El pasado miércoles 24 de abril, fue ingresado el Mensaje de la Presidenta Michelle Bachelet, que modifica el sistema electoral chileno, o en palabras más simples, pone fin al sistema Binominal. Actualmente se votan en la Comisión de Legislación de la Cámara, cada uno de sus artículos, en el primer trámite constitucional.
El principal cuestionamiento a este sistema apunta a que al basarse en el porcentaje de las listas inscritas, con la exigencia de doblar la votación para acceder a los cupos en disputa, se genera una suerte de “empate”, que hace en extremo difícil establecer una mayoría clara y, de esta manera, tener la fuerza para llevar adelante los cambios que nuestra sociedad necesita para profundizar la democracia y hacerla más participativa.
El recién lanzado informe de Naciones Unidas “Auditoría a la Democracia: más y mejor democracia para un Chile inclusivo”, es lapidario, al dejar en evidencia la desigualdad con la que está compuesto nuestro Congreso, en relación a ciertos grupos de la población que, simplemente, no está representados.
Entre estos sectores no representados, de los que no debemos olvidar -al menos- a los pueblos originarios y las minorías sexuales, están las mujeres, ya que pese a ser más de la mitad del padrón electoral, solo alcanzan un 16% de representación en el Congreso; 12,5% en las Alcaldías y 25% en los Concejos Municipales.
En este contexto, es altamente valorable que la Presidenta Bachelet cumpla el compromiso adquirido con el país de generar nuevos espacios para la integración real de las mujeres, en este caso, en la política. El proyecto impulsado por el ministro del Interior y las ministras del Sernam y la Segpres, contempla medidas de inclusión transitorias. Una de ellas es que las listas inscritas por los partidos, no podrán exceder el 60% de candidatos de un sexo, hasta las elecciones parlamentarias de 2029. El partido o lista que no cumpla con dicha medida, no podrá ser inscrito y, por tanto, se quedará sin candidatos ni candidatas.
Esta medida, a nuestros ojos, es en extremo necesaria, aunque no suficiente, puesto que podría suceder lo que tan bien refleja el viejo refrán “hecha la ley, hecha la trampa”, al considerar la inclusión de mujeres sólo como una cifra, y no en el contexto de “ser elegible” realmente.
Es por esto, que algunas organizaciones introdujeron, mediante la diputada Clemira Pacheco, una serie de indicaciones que pretenden reducir estos márgenes de discrecionalidad y hacer no solo visible, sino también factible, la incorporación de mujeres.
Uno de ellas busca hacer exigible el tope de 60% por distritos y/o circunscripciones, y no por un total nacional, ya que esta última fórmula, deja a las candidaturas expuestas a competir en zonas en que las posibilidades de resultar electas sean escasas.
Otro punto relevante, es que las candidatas tengan una bonificación preferencial adicional por voto de 0.0150UF, en el entendido de que, resulta considerablemente más difícil, conseguir financiamiento para las mujeres que para los hombres, de acuerdo a las muestras realizadas y a la realidad que hemos constatado.
En este punto es valorable que la discusión parlamentaria haya logrado establecer que el beneficio económico para las mujeres, será a todo evento, variando el monto si es electa o no.
Finalmente, no pueden quedar fuera de la obligatoriedad de este sistema las elecciones primarias, si se pretende lograr una democracia efectivamente representativa. Esto debido a que, el proyecto original establecía que en caso que se realicen primarias, no sería exigirá el máximo de 60% de candidaturas. Esto hace que se corra el riesgo de vernos rodeados de primarias que, finalmente, terminarán anulando la noble intención de abrir los espacios por los que hemos luchado y esperado por tantos años.
Chile se encuentra por debajo del promedio de países latinoamericanos, asiáticos y africanos en cuanto a representación femenina en los espacios de toma de decisión, tanto en el mundo público como en el privado. Esto afecta nuestra democracia, ya que aleja la visión de las mujeres de los espacios de poder y toma de decisiones. Buscamos la integración para fortalecer nuestra democracia.
La feminización de los espacios es una necesidad para el Chile del futuro, un Chile mejor y más integrado.