Portugal y terminar con las consecuencias nefastas de la guerra antidrogas.
Por IFLS
Traducción, El Ciudadano