El pasado domingo 23 de abril se realizaron las elecciones presidenciales más disputadas en los últimos 60 años en Francia, que tenían a cuatro de los once postulantes al Palacio Eliseo rondando el 20%. Finalmente, el centro-liberal Emmanuel Macron obtuvo el 23,4% de los votos y la ultraderechista Marine Le Pen el 22,6%. Ambos serán los protagonistas de una segunda vuelta que pareciera tener el destino marcado, pero cuyas consecuencias aún no se pueden proyectar.
Los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial de Francia dieron cuenta del estrecho escenario político que se vive en el país. Cosa que puede cambiar radicalmente en la segunda vuelta, donde Emmanuel Macron, de 39 años, representante del Movimiento ¡En Marcha!, se encuentra en mejores condiciones ya que recibió el apoyo de socialistas y de conservadores que en conjunto suman el 26% de los votos y que darían la victoria al representante liberal, ante el temor de la arremetida de la ultraderecha.
El apoyo de los sectores tradicionales de la política francesa al ex ministro de Hacienda del presidente Hollande no es gratuito. Sus resultados en primera vuelta fueron nefastos: El socialista Benoît Hamon quedó en quinto puesto con un 6%, mientras que el conservador François Fillon alcanzó el tercero con un 19,9%. El representante de la coalición de izquierdas Francia Insumisa, Jean Luc Melenchón, obtuvo el cuarto puesto con un 19,6% y no se manifestó en favor de Macron para la segunda vuelta.
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En conversación con El Ciudadano, el periodista chileno y director de la edición nacional del periódico Le Monde Diplomatique, Víctor Hugo de la Fuente, señala que el balotage se convirtió en un proceso de «todos contra Le Pen». Sin embargo, agrega que «hay sectores que se encuentran debatiendo el apoyo a Macron porque no quieren darle un cheque en blanco al candidato liberal». «Está asegurado, todas las encuestas así lo señalan, que Macron le ganará a Le Pen, y esto se corrobora con lo exacto que estuvieron las encuestas previo a la primera vuelta», añade.
En opinión de Pierre Lebret, cientista político francés radicado en Chile hace 15 años, los apoyos del bipartidismo a Macron sólo buscan mantener los equilibrios, pero no aseguran gobernabilidad ya que «puede contar con los apoyos de una parte del PS y conformar una dinámica para consolidar el centro político». Aun así, apunta, «tendremos un parlamento fragmentado, con una mayoría seguramente no muy amplia como lo es de tradición en los últimos años, o ver emerger hasta una nueva cohabitación como fue la de Chirac con Jospin entre 1997 y el 2002, o Mitterand–Chirac en los años ochenta. A pesar de la caída –en esta presidencial– de las fuerzas tradicionales, Macron deberá consolidar el centro y establecer conversaciones y hacer gestos con el PS y Los Republicanos».
La caída de los bloques tradicionales
El bipartidismo francés -que fue base de lo que se conoce como la V República y se repartió el poder durante el período postguerra hasta estos días- se encuentra bajo una crisis de profundas dimensiones. Los resultados de las presidenciales de este domingo vienen a ratificar este escenario.
Ahora, tanto el partido Socialista, que aún se mantiene en el gobierno, y los conservadores reunidos en Republicanos se encuentran en modo salvataje de sus posiciones de poder, para lo cual el primer paso es entregar su apoyo a la candidatura del liberal Macron en la segunda vuelta presidencial. El segundo, será la disputa de las elecciones parlamentarias de junio próximo.
Según De la Fuente, en este escenario «lo que ha quedado claro es que los dos grandes conglomerados, la derecha conservadora y los socialistas, esta vez quedaron fuera de juego. La derecha en tercer lugar y los socialistas en quinto lugar, es un verdadero desastre».
Mientras que Lebret sostiene que «ésta presidencial acta el desahogo ciudadano hacia una élite que no supo escuchar y no supo resolver los problemas cotidianos de la gente, como el desempleo. Recordemos que la tasa del desempleo en Francia es del 9,8%, y para los menores de 26 años alcanza una cifra histórica del 25%. El desencanto con el proyecto europeo es también un factor importante, y es el caballo de batalla de Marine Le Pen».
El director de la edición chilena de Le Monde Diplomatique agrega, respecto de socialistas y conservadores, que «sus votantes se han dividido hacia Macron o hacia Jean Luc Melenchón. El golpe más fuerte para los conservadores tiene que ver con la corrupción del candidato Fillon, quien fue descubierto haciendo pagos irregulares a su esposa con dineros fiscales. Esto fue lo que hizo crecer a Macron, y también permitió el alza extraordinaria de la candidatura de Jean Luc Melenchón».
En este contexto, Pierre Lebret pone un punto en la discusión: la operación del presidente Hollande para que no triunfara la derecha, ante el ocaso del socialismo francés. En este sentido señala que «la victoria de Macron, fue también la de Hollande. Perdió la derecha tradicional, el PS no logró victorias en ninguna provincia, y ganó el ex ministro de Economía del actual mandatario».
Lebret apunta que «el presidente más impopular de la Quinta República hizo una jugada maestra. Después de haber sido el Secretario General del PS por más de 10 años, y el candidato del PS en el año 2012, en esta campaña no le dio el apoyo a su propio partido, acatando el brutal desvanecimiento de uno de los partidos más importante de la historia política francesa, y dejando el camino abierto a Macron. El actual presidente logró lo que quería: no pasarle la banda presidencial a la derecha».
El cientista político hace, finalmente, un símil entre el contexto francés y el chileno, comparando a la figura de la candidata de ultraderecha con Sebastián Piñera, cuando expresa que «el afán de Le Pen es terminar con cierta institucionalidad que está instalada en Francia y Europa» En ese sentido, sostiene que en el caso del ex presidente Piñera «es evidente -y así lo sostiene en sus dichos- que no está de acuerdo con la reforma educacional y que en lo principal quiere terminar con el impulso reformador; no está de acuerdo con la reforma tributaria que se impulsó durante el actual gobierno y aparentemente tampoco tiene ninguna disposición para permitir avanzar hacia una nueva Constitución».