Se van los capataces y vuelve el patrón

La derecha chilena vuelve a la presidencia para administrar modelo neoliberal


Autor: Mauricio Becerra

La derecha chilena vuelve a la presidencia para administrar modelo neoliberal. Luego de 52 años sin ganar una elección presidencial en las urnas, el gobierno de Michelle Bachelet y la candidatura de yeso de Eduardo Frei permitirán que un empresario se instale en el sillón presidencial.

Según el último cómputo entregado por el Ministerio del Interior, poco antes de las 20 horas del domingo, el candidato de la derecha, Sebastián Piñera obtiene 51,61% de los votos y el oficialista, Eduardo Frei, un 48,38%.

Sebastián Piñera obtiene 3.563.050 votos, lo que equivale a un 51,61%; y Frei es respaldado por  3.340.308 votos, que equivalen al  48,38%.

El resultado corresponde al 99,2 por ciento de las mesas del país.

En la primera vuelta, celebrada en diciembre, el candidato del Juntos Podemos, Jorge Arrate obtuvo el 6.21%; el diputado ex concertacionista Marco Enríquez-Ominami, 20.12%; el derechista Sebastián Piñera un 44.03%; y el oficialista Eduardo Frei  un  29.62%.

RESULTADOS POR REGIONES:

Arica y Parinacota: SP: 52,43% EF: 47.56%

Tarapacá: SP: 60,5% EF: 39,49%

Antofagasta: SP: 47,8% EF: 52,19%

Atacama: SP: 46,67% EF: 53,32%

Coquimbo: SP: 44.37% EF: 55,6%

Valparaíso: SP: 53,65% EF:46,34%

O´Higgins: SP: 49,28% EF: 50,71%

Del Maule: SP: 46,92% EF:53,07%

Bío- Bío: SP:50,14% EF:49,05%

Araucanía: SP: 57,51% EF: 42,48%

Los Ríos: SP: 52,65% EF: 47,34%

Los Lagos: SP: 55,92% EF: 44,07%

Aysén: SP: 58,46% EF:41,53%

Magallanes: SP: 54,53% EF: 45,46%

Metropolitana: SP: 51.82% EF: 48,17%

UN FINAL ANUNCIADO

Pero no se trata de cualquier gobierno ni menos de un final imprevisto. En las dos décadas que gobernó, la Concertación posibilitó que cada vez más ámbitos de la esfera social pasaran a ser gestionadas por privados.

Lo que empezó la dictadura de Pinochet, fue seguido de manera obediente por los sucesivos presidentes concertacionistas. Si Patricio Aylwin negoció para gobernar la impunidad en los crímenes de derechos humanos, no tocar a Pinochet y no revisar las privatizaciones hechas en dictadura, sus sucesivos seguidores porfiaron en el mismo camino.

No en vano al momento de salirse de la pega pública, ministros, subsecretarios y jefes de departamentos, corrían a refugiarse en las grandes empresas que cuando fueron funcionarios debieron fiscalizar.

El fin del guión era obvio: de tanto dar poder al gran capital, el empresariado terminó por tomarse el Estado.

Del candidato oficialista no sólo recordaremos que comenzó la privatización de las sanitarias y de los puertos o que se la jugó por el regreso de Inglaterra de Pinochet, sino que será más que nada el candidato derrotado por un multimillonario.

También la derrota fue posible por la política de medios seguida cuando Frei fue presidente: dejar en manos del ‘mercado’ – o sea, de los grandes grupos económicos – el flujo de mensajes de la sociedad.

Al igual que el 12 de septiembre de 1973, la derecha vuelve al gobierno en un contexto mediático gestionado totalmente por medios afines. Ante eso, como observaba Paul Walder, será muy difícil hacer una oposición que llegue a las multitudes.

POLÍTICA DE LOS ACUERDOS

Las franjas de campaña y los ofertones desesperados a la izquierda de parte del comando de Frei dieron cuenta de que jamás estuvo en juego la continuidad del modelo económico e institucional heredado de la dictadura.

A la hora de propuestas para la crisis educativa se ofrecía ‘más créditos y becas’ (con bancos privados obviamente); a la hora de definir la política minera se decía que no se privatizaría Codelco (nada de que el 70% de los recursos mineros están en manos de trasnacionales); cuando se hizo referencia a los jóvenes, la propuesta era ‘combatir el uso de drogas’ (ni un atisbo de constatar la política represiva fracasada).

No se escuchó nada de un Estado fuerte y con un rol activo en la economía, que es lo que ha hecho grandes a los países que hoy son los que más crecen en el mundo.
No en vano, Frei corrió temprano a felicitar a Piñera acompañado de su familia en pleno, ya que, según dijo, lo une una “larga amistad familiar”. Todo queda entre iguales le faltó decir.

Piñera como respuesta, vislumbró la tónica que repetirá a la hora de gobernar: Invitó a Frei a “revivir lo que fue la democracia de los acuerdos”, que ambos compartieron cuando fueron senadores a principios de los ’90.

La presidenta, Michelle Bachelet, sonriente como siempre, remató la postura oficialista al decirle como primeras palabras a Piñera a través de una llamada telefónica, que prosiga la “senda del progreso”. Es decir: contaminando ríos, privatizando el mar y dando luz verde a cuanto proyecto termoeléctrico o minero desee instalarse en el país. No en vano se juntaron la mañana de este lunes a tomar desayuno.

UN GOBIERNO DONDE MANDA LA UDI

La derecha chilena que vuelve al poder a través de las urnas como no lo hacía desde 1958, si bien se sacó la sombra de Pinochet durante la campaña, a la hora de gobernar no rechaza contar con el ejército de colaboradores que tuvo la dictadura.

Por años han estado en los centros de estudios como Libertad y Desarrollo, CEP y Paz Ciudadano monitoreando las políticas públicas y produciendo saber. Ya sabían que tarde o temprano el poder del dinero y sobre los medios de comunicación que ostentan en Chile les darían la posibilidad.

En cada área de gobierno han auscultado y producido herramientas para terminar de consolidar la obra iniciada por Pinochet. Muy pocas empresas públicas quedan por privatizar, la subjetividad neoliberal individualista arrecia en los prototipos identitarios y la concentración del temor social en los delitos contra la propiedad antes que en la desprotección social o en la falta de participación están instalados en el imaginario colectivo.

Para concretar esto ya tienen la mitad del Senado y la Cámara, y quien manda allí es el socio más ultramontano: la UDI, partido que tiene 40 diputados (un tercio de la Cámara) frente a los 18 de RN. En el Senado ambos partidos tienen 8 senadores cada uno. No en vano quienes más celebraban el triunfo de Piñera eran UDIs como José Antonio Kast, Joaquín Lavín y Pablo Zalaquett.

Y como todo gobierno necesita un enemigo, ensayaran un estereotipo masificado por sus medios: el uso de drogas. Las campañas electorales de Piñera y sus diputados se concentraron en perfilar como enemigo a los ‘narcos’ y los consumidores de sustancias prohibidas. Sobre dichos estereotipos concentraran el temor social, ya que seguir insistiendo con la delincuencia en los medios (en Chile recordemos que los noticiarios del medio día parten con el robo de un par de televisores en Las Condes o un alunizaje a un cajero automático), mostrarán lo ineficaz de sus políticas.

¿Habrá un movimiento social que los supere?

Quien sabe: aún tenemos 4 largos años.

Mauricio Becerra R.

El Ciudadano

* Fotos: José Luís Valdivia.


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