Hace casi 13 meses, cuando asume en reemplazo del defenestrado Rodrigo Peñailillo, se posicionaba la figura de Jorge Burgos como la carta del llamado «partido del orden», o el ala conservadora de la Nueva Mayoría, para enrielar a un gobierno que navegaba por aguas turbulentas y tormentosas.
Pasados 390 días la situación política tanto del gobierno como la de su coalición no cambió, incluso hubo momentos de mayor confusión dadas las disimiles señales de la presidenta Bachelet, los miembros del Gabinete y Burgos. A eso se suma la evidente distancia entre el ex jefe de Gabinete y el programa de gobierno, que en casos como el aborto, reforma laboral e, incluso, seguridad pública se hacía prácticamente incompatibles.
Pero los roces no demoraron en aparecer. Y el primero tuvo relación con marcar distancia con la retroexcavadora plateada por el presidente del PPD, Jaime Quintana. En esa ocasión, a minutos de asumir el cargo, señaló que “a mí no me gustan las retroexcavadoras, porque andan para atrás y creo que este país necesita ir para adelante”.
Posteriormente, surgieron polémicas relacionadas con el nombramiento de Nicolás Eyzaguirre en el ministerio Secretaria General de la Presidencia, donde se hacia hincapié en la influencia del ex titular del MINEDUC en la presidenta Bachelet; o el nombramiento del Contralor General de la República, donde Burgos tuvo un gran tropiezo en el Congreso, donde fue incapaz de alinear a los parlamentarios oficialistas tras la propuesta del Ejecutivo. Finalmente, se aprobó un candidato de consenso, el actual Contralor Jorge Bermúdez.
Pero el punto de quiebre fue la visita a la Araucanía en diciembre 2015. A espaldas de Burgos y en una operación del segundo piso de La Moneda, la presidenta Bachelet viaja a la Araucanía para reunirse con las autoridades, gremios de terratenientes y algunas organizaciones mapuche. Ante la «quitada de piso» Burgos presenta su renuncia la que no fue aceptada. El final estaba demasiado cerca.
Llegado el verano, con el caso Caval instalado cómodamente en La Moneda y la presidenta Bachelet de vacaciones, Burgos opera para destituir del cargo al administrador de Palacio, Cristián Riquelme, hombre de Rodrigo Peñailillo en la casa de gobierno, cercano a Bachelet y pieza clave en el entramado de la recaudación de fondos de la campaña presidencial.
La mantención de Riquelme en su cargo generó tensión entre Burgos y Bachelet, ya que la Presidenta optó por mantenerlo en el cargo. En su minuto Burgos declaró: “Voy a ser súper franco: Yo tengo una opinión sobre eso y la opinión se la voy a dar a la presidenta de la República cuando vuelva, que ya está pronto, de su periodo legal de vacaciones. No tengo nada más que agregar”.
Finalmente Riquelme salió del cargo, estando Bachelet aún de vacaciones.
Tras ese episodio el ambiente estaba espeso. Aun más tras los dichos del «sheriff» en medio del debate en el Parlamento del proyecto de despenalización del aborto en tres causales, donde señaló que “Si fuera parlamentario, respecto de la tercera causal (violación) estaría en un momento de duda (…) prefiero responder con honestidad”.
Palabras al Cierre
Tras la ceremonia de juramento del nuevo ministro del Interior, Mario Fernández, Burgos salió a enfrentar a la prensa con cara que demostraba dos sentimientos: congoja y alivio.
«Estoy muy agradecido de la presidenta Bachelet, por haber confiando en mí para asumir esta responsabilidad. Yo presenté mi renuncia, y la razón fundamental es que estoy cansado, cansancio físico. Prefiero ponerle un parele a este ritmo» señaló el ex ministro del Interior.
Respecto a su futuro político, Burgos expresó que «Yo militante de la DC, disciplinado en la medida de lo posible. El partido verá que hacemos».
Por último, y proyectando el futuro del gobierno, el renunciado ministro fue claro en señalar que»La gran tarea es ser eficiente y hacer gradualmente los cambios».