Las elecciones primarias para la carrera presidencial de Estados Unidos que se celebraron ayer en New Hampshire dejaron como claros ganadores, por la bancada republicana, al multimillonario Donald Trump, quien acumuló un 35% de los votos, y al senador Bernie Sanders, con un 60%, por la parte demócrata.
El Ciudadano conversó con el periodista y analista internacional Raúl Sohr para interpretar los resultados de los comicios del martes y evaluar la proyección para las próximas citas electorales.
¿Cuál es su opinión sobre los resultados de ayer?
El cuadro que presentaron los porcentajes de las votaciones es de rechazo al establishment, al poder establecido. Que los dos candidatos, siendo profundamente críticos con este establishment, hayan obtenido victorias tan significativas es un mensaje muy potente de una parte significativa del electorado norteamericano.
¿Podría Sanders imponerse a Hillary Clinton como candidato demócrata, considerando los más de 20 puntos de diferencia que consiguió en la votación de ayer y el casi empate que logró en Iowa, ambos comicios considerados clave para obtener pistas de quiénes pueden ganar la carrera a las presidenciales?
A los Clinton, a Bill y a Hillary, les había ido muy bien en New Hampshire en las elecciones pasadas, cuando se presentaron respectivamente. Pese a eso, Sanders ya tenía una ventaja en las encuestas por ser senador por Vermont, un estado vecino de New Hampshire. Esa ventaja tan importante debe dar escalofríos a la campaña de Hilary Clinton, en particular, por su absoluta falta de llegada a los jóvenes. Al igual que en el ‘caucus’ de Iowa, entre el 80 y el 85% de los votos que recibió Sanders procedió de un electorado menor de 30 años, y eso es una señal para la campaña de Hillary Clinton.
Sin embargo, Estados Unidos es un país tremendamente diverso. Es un estado federal y esto implica que cada estado es un país que tiene su propia idiosincrasia, con una mezcla social y étnica muy diferente. De manera que lo que pasa en un estado no es replicable en otro. Pero el voto juvenil de Sanders es una señal, podríamos decir que ya es un fenómeno.
¿El apoyo desde los sectores más jóvenes de la población podría tener que ver con la introducción de conceptos como “justicia económica” o “redistribución de riqueza” en su discurso, hasta ahora omitidos en el discurso político norteamericano, y con los movimientos nacidos en los últimos años como Occupy Wall Street?
El eje de su campaña es contra Wall Street, que ha sido tipificado como el 1% contra el 99%, es decir, los intereses de un pequeño grupo oligárquico versus los intereses de la mayoría. Este mensaje ha calado y él encontró, además, un flanco muy débil de Hillary Clinton, a la cual -correctamente- se la asocia con Wall Street por haber recibido varias donaciones del sector financiero y bancario. Junto con eso, Bill Clinton le dio luz verde a la desregulación del sector bancario, que comenzó Ronald Reagan, y él lo continuó hasta que culminó con la crisis de 2008.
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Así, Bernie Sanders mata dos pájaros de un tiro. Por una parte, encarna la animosidad de la opinión pública contra los que perciben a la gran banca como una privilegiada por esta idea de que es demasiado grande para caerse y que el Estado está obligado a ayudarla, tal y como pasó en la crisis del 2008. Y por otra, al mismo tiempo, Hillary Clinton está asociada a ello. Sanders percibió que esto cala en la gente y va a seguir profundizándolo.
Sin embargo, eso no es suficiente para ganar una carrera larga que pasa por decenas de estados, con altos y bajos y, como sabemos, una semana en política puede ser una eternidad, como le pasó al senador Rubio [quien pasó de la tercera posición conseguida en Iowa la semana pasada, a la quinta en las primarias de ayer].
¿En relación a Trump, qué tipo de votante le está dando apoyo?
Donald Trump está recogiendo el malestar contra un Washington que la gente ve absolutamente burocrático y que no produce los resultados que se esperan. Él ayer planteaba que quiere unos Estados Unidos fuertes, respetados. Defiende que EEUU ya no gana nada, que no es capaz de derrotar a Estado Islámico, que está retrocediendo, que pierde comercialmente ante China y otros competidores y que esto hay que revertirlo. Este discurso cala en un electorado básicamente despolitizado, que tiene nostalgia de tiempos mejores. Él ha sido capaz de encantar a gente que desprecia el discurso político de conveniencia, la visión de que los políticos son unas veletas que miran las encuestas y se orientan hacia donde sopla el viento y que son incapaces de tener iniciativa propia.
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Trump rompe con todos los mitos, es un iconoclasta, dice las cosas políticamente incorrectas y se jacta de ello. Hay un sector del electorado al que le atrae eso.
Las próximas citas electorales serán en Nevada, para los demócratas, y Carolina del Sur, para los republicanos. ¿Qué importancia tienen estos próximos comicios?
La campaña electoral norteamericana es bastante disfuncional. Dedicar la cantidad de meses que dedica Estados Unidos a esta campaña no tiene parangón. En la mayoría del mundo las campañas presidenciales duran dos meses a lo más. Por supuesto hay posicionamientos previos. Pero esta situación, que va de aquí hasta noviembre, tiene tantos altos y bajos, tantos imprevistos que es difícil hacer vaticinios.
Carolina del Sur tiene una mezcla étnica completamente diferente, con un componente afroamericano importante y se presume que Hillary Clinton tiene adherentes importante. Bill Clinton ganó mucha simpatía del votante afroamericano, por lo tanto, será una fórmula distinta a la que se vivió en los dos estados previos.
El satirista norteamericano Ambrose Bierce decía que la guerra era la forma que tenía dios de enseñarles geografía a los norteamericanos. Pues las elecciones son la forma que tiene dios de enseñarnos a nosotros cómo son los norteamericanos estado por estado.
Meritxell Freixas