La agresiva deriva neoliberal viene desde lejos en el tiempo y camina con paso firme, decidido y cada vez más rápido.
El TTIP y la estela de Tratados de «Libre Comercio» que le acompañan (CETA, TISA…) suponen un avance descomunal para dejar en los huesos lo que antes conocimos como estado del bienestar, derechos sociales y derechos laborales.
Si los ciudadanos y ciudadanas europeos no somos capaces de reaccionar con firmeza y constancia ante la demoledora maquinaria que impulsa su opaca negociación y futura aprobación hemos de dar por seguro que el mundo será un lugar mucho peor para la dignidad de nuestras condiciones de vida y las de las futuras generaciones.
La privatización de la servicios públicos conducirá a modelos de prestación discriminatorios en los ámbitos de la sanidad, la educación o la dependencia en términos que aquel que no tenga capacidad económica para sufragárselos estará abocado a servicios de pura beneficencia sin personal ni medios decentes. Olvidémonos de las garantías que ahora proporcionan la legislación sanitaria europea en materia de productos tóxicos puesto que el principio de precaución será un grato recuerdo para los consumidores de forma que las grandes transnacionales puedan aumentar los ya de por sí escandalosos beneficios que ahora obtienen.
Cualquier aspiración de un nuevo modelo económico sostenible o mínimamente respetuoso con el medio ambiente será enterrado (via libre para el fracking, organismos genéticamente modificados y otras aberraciones similares).
Pero tampoco debemos olvidar que el TTIP ataca la esencia misma de la soberanía de los países y su sistema democrático. Este Tratado será una especie de supraconstitución por encima de numerosas normas que protegen nuestros derechos como ciudadanos. Además, consagra un mecanismo como el ISDS (resolución de disputas entre Estado e inversor) que son tribunales privados que superan y someten a nuestro poder judicial nacional.
Y para rematar el infernal mecanismo nuestro poder legislativo queda maniatado por un Consejo de Cooperación Reguladora que permite a las grandes empresas multinacionales incidir en cualquier normativa que puede ser lesiva de sus intereses presentes o futuros.
Por todo ello, hay que hacer un llamamiento para que toda la sociedad europea combata mediante la información y la movilización a esta bestia llamada TTIP. Su triunfo será la muerte de nuestra imperfecta democracia y de nuestros cada vez más escuálidos derechos sociales arrancados con el esfuerzo y la lucha de muchos a lo largo de décadas.
No queremos ir de funeral. Todas y todos contra el TTIP.
Ramón García Hernández
Plataforma No al TTIP de Salamanca
Miembro de ATTAC Castilla y León y de Alternativa Republicana
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