Cuatro días seguidos de protestas de los usuarios de Metro en contra de las alzas en el pasaje del servicio han sido respondidas por el gobierno de Sebastián Piñera de dos formas: con el cierre de estaciones y la presencia de Carabineros en su interior, y con el esfuerzo de sus autoridades para instalar mediáticamente la idea de que no se trata de manifestantes, sino que de «delincuentes».
Lo ha dicho el propio mandatario: «No es protesta, es delincuencia«. Una estrategia evidente y reiterada que busca deslegitimar a los manifestantes ante el resto de la población, y de paso desviar la atención del problema de fondo: el costoso valor de un medio de transporte público que está lejos de prestar un servicio digno.
En la misma lógica de Piñera es entonces que su subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, señaló la tarde de este jueves que quienes protestan «no solo evaden, sino que son verdaderas bandas, hordas que llegan a lugares y generan escenarios de violencia».
La autoridad no se quedó ahí y añadió que se trata de «grupos que son delincuentes, es una delincuencia pura y clara».
En ese sentido, la autoridad de Interior advirtió que como gobierno serán «absolutamente claros y duros con las querellas, para que exista persecución penal, porque creemos que esta es una delincuencia que atenta contra la seguridad pública».
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