“Alguna cabeza va a rodar.” La frase se repetía ayer en distintas áreas del Gobierno nacional, luego del papelón del anuncio de la detención de los tres prófugos (cuando sólo tenían a uno) a la que fue arrastrado el presidente Mauricio Macri. “Alguna cabeza va a rodar”, insistían en estricto off the record los funcionarios macristas, sin precisar a qué cabeza se referían. Nadie se animaba a pronosticar si sería la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que puso la cara ante el mal trago, o algún funcionario político o policial de menor rango. Para una administración que se caracteriza por una obsesividad al extremo con la prolijidad comunicacional, la gaffe del sábado era imperdonable. Corrieron rumores de una conversación del presidente con su ministra de Seguridad. En tanto, desde la Nación se intentó responsabilizar por la información falsa al gobierno de Santa Fe. Los socialistas, en tanto, indicaron que ellos no fueron y que hay un desmanejo de las fuerzas federales.
El operativo de búsqueda de Cristian Lanatta y Víctor Schillaci continuó ayer en Santa Fe. Bullrich tuvo una reunión temprano con el ministro de Seguridad santafesino, Maximiliano Pullaro, en la que acordaron que el centro de operaciones sería en Helvecia. También emprolijaron la coordinación entre las policías provinciales y federales. El rastrillaje seguía por tierra y por agua. También detuvieron a la suegra de Lanatta. En tanto, el fiscal de Azul, Cristian Citterio, tiene previsto indagar hoy a Martín Lanatta (ver aparte).
Córtenles la cabeza
“Mauricio está muy pero muy enojado. Vidal, más. Michetti también. No cuidaron al presidente. No cuidaron a la gobernadora ni a la vicepresidenta”, frunce el ceño un funcionario del Gobierno nacional. Se refiere al desmanejo informativo que llevó a que los tres, y varios funcionarios más, salieran a felicitarse por la captura de los tres prófugos. A las 12.57 del sábado, Michetti escribió: “Acabo de hablar con la gobernadora de la provincia de Buenos Aires para transmitirle mis felicitaciones y mi admiración por haber capturado a los prófugos”. Más tarde, a las 14.39, el presidente tuiteó: “Felicito a todo el equipo y a las fuerzas de seguridad por la captura de los prófugos. El trabajo en conjunto fue fundamental”. Poco después, se sabría que no era real que habían capturado a los tres. ¿Qué salió mal?
En público, Bullrich se mostró reticente a dar precisiones: “Desde nuestro punto de vista, estaba chequeado, pero era información falsa”. Habló también de una “pista falsa”, pero no quiso informar su origen. “Lo que haríamos es dar pista a lo que vamos a investigar a fondo”, se mostró misteriosa. Nadie en la administración PRO quedó contento con ese manejo comunicacional. “Todos se apuraron un poco y la comunicación sufrió un golpe”, indicaban.
En la mesa chica del Gobierno macrista hacían una diferencia entre el manejo policial que puede tener Bullrich o el secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, a un mes de asumir y el manejo comunicacional. En el primer caso, hacen salvedades, se muestran comprensivos con la dificultad que puede implicar, hacen reservas sobre el estado de situación que les dejó el kirchnerismo. En el segundo caso, se muestran implacables, cuestionan la forma en la que se manejó la comunicación y piden que truene el escarmiento. Es un retrato de la importancia que le da a la comunicación un gobierno que hizo una marca de la prolijidad y la efectividad en la transmisión de un mensaje unificado.
Uno de los integrantes de la cúpula detalló a Página/12 cómo ve el oficialismo la situación: “La idea es ser eficaces en la lucha contra el narcotráfico con las herramientas que nos dejó un Gobierno que nunca los enfrentó en serio. Tenía sectores de funcionarios en connivencia y complicidad con esas mafias. Por lo que es muy complejo que podamos ser efectivos”. “Es muy probable que tengamos este tipo de problemas durante un tiempo largo”, reconoció en tono de autocrítica. “Por eso mismo, es importante ser profesionales y serios a la hora de dar la información correcta”, indicó.
Varias fuentes indicaron que Macri tuvo una charla con Bullrich y con Burzaco después del incidente. El tono de esa conversación difiere según quién la cuenta, pero la noción general es que no se puede repetir un error de esa magnitud que deje expuestos a los funcionarios de primera línea del Gobierno.
“Va a haber alguna cabeza que va a rodar”, insistían en el gabinete nacional. No es probable que sea la de Bullrich, si se tiene en cuenta que Macri nunca fue muy propenso a los cambios de gabinete. Y menos a un mes de asumir. Pero se está en busca de algún chivo expiatorio.
En busca del culpable
En paralelo a la persecución de los prófugos, hay otro operativo en marcha: el que busca delimitar ante los medios al culpable del traspié del gobierno nacional. Hay varios candidatos. El más deseable es la procuradora Alejandra Gils Carbó. La página oficial de los fiscales emitió un comunicado en el que anunciaba que se había capturado a los tres prófugos, pero luego aclararon que la información provenía del juez Sergio Torres y éste dijo que a él se lo había confirmado el Ministerio de Seguridad de la Nación. De todas formas, desde Balcarce 50 buscaban teñir de sospechas a Gils Carbó como una de las posibles culpables.
El otro al que buscaban echarle la culpa es al gobierno de Santa Fe. Sostenían que a Bullrich le confirmó la captura de los tres prófugos el ministro de Seguridad provincial, Maximiliano Pullaro. Y que luego el mismo funcionario le confesó que sólo tenían a uno. Los más audaces en el Gobierno nacional incluso hicieron circular la versión de que la policía santafesina los tuvo y los dejó ir. Pero admitían que no tenían pruebas.
Desde el gobierno de Miguel Lifschitz –quien también terminó tuiteando erradamente– desmintieron que la fuente de la información errónea haya venido de uno de sus funcionarios. Indicaron a este diario que ellos siempre supieron que tenían sólo a Martín Lanatta, pero que cuando los funcionarios nacionales salieron con la información de que estaban detenidos los otros dos, se sumaron. “Está claro que vamos a tener unos días de ‘yo, señor. No, señor’ –comentaba un funcionario santafesino a este diario–. Ellos dicen que sale de nosotros. Pero nosotros no tiramos absolutamente nada. Nosotros no manejamos sus fuerzas federales.”
Desde el Gobierno de Santa Fe suponen que hubo un problema en el manejo de las fuerzas de seguridad y de la información entre los rangos intermedios. “Esto no fue un problema de Twitter. Un día después, no vemos que en el Gobierno nacional tengan detectado de dónde vino la versión falsa”, advertían.
Fuente: Página 12