La ausencia de transparencia durante más de un lustro de negociaciones debe ser subsanada de inmediato; exhortamos al poder legislativo, particularmente, al Senado de la República, a que convoque a foros de consulta y deliberación públicos para que los contenidos del TPP sean abiertos a la sociedad.
Tras cinco años de intensas negociaciones caracterizadas por su secrecía, el lunes 5 de octubre del año en curso se anuncia el acuerdo final del Tratado Trans-Pacífico de Libre Comercio e Inversiones (TPP).
El rechazo manifiesto en Río de la Plata, Argentina, encabezado por los presidentes Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez Frías (República Bolivariana de Venezuela) y Néstor Kirchner (Argentina) en 2005 a crear una zona hemisférica de libre comercio en las Américas, provocó que la geopolítica estadounidense girara hacia el Pacífico. En la actualidad las doce naciones comprometidas con el TPP (Australia, Canadá, Chile, Brunei Darussalum, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam), representan el 36% del PIB, 25% del comercio, 28% de la captación de inversión extranjera directa y 11% de la población mundial.
Las negociaciones del TPP abarcan los temas del TLCAN, incluidos los laborales y ambientales; algunos nuevos como el comercio electrónico y comercio de productos tecnológicos de información. Desde luego, hay algunos matices y disposiciones más severas. Así se desvela al examinarse el borrador del texto sobre propiedad intelectual, de acuerdo a los ejemplares dados a conocer por WikiLeaks el 13 de noviembre de 2013; así como, de otros borradores: medio ambiente (15 de enero de 2014), inversiones (25 de marzo de 2015), transparencia (anexo: salud, 10 de junio 2015), la guía para establecer mecanismos supranacionales para la solución de controversias Estado-Inversionistas Privados – «state-owned enterprises» (SOEs)- (29 de julio de 2015).
El análisis del contenido de los referidos borradores despertaron enormes preocupaciones por las condiciones ventajosas que tendrían las empresas transnacionales (por ejemplo las empresas farmacéuticas gozarían de ganancias extraordinarias por la protección por 12 o más años derivado del otorgamiento de patentes y extensiones de las mismas a través de laxos procedimientos). En consecuencia, la exigencia que se impone es la apertura inmediata de los textos negociados para que la opinión pública, los sectores productivos y sociales podamos opinar.
La ausencia de transparencia durante más de un lustro de negociaciones debe ser subsanada de inmediato; exhortamos al poder legislativo, particularmente, al Senado de la República, a que convoque a foros de consulta y deliberación públicos para que los contenidos del TPP sean abiertos a la sociedad.
Cabe indicar que paradójicamente el TPP contiene un capítulo de “transparencia”. Pero éste está referido a la obligación de los Estados-Parte a notificar a las empresas transnacionales y sus gobiernos de manera anticipada; así como, abrir consultas sobre cualquier modificación constitucional y normativa contemplada en el acuerdo; huelga decir invadiendo facultades soberanas de los poderes legislativo y judicial.
De manera que una vez anunciada la conclusión del TPP no debe haber más secretos ni dilaciones para hacer público los por lo menos 26 capítulos.
Por lo pronto para las organizaciones sindicales, sociales y civiles que desde agosto pasado llevamos a cabo las Jornadas informativas y pedagógicas: Resistencias sociales y soberanas contra el poder de las transnacionales, los tratados de libre comercio e inversiones y la arquitectura financiera de la impunidad, el TPP representa “la peor alternativa a los acuerdos multilaterales de comercio” (Horst alternative to a multilateral trate agreement, HAMTA, por sus siglas en inglés).
El TPP es una vuelta más de tuerca del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) cuya toxicidad –mayor al reactor nuclear de Fukushima- está más que documentada, basta reparar en las profundas heridas, desigualdades, devastación ambiental e impunidad financiera que han dejado las dos crisis sistémicas prohijadas por el TLCAN: La crisis mexicana y su efecto tequila (1994-1995) –cuyo efecto dominó abarco Latinoamérica, Rusia y el sudeste asiático en 1998- y la crisis subprime (2007-2008) y el inmediato crash en el centro del sistema, particularmente Europa que continúa postrada.
No es difícil presagiar que la siguiente crisis en el marco del TPP será un devastador tsunami como nunca se haya visto en el Pacífico contaminado por el desaforado librecambismo.
por Andrés Peñaloza Méndez (Bia´lii, Asesoría e Investigación, A.C.)
via Alainet