¿Que revela el encuentro entre Erdogan y Putin?

Ambos líderes son conscientes que necesitan aprovechar un escenario que se perfila como un "win-win" tanto para los objetivos de Moscú como para los de Ankara.

¿Que revela el encuentro entre Erdogan y Putin?

Autor: Meritxell Freixas

El Palacio de Constantino de San Petersburgo fue escenario este martes de un significativo y simbólico encuentro entre el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Que el presidente turco eligiera a Rusia como primera visita al extranjero tras el intento fallido de golpe de estado del pasado mes de julio es una señal que no pasa desapercibida en la política internacional y tiene varias lecturas que hay que analizar.

De partida, la reunión supuso la puesta en escena del fin a la crisis diplomática que se abrió entre ambos países el pasado mes de noviembre, cuando la aviación turca abatió a un caza ruso SU-24 mientras, según Ankara, sobrevolaba el espacio aéreo turco cerca de la frontera con Siria. Eso provocó que Moscú acusara a Ankara de colaboración con Estado Islámico y le impuso varias sanciones económicas.

Este hecho, el más grave ocurrido entre Rusia y un miembro de la OTAN en los últimos años, tensionó mucho las relaciones entre ambos países que, además, eran socios económicos con estrechos vínculos en sectores como el comercio, la energía y el turismo.

El mandatario turco -que este lunes ya había calificado el encuentro de «histórico»- destacó que las relaciones entre Moscú y Ankara a partir de ahora entran en «una fase totalmente distinta» en que la «solidaridad» entre ambos tienen que contribuir a resolver los problemas en la región.

Junto con eso, Erdogan agradeció el apoyo de Putin después del fallido golpe: «Nos alegró mucho a mí, a mis compañeros y a nuestro pueblo», dijo. Un apoyo que, en declaraciones previas a la reunión, calificó de «incondicional y desinteresado» mientras reprochó a los países occidentales que «respalden el terror y se ponen del lado de los golpistas». «No recibimos de nuestros aliados el apoyo que esperábamos, ni antes ni después del intento golpista», sentenció el líder turco.

Por su parte, el jefe de Estado ruso afirmó que «Rusia está en contra de cualquier acción inconstitucional».

Acuerdos comerciales

El primer acuerdo que se desprendió de la reunión fue una hoja de ruta para el período 2016-2019 para normalizar las relaciones bilaterales. En este sentido, Moscú se comprometió a levantar progresivamente las sanciones económicas a las empresas turcas y las restricciones a la producción agrícola que, tras la crisis con Ucrania, logró tener mucha presencia a los mercados rusos.

Además, el Kremlin quiere restablecer las conexiones de vuelos charter con Turquía, que antes de la crisis era el primero destino turístico para los rusos.

El comercio es otro de los ámbitos que se retomará con fuerza. Después de que este año los intercambios disminuyeran en un 43% -cifra que algunos analistas atribuyen a las sanciones-, las intenciones pasan ahora por superar las cifras anteriores, que habían alcanzado los 31.000 millones de euros anuales.

Otro foco será el impulso del Turkish Stream, un gasoducto que tiene que conducir el gas de Rusia hacia Turquía, pasando por el fondo del mar Negro, y después hacia Europa. El proyecto se anunció a finales de 2014, pero quedó aparcado por la coyuntura internacional.

Siria ya no es tan problema

El conflicto sirio es el mayor obstáculo para las relaciones bilaterales entre ambos países. Mientras Moscú ayuda al dictador sirio Bachar Al Asad con una campaña de bombardeos, Turquía defiende su salida. «Nuestros puntos de vista sobre el problema sirio no coinciden siempre (…) pero tenemos un objetivo común, el de arreglar la crisis siria (…) y vamos a buscar una solución común que sea aceptable para todo el mundo», explicó Putin en el punto de prensa posterior al encuentro.

Si bien Erdogan insiste en la salida del poder del dictador sirio, con quien -en otros tiempos- mantuvo muy buenas relaciones. Sin embargo, tras las movilizaciones de 2011, decidió respaldar a la oposición. En cambio, Putin es uno de los principales aliados del régimen de Damasco y reclama su continuidad.

La propuesta turca pasa por un acuerdo entre Moscú, Estados Unidos y los países del Golfo para encontrar una figura capaz de tomar el relieve de Al-Assad.

Junto con Siria, el conflicto kurdo es otro flanco de discordia. Mientras Rusia apoya al partido kurdo-siriano PYD en su lucha contra Estado Islámico, Turquía se opone a cualquier concesión a los kurdos.

Win-win

Erdogan fue recibido por Putin mientras Turquía está muy molesta por la preocupación expresada por Estados Unidos y la Unión Europea ante la represión desatada por el gobierno turco tras el intento de golpe, y lo que considera como una indiferencia de las potencias de Occidente ante ese hecho.

El acercamiento de ayer da la razón a aquellos que auguraron que los acontecimientos en Turquía en torno al intento de alzamiento beneficiarían a Rusia por las tensiones que se produjeron entre Ankara y sus aliados de la OTAN.

Erdogan necesita aliados para manejar las amenazas terroristas y enfrentar el conflicto con el pueblo kurdo y la crisis de refugiados. Por su parte, Putin saca partido del giro de espalda de los aliados turcos para acercar a Ankara a su órbita. Un win-win (ganar-ganar) descarado que ambos líderes son conscientes que necesitan aprovechar.

 


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