En un artículo editorial publicado este lunes en la página del partido pri.org.mx bajo el título “La Trampa”, Pagés, también directora de la revista Siempre! y ex reportera y conductora de Televisa, Canal 11, Multivisión y CNI Canal 40 arremetió contra cada aspecto de las manifestaciones surgidas por los casos Ayotzinapa y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Ciudadanos, organizaciones de derechos humanos, medios de comunicación: todos son acusados abiertamente de conspirar en contra del gobierno para “ganar con la desestabilización”. Todos.
Dice que todo es una trampa, incluyendo la desaparición de los normalistas.
“En esa trampa participan varios: el crimen organizado, grupos guerrilleros, agrupaciones sindicales como la Coordinadora de Maestros de Guerrero, mercenarios anarquistas como los que intentaron incendiar la puerta de Palacio Nacional, y partidos políticos —tipo Morena— que apuestan a ganar con la desestabilización”, dice el texto.
Afirma que la consigna principal de las protestas tiene un fin político y no exigir justicia para los desaparecidos y para las víctimas de la violencia en el país. Le hace un cariñito a los «anarcos»:
“Anarcos y medios de información están dedicados a repetir arengas como ‘¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!’, para crear la percepción de que las autoridades federales son las responsables directas de un crimen de lesa humanidad”, dispara en su columna.
“En este momento en el que está en juego el futuro de México, se tiene que llamar las cosas por su nombre, para que la sociedad deje de confundir a los profesionales de la desestabilización y a la delincuencia, con supuestos defensores de los derechos humanos”.
Defiende a las autoridades de las instituciones que llevan adelante la investigación de las críticas del mundo social:
“Otra parte de la estrategia consiste en ultrajar a los funcionarios que encabezan las principales instituciones. El viernes 7 de noviembre fueron utilizadas las redes sociales para tratar de denigrar —y yo diría de aniquilar— al procurador general de la república, Jesús Murillo Karam”.
Acusa a los jóvenes del IPN de pertenecer y fomentar el complot:
“Y en medio de todo este engranaje de perversidad, no podemos dejar fuera a los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, cuya misión hoy ya no es la democratización de ese centro de estudios, sino dar largas a la resolución del conflicto para contribuir a la ingobernabilidad”.
Y dice que el «diablo» detrás de toda la operación son víctimas, estudiantes, organizaciones de DDHH y todo el que quiera descorre el velo de estos crímenes:
“Conforme transcurren los días se le ven con más claridad las orejas al diablo. Hay quienes están operando a todas luces en contra de los intereses de México, y los jóvenes —sean los de Ayotzinapa o sean los del Politécnico— han sido escogidos para crear condiciones adversas a la inversión y al desarrollo de la nación”.
Afirma que la protesta no tiene otro fin, sino desestabilizar a «San México»:
“La condena nacional e internacional por la desaparición y posible exterminio de los 43 normalistas ha servido a los desestabilizadores para paralizar el gobierno mexicano, acusado por los mismos criminales de ser el principal violador de los derechos humanos”.
Y piensa que la opinión pública expresada en estas manifestaciones son sólo delincuentes que, plantea livianamente, deberían ser censurados y reprimidos. Una dupla que se lleva bien. ¿Será un anuncio de lo que viene?
“Es imperioso que los delincuentes dejen de seguir ganando espacio en las calles, pero sobre todo en la opinión pública”.
Al final de la nota, pensando en México seguramente, termina con un texto de unidad nacional, similar al chileno de la Concerta noventera.
“La recuperación de la gobernabilidad debe empezar en el terreno de las ideas y de la conciencia nacional”.