Las dos últimas semanas fueron más que movidas para el Frente Amplio (FA), que debió enfrentarse a sus miedos y fantasmas a partir del ultramediatizado conflicto por la candidatura parlamentaria del sociólogo Alberto Mayol, desatando su primera crisis pública.
Desde su lanzamiento el pasado 21 de enero, han pasado siete meses de intenso trabajo para congeniar a las 13 organizaciones políticas que hoy son parte del FA, que en un pasado cercano se encontraban dispersas en sus particulares trincheras y que por estos días, con una serie de altibajos, se hallan expectantes ante el desafío electoral del 19 de noviembre.
Es en este escenario electoralista donde las intensas negociaciones para conformar las listas parlamentarias devinieron en disputas casi fratricidas, con la respectiva mensajería a través de los medios de comunicación, e hicieron que el conglomerado mostrara su faceta menos agradable.
Claro, el espectáculo no solo remeció la interna del Frente Amplio, sino que a sus adherentes, simpatizantes y militantes que vieron cómo este grupo se fortalecía en el tiempo, al asumir su papel de “novedad”, apuntando a los partidos tradicionales como la «vieja política» y los creadores de las malas prácticas. El salivazo al cielo cayó en estos días directo en la cara de los principales rostros del conglomerado.
Todo terminó con una lista parlamentaria de 172 candidatos, dos listas de cores y una fotografía de rostros lánguidos y sonrisas (algo) forzadas.
Ya con las aguas un tanto más quietas, el proceso de revisión de esta primera etapa al interior de la coalición se encuentra en gestación, con muchas preguntas pendientes de respuestas. Todo con la idea de no repetir vergüenzas como en pactos anteriores, siendo el recuerdo más fresco el fallido Todos a La Moneda.
En este sentido, el candidato de Izquierda Autónoma por el mentado distrito 10, Francisco Figueroa, señala a El Ciudadano que “lo peor que tuvo el bochorno de las últimas semanas, más allá de las formas, es que careció de sentido. No había lineamientos políticos de proyectos en pugna, eran personas y sus pretensiones”.
En tanto, el vicepresidente del Partido Humanista y candidato a diputado por el distrito 11 (Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Reina y Peñalolén), Tomás Hirsch, señala al respecto que “esta es una coalición nueva y, como tal, está en construcción. Eso se refleja en la crisis que vivimos ahora y que responde a un proceso de crecimiento, del que saldremos fortalecidos pero que nos obliga a discutir cómo son los procesos de toma de decisión, cómo se ejercita la democracia interna, cómo participan las orgánicas en la toma de decisiones, cuáles son los roles de la dirigencia y los territorios”.
Desde fuera del conglomerado, el cientista político del Instituto Igualdad, Ernesto Águila, cree que “el Frente Amplio es un proyecto que está recién naciendo, hay ciertos procesos que no terminan de madurar. Se ven tres visiones: El eje RD-MA, otra representada por Mayol y uno más pequeño que tiene relación con Izquierda Autónoma”. Junto a ello, agrega: “Esta maduración va ir planteando que se vayan haciendo más claras algunas apuestas estratégicas y eso podrá resolverse creándose una institucionalidad o rupturas”.
Tesis en disputa: proyecto político o plataforma electoral
Uno de los ejes en los que se ha sostenido el Frente Amplio es que su propuesta es a largo plazo y no se encuentra supeditada a los avatares electorales, lo que queda en entredicho tras los hechos de los últimos días.
Sin embargo, dicha disputa comienza a desarrollarse al interior del conglomerado, aunque sus referentes siguen afirmando que la base de la coalición es proyectar un nuevo referente político más allá de las elecciones de noviembre próximo.
Tomás Hirsch sostiene que desde los inicios del configurar al FA se planteaba la necesidad de desarrollar «un proyecto diverso», donde el principal objetivo -fuera de lograr buenos resultados electorales- es «la construcción de largo plazo, que vaya mucho más allá de los eventos electorales».
Ernesto Águila, en tanto, entiende que la disputa tiene que ver con el posicionamiento ideológico del bloque entre “la construcción de una propuesta de izquierda para estos tiempos o un frente que se ubica en el eje ciudadanía-elite”.
Mientras tanto, Figueroa cree que la crisis vino a develar una de las encrucijadas en la que se encuentra el Frente Amplio, puesto que a pesar de calificar los acontecimientos de las últimas dos semanas como una «excepción», vino a poner en el centro del debate que el Frente Amplio «no sea sólo una coalición electoral». En ese sentido, sostiene que «tiene que ser un proyecto político de superación del neoliberalismo y eso implica pensar no solamente con la calculadora, sino en cómo una eventual bancada parlamentaria puede abrir un camino de transformación”.
“El problema del FA en su conjunto es que no se ponen sobre la mesa las tesis políticas que permitirían establecer alianzas más duraderas, eso es lo que debemos trabajar en este tiempo”, agrega el ex dirigente estudiantil.
La tarea entonces, suma Hirsch, es “comprender que lo mejor para cada organización es que a todas les vaya bien, que al conjunto le vaya bien electoralmente”. Y agrega: “Cuesta mucho que se deje el cálculo de lado y ver qué codazo se tiene que dar para quedar mejor en desmedro de los otros”.
Vieja política, nueva política
Con la crisis del sistema político criollo y del desenmascaramiento de los vínculos a través de aportes de los grupos económicos -tanto a parlamentarios de la Nueva Mayoría como de Chile Vamos-, se hacía urgente la aparición de un grupo “diferente” y con nuevas formas de hacer política.
Dicho discurso lo asumió el Frente Amplio como caballo de batalla a la hora de presentarse en sociedad, apuntando a los partidos tradicionales y sus prácticas. Uno de los elementos del remezón vivido por la coalición que reúne a grupos de izquierda, ecologistas y liberales tiene relación con el “efectismo” comunicacional desarrollado en estos meses.
El vicepresidente humanista explica que el conflicto de vieja y nueva política apunta más a entender cuál es el fin de la acción política ya que, según él, “si es la mera disputa por el poder para mi beneficio, ahí tenemos un problema. Si es para el bien común, puede que cambiemos de perspectiva”.
“Hay que ir construyendo nuevos modos de hacer política. Lamentablemente la vieja política se puede encontrar en los partidos tradicionales y también entre movimientos más nuevos”, agrega Hirsch.
Francisco Figueroa, por su parte, sostiene que este choque entre lo nuevo y lo viejo depende de la cohesión interna del conglomerado, puesto que “si las técnicas del marketing político no están sustentadas en movimientos cohesionados y resueltos, dispuestos a convivir, quedan vacías, dejando el lugar a aspiraciones personales». Junto con eso apunta a uno de los ejes discursivos del bloque: «La moralina nos ha significado crear un flanco a la crítica de la política tradicional».
Al mismo tiempo, el ex dirigente estudiantil cree que es una de las tareas de este momento planificar la estrategia para que la posible bancada frenteamplista se convierta en «una plataforma para impulsar transformaciones» y evitar, de paso, que llegue a convertirse en «una bolsa de díscolos”.
A su turno, Águila expone que “más que una nueva o vieja política, existen intereses antineoliberales, progresistas y populares, y existe una política al servicio de eso o de mantener el estatus quo”.
“No hay diferencias en las formas de hacer política«, recalca el analista, quien hace énfasis en que no es conveniente crear discursos puristas o mesiánicos pues «te subes a un pedestal y luego te caes, porque la política es una actividad ruda, una disputa por el poder”.
Transición de los patios a la cancha
Una de las características de la conformación del Frente Amplio es que buena parte de las organizaciones que lo componen provienen del movimiento estudiantil: Revolución Democrática (NAU), Movimiento Autonomista, Izquierda Autónoma, Izquierda Libertaria (FEL), SOL (FEL), Nueva Democracia (UNE); mientras que entre los partidos con raíces o estructura “tradicional” se cuentan al Humanista, Igualdad, Liberal, Poder Ciudadano, Ecologista Verde y Pirata. Junto a ellos se encuentra el recién creado Movimiento Democrático Progresista.
Con esta escenografía, se ha puesto atención en la forma en que se desarrolla el accionar político del conglomerado, el que mirado desde afuera, pareciera encontrarse también en proceso de disputa interna.
Pasar de hacer política universitaria, o al menos bajo ese formato, a hacerlo en “primera división” pareciera que es un proceso que aún se encuentra en desarrollo. Ejercicio que -como van los tiempos- urge consolidarlo en favor de las aspiraciones del conglomerado.
Hirsch cree que el proceso que se da en el Frente Amplio “es un desafío para todos” y destaca que no basta la juventud para garantizar buenas prácticas, ya que el camino, postula, se debe sostener en un política «más dialogante, más horizontal, más transparente».
Haciendo énfasis en su mirada «afuerina» del FA, Ernesto Águila cree que este conglomerado puede entenderse como “el sentido lúdico de la política«, donde el gran desafío se encuentra en abrir la mirada para superar la «etapa estudiantil y poder conectarse con otros sectores de la sociedad. Y eso puede determinar el futuro del Frente Amplio”.
Figueroa es enfático en sostener que se ha podido verificar una “incapacidad de ciertos sectores» a la hora de manejarse en el actual escenario, dado que «naturalizan la lógica de la movilización estudiantil y la proyectan en la política». En ese sentido, ejemplifica: “A veces, por los rostros públicos, la cuestión universitaria pareciera tener mayor protagonismo”.
Mirando al futuro, Águila cree que el FA tiene la tarea de conectarse con las organizaciones sociales y dejar el formato de élite, sosteniendo que “si no se junta con el mundo social y popular, terminará aislado”.
Figueroa, en tanto, establece que “hay un problema de expectativas. Quienes esperaban que todo fuera miel sobre hojuelas y que los problemas se resolvieran en un par de meses estaban equivocados”. Por lo mismo, destaca que la composición de una posible bancada del Frente Amplio puede ser fundamental para el desarrollo del conglomerado, y lo explica de la siguiente forma: “no da lo mismo quien sea electo parlamentario del FA en noviembre. Los resultados electorales pueden ser fundamentales para consolidarlo como un proyecto político”.
Estos siete meses han sido de un vertiginoso crecimiento para el Frente Amplio, donde se han fortalecido las expectativas ciudadanas y las tensiones internas a la hora de las decisiones importantes. Ahora, con 90 días de campaña electoral por delante, el bloque junto con sumar votos y voluntades, debe seguir buscando las respuestas que en estas dos semanas quedaron en el aire.