Para comprender el sentido de la próxima visita del Presidente Obama de Estados Unidos a Chile, corresponde primero caracterizar la situación política internacional en donde se desenvuelve la política exterior estadounidense.
El primer rasgo, es la cuestionada y al mismo tiempo fracasada guerra en contra del terrorismo que aún no logra apresar al cabecilla de los atentados en contra de las Torres Gemelas en Nueva York. Segundo, una deteriorada posición económica internacional ante el activo y progresivo ascenso de emergentes potencias, como China, Rusia, Brasil e India así como la persistencia de los efectos de la crisis económica iniciada durante la administración de George W. Bush. Tercero, esa administración anterior le hizo perder mucha credibilidad a los Estados Unidos a nivel internacional por su conducta guerrerista, irresponsable, violatoria de derechos humanos, etc., afectando evidentemente el modo de proceder y afrontar la política internacional por parte de la actual administración debido al castigo y desconfianza de amplios sectores.
De modo que este viaje se inserta en un contexto global de reposicionamiento activo de la imagen internacional de la política norteamericana lo cual no es sinónimo de una transición hacia el pacificismo. Lo que existe es el propósito de promover una imagen más amable y dialogante, lo cual, en términos de la diplomacia internacional, tiene un efecto y alcance.
A lo anterior, cabe sumar la situación de América Latina que ya no está repleta de castas gobernantes mansas. Hoy, claramente existe una conformación política distinta con países cuyos gobiernos desean tener relaciones recíprocas y simétricas entre países soberanos, cuya orientación es preferente hacia el rol del Estado y que han apostado a profundizar la democracia e incuso algunos países avanzan hacia cambios de carácter estructural en el plano económico y social. Por lo demás, esta orientación es también contraria a la tradicional dominación estadounidense.
Por cierto que el pasado no está a favor de los Estados Unidos y su política intervencionista. Por lo mismo, está de su parte andar con mucho cuidado en esta gira a América Latina. La Alianza para el Progreso que han querido resaltar, fue un fallido intento de mejorar su posición en América Latina seguido del negro y largo periodo de apoyo y aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional. Recordar el aniversario como época dorada, dista de una verdadera evaluación.
Pero, todos somos parte de este continente y quiérase o no, las relaciones interamericanas se deben construir y concebir con la participación de Estados Unidos y por supuesto y en consecuencia, les corresponde también hacer ese mismo reconocimiento hacia los demás, lo cual implica por ejemplo, terminar con una política de exclusión de Cuba y en general, terminar con la homologación centenaria que hacen entre quienes son sus amigos y quienes tienen derecho a ser soberanos. No es la Casa Blanca la encargada de entregar credenciales de buena conducta a favor de los gobiernos y por tanto, es imprescindible hoy día, que se abstenga de continuar con aquellas prácticas obsoletas, donde no sólo dictamina cómo vivir sino activamente define quiénes y cómo se gobierna cada país.
Este reconocimiento a la pluralidad y esta posición a favor de la tolerancia es una parte vital de esta visita a América Latina que inicia este fin de semana en Brasil, es decir, se presenta para los Estados Unidos una oportunidad en un medio difícil y no alineado con ellos y en un contexto mundial donde su hegemonía no está asegurada. Chile entonces, le hace un favor al recibir al Presidente Obama y ofrecerle tribuna como amigo toda vez que las desconfianzas son más altas que las expectativas.
De modo que la pregunta central de esta visita es cuál es la actitud política con que Estados Unidos pretende solventar su actual postura. Si abandona la conocida relación donde ellos dictaminan cómo deben vivir los demás y se da cuenta que se encuentra ante una oportunidad -dado que nadie desea llevarse mal con ellos- habrá dado un enorme paso adelante en la dirección correcta porque si bien es cierto que en esta vida, no somos todos iguales -aunque queramos serlo- no menos cierto, del punto de vista de la soberanía y la no injerencia, es que sí lo somos.
De manera que Estados Unidos viene a rendir examen. Asumir su pasado rol en la violación a los derechos humanos, reconocer a todos los gobiernos latinoamericanos pronunciándose a favor del multilateralismo y cumplir con sus compromisos comerciales retrocediendo en las medidas proteccionistas que ha tomado para su economía y que no permite que los demás tomen, son lecciones del temario que debe traer repasado.
Como buen estudiante, está ante una oportunidad que puede aprobar o reprobar porque si viene con la misma retórica de siempre cargado de promesas e ilusiones, no sólo habrá fracasado sino que derechamente habrá faltado el respeto a nuestra inteligencia. ¡Veamos si estudió la lección!
Por Carlos Arrue
El Ciudadano