¿Por qué los opinólogos le dan tan duro a la elite de la Nueva Mayoría?

Nuestra hipótesis

¿Por qué los opinólogos le dan tan duro a la elite de la Nueva Mayoría?

Autor: Director

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Nuestra hipótesis. La razón: la elite oficialista es políticamente impresentable en escena. La foto está movida. Es estéticamente un adefesio político. ¿Elefante en una tienda de porcelanas de la China de antes? No pinta para imitarla en su manera de ocupar el espacio. Hay destrozos y falta de urbanidad. Por eso la agarraron para la chacota. La ética, la NM se la metió en el bolsillo, lo sabemos. Ahora hablamos de estética (*) y política.

Sobraron los columnistas que le hundieron el dedo en la llaga o se lo refregaron en la herida narcisista a la coalición gobernante, como diría un psicoanalista lacaniano. Y debe dolerle, porque sus políticos tienen esa arrogancia de los que creen que fueron ellos solitos quienes sacaron a Pinochet e hicieron una transición “modélica”; que si metieron a Chile en la OCDE merecen aplausos por figurar en el “primer mundo” y, que por lo anterior, habría que perdonarles haber hecho creer a sus electores y otros creyentes que implementarían las “reformas estructurales” con las reglas del arte de la estética política.

Nada de eso. Hoy es la incompetencia, los renuncios y la desidia que transpiran por los poros.

Este fin de semana los medios conservadores impresos estuvieron atiborrados de comentarios irónicos respecto a la elite de la Nueva Mayoría. Cabe mencionar que ninguno mencionó en un contexto más amplio la seguidilla de escándalos de corrupción o de eso que eufemísticamente llaman “el financiamiento ilegal de la política”. Era de esperar.

Empero, el dato, que salpica al flemático y silencioso senador PPD Harboe (ex represor del pueblo mapuche cuando fue subsecretario del Interior) desde las cloacas de la corrupción que inunda al Congreso, acaba de aparecer: un ex colaborador suyo recibió de Corpesca 12 millones en el 2012.  Sin comentarios.

Y pese a las concesiones y retrocesos programáticos concertados por los partidos de la presidenta Bachelet, enviada a tomar el tecito con señoras que viven la precariedad material de la existencia por falta de servicios colectivos y derechos sociales, pero tratadas como “personas” individuales (el típico asistencialismo de la gubernamentalidad neoliberal), sobraron los opinólogos de derecha que, en vez de aplaudirlos por “el realismo sin renuncia” o el pragmatismo sin principios ni convicciones que estos mismos también profesan, se mostraron sarcásticos y vitriólicos con la élite de la NM.

La Tercera del domingo inició una campaña de lavado de imagen de Arenas, el ex de Hacienda, cuya salida fue un asesinato de imagen, que lo deja igual de mal parado. Patético. Se desprende de ahí que la Cepal contrata economistas incompetentes.

Incluso entre ellos mismos se desgarran. Rodrigo Peñailillo la sacó peor en un recuadro mercurial en el medio de la hoja entera dedicada al diputado PS Andrade donde éste en entrevista anuncia un “nuevo pacto” dentro de la coalición gobernante y se queja de los “partners” de la DC por aprovecharse del pánico, al sacar de entre la manga una agenda de ultraderecha.

Ahí, el ex timonel del PS hace una denuncia con el ánimo de sepultar políticamente al ex factótum de Bachelet, por “haber traicionado su confianza” y además, “construido un esquema, un protopartido que intentó soslayar a los partidos políticos y que generó un mecanismo de financiamiento” (por SQM-Julio Ponce Lerou-Martelli-Rosenblut), “rechazado” ahora por él. Antes, Andrade se calló, y eso que lo sabía. Pero añade un elemento pesado. Deja la sospecha en el aire de si hubo o no enriquecimiento personal por parte de Peñailillo. Es la pista que trabaja la justicia.

Sin embargo, el senador Quintana, patrón del PPD, ya le tiró un salvavidas político al mismo ex del Interior. Por supuesto que detrás de estas maniobras hay mano comunicacional. Pero el ambiente de cuchilleo tampoco es estéticamente agradable. Por eso prestan flanco a la burla y el comentario vitriólico.

Citemos algunas de las barridas de piso que se hacen con algunos personeros de la Nueva Mayoría. Después de la declaración del PS Aleuy, el Sub. del Interior y hombre encargado de la represión estatal en el ministerio del DC Burgos, que lo retrató como un político “incompetente” (C. Peña en columna) ya que no dispone de marcos de análisis de izquierda (¿se diferencia en algo de Hinzpeter y de la derecha dura?) para entender la realidad social al haber declarado en la Cámara de Diputados que “un 30% de quienes participan en las marchas son delincuentes”, Carlos Peña, columnista estrella de El Mercurio y comecuras reputado, sostuvo que en “Esa declaración del subsecretario (Aleuy) -cuando habla, masculla las palabras, las desliza como si las mascara con ligero desdén- muestra que él es sincero para eludir la verdadera índole de sus actos.”.

Otro más que actúa y confunde sinceridad, con eficiencia y transparencia, además de Burgos, el titular del Interior, les dice el rector de la UDP, con un placer que trasunta de su columna.

Y debajito, Roberto Ampuero, el tránsfuga al servicio de Piñera, en la misma página mercurial, les explica a sus ex correligionarios del PC, que para qué alardean tanto si es evidente que “la renuncia parcial al programa es una traición al pacto”, pero que cómo no iban a saberlo. Puesto que era un pretexto para tomar el poder, ya que “desde un inicio los líderes de la Nueva Mayoría tuvieron un especial cuidado en aclarar que no constituyen una coalición con proyección histórica”. Allá él, el PC, que tendría que saberlo por viejo y por zorro.

Y el periodista Oscar Contardo, convincente en su prosa y argumentos los remata con el mocho del hacha. Pongo el párrafo entero de su blog en La 3a: “En el anuncio de este segundo aire del gobierno, además, se hizo hincapié en la necesidad de ajustarse a la realidad, como si la gente viviera en un estado de evasión permanente. Todo un despropósito si enseguida de hacer gárgaras con el rigor de los tiempos, el presidente de la Cámara de Diputados -parte de la Nueva Mayoría- dice que la dieta parlamentaria que recibe es apenas “razonable” para mantener su “modo de vida”. El señor diputado llama razonable un ingreso que supera por mucho al de todos sus similares de los países de la OCDE, lo que incluye Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia (le faltó agregar Canadá). ¿Eso es un “país serio”, como dijo, por su parte, el también oficialista presidente del Senado? ¿El país en el que un Congreso con mínimos de confianza llama a licitar un estudio de imagen para enfrentar su propia crisis como si se tratara de revitalizar una marca de zapatillas?”.

Hay algo nuevo entonces en la “larga y angosta” además del famoso “algo huele a podrido de Shakespeare en el Reino de Dinamarca”: se instaló un clima de “falta de respeto a las altas funciones de las autoridades de la elite gobernante” diría muy serio un estudioso de las composturas “politically correct” en los regímenes liberales.

Sí, porque esta vez fue el equipo de la Nueva Mayoría en su conjunto el que le  declaró su amor a los empresarios y su fidelidad al “crecimiento” y a la consiguiente concentración neoliberal de la riqueza así, como también un pánico exagerado a la “desaceleración”. Por eso el olor a vómito rancio cuando hablan los prohombres de la NM.

La reforma tributaria la hicieron mal de partida, después la cocinaron peor con el “chef” Zaldívar, político DC mañoso y demagogo. Fueron pura boca con “los poderosos de siempre”, ya que se echaron para atrás más tarde. Arenas, Jorrat y el equipo en el SII no supo ni quiso combatir la elusión ni la evasión fiscal ni las platas empresariales en paraísos fiscales con un plan; que si se hace bien permitiría recaudar millones para pagar todas las reformas. La misma NM boicoteó un proyecto fiscal eficiente para no tocarles el bolsillo a los poderosos realmente existentes; entre el 1 y 5% (entre los que se encuentran los mismos honorables congresistas).

De esta manera renunciaron a ser pragmáticos (eficientes en la práctica significa la palabrita) como Gobierno.

Renunciaron a utilizar las palancas que les da el Estado en la economía, que aún si son muy limitadas por la Constitución guzmanista —hecha a propósito para ello— sí que tienen instrumentos a su disposición y disponen de las mayorías en el Congreso para adoptar políticas de creación de empleo, de combate a la inflación y de preservación del poder adquisitivo del pueblo endeudado. Lo que no tienen es voluntad política ni marco teórico general. La recesión global está en el aire desde el 2008. Además de mucha ignorancia pese a la seudo ciencia económica que profesan, y poco precavidos además.

Al confesar su incapacidad por llevar a cabo las reformas prometidas, hicieron un stript-tease político de mal gusto.

Antes, y esto el pueblo no lo olvida, habían dicho que las “instituciones funcionan” y que habían “modernizado el Estado”. Hoy, sin tapujos y con una desvergüenza que raya en la desidia gritan a coro que no son capaces de hacer reformas y satisfacer demandas sociales postergadas. Peor, no se dan cuenta que fueron elegidos para hacer las reformas prometidas y no para venir a decirles a sus electores como lo hace Andrade en sus confesiones mercuriales que van a tener que hacer “un nuevo pacto político” que nadie les votó.

Atención, para reinar, esta gente no duda en dividir al movimiento sindical y social.

Ah, por supuesto, ¡todos somos el 30%! Delincuentes de esos que marchan en la calle, pero no de los enmascarados de cuello y corbata de las oficinas de Sanhattan ni de los que pululan en los pasillos del Congreso de la República.

No podemos concluir sin este alcance. La estética es una reflexión filosófica que consiste en determinar lo que provoca en alguien, ya sea en un sujeto social o un espectador, el sentimiento de que algo es bello. Y siguiendo la tradición aristotélica de la definición de técnica, sería lo que en el espacio social y político es hecho según las reglas del arte. El referéndum griego fue estéticamente bello. No así la prepotencia en el espacio Europeo de Merkel, Lagarde, Wolfgang Schaüble y la traición del socialista Hollande. Como el llamado proceso constituyente de Bachelet, que también es feo, oscuro y huele a maniobra como la “convención constituyente” a espaldas del pueblo de los DC Walker y su comparsa Zapata. Maniobra oligárquica. Estéticamente bello sería un plebiscito prolijo, informado, preparado con antelación, donde el pueblo entero se pronunciara acerca de si quiere Asamblea Constituyente.


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