Este 2016 ha sido un año bien movido para América Latina. La región ha sido noticia internacional por hitos como el acuerdo de paz entre las FARC-EP y el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos; la crisis económica, social y política de Venezuela; o el juicio político que la oposición brasileña impulsó contra la ex mandataria Dilma Rousseff; o la muerte de Fidel Castro en Cuba.
El 2017 no parece venir más tranquilo. Será el año de consolidación y puesta en marcha de los puntos del acuerdo de paz colombiano, el de las elecciones presidenciales en Ecuador y Chile; cuando el presidente venezolano Nicolás Maduro tendrá que buscar respuesta a la crisis que lo acecha, por ejemplo. Muchos interrogantes a los que la región dará respuesta en los próximos 365 días y que serán clave para analizar cómo se dibuja América Latina en un escenario mundial que se viene con una Cuba sin Fidel y unos Estados Unidos liderados por el impredecible Donald Trump .
Argentina y Brasil, en pleno neoliberalismo
El 2016 fue el año del retorno a los gobiernos derechistas y neoliberales. Fue el caso de Argentina y Brasil.
En el país vecino, Mauricio Macri inauguró año y mandato -asumió a principios de diciembre de 2015-. El empresario, que derrotó en las urnas al candidato del kirchnerismo, Daniel Scioli, prometió reactivar la economía, sumida en una crisis atribuida al gobierno de la entonces presidenta Cristina Fernández y de su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner. Durante su campaña, el entonces candidato prometió «pobreza cero» y una “revolución de la alegría”. Un año después, el balance de su gestión no apunta ni hacia la alegría ni hacia la erradicación de la pobreza en el país. Más bien al contrario.
El presidente no ha podido hacer frente a la enorme inflación, que está hoy en el 45%, y a una economía en recesión. Una de sus apuestas para recuperar el déficit fue incrementar las tarifas de la electricidad, el gas, el agua y el transporte desde 200 hasta 2.000%. Pero la Corte Suprema de Justicia le ordenó suspenderlos y eso implicó un fuerte golpe a su Ejecutivo.
La falta de resultados a nivel económico lo castigan ahora en las encuestas, que ya registran un descenso de su popularidad de más de 20 puntos.
En Brasil en cambio, el relevo presidencial quedó lejos de llegar por las urnas. La ex presidenta Dilma Rousseff fue sometida a un proceso de impeachment que se alargó más de ocho meses hasta que el pasado mes de agosto fue destituida y asumió el actual mandatario Michael Temer.
El impeachment, que terminó como una suerte de golpe de Estado judicial, fue impulsado por el el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ex socio de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), luego de que el ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB), fuera acusado de corrupción en una de las aristas del caso Petrobras y los petistas le retiraran su apoyo. Así se sirvió la venganza.
Rousseff fue acusada de vulnerar la ley presupuestaria y la de probidad administrativa, aunque los críticos con esa maniobra política aseguran que las llamadas «pedaladas fiscales» no caracterizan improbidad administrativa y no llegaron a ser una prueba que implicara a la ex presidenta en un crimen doloso que justificara un impeachment.
En cuatro meses, Temer no ha logrado ganarse la popularidad del pueblo brasileño. A lo largo de su mandato el presidente ha visto como las calles de la principales ciudades del país se llenaban de manifestantes para protestar en contra de sus políticas privatizadoras, como la reforma previsional o el congelamiento del gasto público para los próximo 20 años.
Seis ministros de su gabinete han caído en este período y el próximo año habrá que ver si el mandatario se salva (o no) de los distintos casos de corrupción en los que está envuelto.
Una de las mayores incógnitas de 2017 será si gobiernos como los de Macri y Temer superan las tensiones políticas y logran reencauzar sus economías de corte cada vez más neoliberal. Tanto Brasil como Argentina han sido clave para que América Latina experimente un giro hacia la derecha liberal y que, según el analista internacional Max Quitral, podría «agudizarse en las próximas elecciones que se vienen en la región».
Venezuela, cada vez más sola
Precisamente el cambio de ejecutivo en Argentina y Brasil provocó el aislamiento cada vez más profundo de Venezuela en la región que se ha evidenciado en la crisis del Mercosur.
A pesar de que Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina aseguran que Caracas no cumple con los requisitos del bloque regional, el presidente venezolano Nicolás Maduro asegura que se trata de un «golpe de Estado» y afirma que no aceptará su exclusión. El cambio de equilibrios ha provocado una crisis en el Mercado Común del Sur, impulsado por Hugo Chávez y auspiciado tanto por el kirchnerismo como por los petistas. Una crisis exterior que se suma a la inestabilidad económica, social y política.
La paralización del proceso para llevar a cabo un referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro abrió un complejo escenario entre el oficialismo y la oposición, que tiene la mayoría en la Asamblea Nacional. El Consejo Nacional Electoral (CNE) suspendió el procedimiento basándose en los fallos judiciales de cinco tribunales regionales que alegaron irregularidades en el proceso. Sin embargo, la coalición opositora de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) habló de «instrumentalización» del CNE e insiste hasta hoy en la necesidad de convocar elecciones. Ante la intención de Maduro de evitar un período electoral, los opositores descartan seguir en la mesa de negociaciones, donde el Papa Francisco actúa como mediador, para encontrar una salida a la crisis política.
Se le viene un 2017 complejo a Maduro para resolver el panorama en su país. Mientras que el mandatario asegura que no abandonará el diálogo, la oposición se le pone cada vez más de espaldas. «El empoderamiento de la oposición ha sido alto y hay presiones por su parte de que sus posiciones políticas sean mucho más fuertes para debilitar aún más el gobierno de Maduro», asegura a El Ciudadano Quitral. Y agrega: «El gobierno tendrá que buscar una salida que permita inhibir a las fuerzas de derecha». Las opciones no van mucho más allá de negociar una tregua que lleve al fin del mandato de Maduro o aceptar someterse a las urnas para que el pueblo democráticamente decida sobre su continuidad.
Bolivia y Perú, aún con tiempo
El referéndum que sí que logró llevarse a cabo fue el que impulsó el presidente boliviano Evo Morales el pasado mes de febrero para decidir si se iniciaba o no una reforma constitucional que le facilitara el acceso a un tercer mandato. La Constitución limita a dos los mandatos presidenciales y el resultado de la consulta no fue favorable a Morales, que por ahora no podría presentarse a la reelección.
A pesar de eso, hace pocos días, en el Congreso del partido oficialista MAS se presentaron cuatro fórmulas para intentar la repostulación en los comicios de 2019. Morales tendrá que elegir entre reformar el artículo 168 de la Constitución de Bolivia mediante una iniciativa ciudadana; modificar parcialmente la Carta Magna aprobada por dos tercios de la Asamblea Legislativa, de mayoría oficialista; renunciar unos seis meses antes de que termine su mandato (en su lugar asumiría el vicepresidente Álvaro García Linera);o pedir al Tribunal Constitucional Plurinacional que realice una interpretación de la Constitución para respetar el derecho de los ciudadanos a elegir al gobernante que prefieran sin importar los límites establecido en la Carta Fundamental.
Para Quitral, este escenario «empaña» la gestión de Evo Morales para el próximo año, quien además, «si no puede presentarse, tendrá que buscar una figura que logre captar la atención de sus votantes y mantenerse en el poder«. Y agrega: «Aunque está algo complejo por los casos de corrupción que han golpeado al gobierno, la balaza se inclina levemente a su favor».
Y es que días antes del referéndum que daba la posibilidad al presidente de reelegirse, estalló el caso de la célebre empresaria con perfil de reality star, Gabriela Zapata, una joven que sin título y estudios conocidos negociaba millonarios proyectos de una empresa china con el Estado boliviano. Sus vínculos con el presidente Morales fueron el detonante del caso y la supuesta ligazón de un hijo, que investigaciones posteriores revelaron que nunca existió. El hecho influyó de manera determinante en la opinión ciudadana y cerró la vía constitucional a una nueva carrera electoral para el imbatible mandatario.
También en Perú la corrupción ha sido un tema en el año en que el veterano economista neoliberal Pedro Pablo Kuczynski (PKK) le ganó a Keiko Fujimori la Presidencia por un ajustadísimo margen.
PKK se cuadró ante los escándalos protagonizados por algunos de sus ex asesores, pero parece que no ha tenido la misma mano para plantarse ante el fujimorismo, que tiene la mayoría parlamentaria y busca debilitar -aún más- al gobierno peruano. Señal de ello es que Kuczynski cierra el año con la censura del ministro mejor evaluado de su gabinete debido a una jugada de los fujimoristas, que con su larga historia de autoritarismo van ganándole espacio al gobierno.
El 2017 será un año de equilibrios para Kuczynski porque tendrá que lidiar con Keiko Fujimori sí o sí para dar respuesta a las presiones del lobby de los grandes empresarios, que quieren que entre ambos exista un entendimiento que tenga como base sus postulados neoliberales.
Colombia, año nuevo con paz
El 2 de octubre de este año, el pueblo colombiano sorprendió al mundo entero cuando el 50,2% de la población rechazó el acuerdo de paz entre las FARC-EP y el gobierno de Juan Manuel Santos para poner fin a más de 50 años de conflicto armado.
Tras la derrota del gobierno, Santos sostuvo nuevas reuniones con los líderes de la guerrilla para alcanzar un nuevo acuerdo que incluyera las modificaciones propuestas por los partidarios del «No». Un esfuerzo que se vio empujado por el reconocimiento del premio Nobel al presidente colombiano (no así a la guerrilla).
El año en Colombia termina con el nuevo texto firmado y ratificado, y la primera de las medidas aprobadas: la Ley de Amnistía. Se trata del primer indulto que se aprueba en 26 años para los combatientes que hayan cometido delitos menores. Durante el año próximo tendrán que desplegarse el resto de los puntos del acuerdo: desde el desarme de los ex guerrilleros y su reinserción a la sociedad civil, hasta la puesta en marcha del Tribunal de la Jurisdicción Especial para la Paz, la instancia judicial especial que se creará para juzgarlos, o la ley que les permite a las FARC participar en política.
De hecho, el movimiento Voces de Paz y Reconciliación, la semilla del partido político en el que se transformará la guerrilla como parte de su reincorporación a la legalidad, ya se encuentra inscrito ante el Consejo Nacional Electoral del país. Sus representantes tendrán voz pero no voto en las sesiones del Congreso hasta las elecciones de 2018, en las cuales ya podrá concurrir el partido que creen las FARC.
«El desafío que tendrá el movimiento será tratar de que sus aspiraciones sean comprendidas y respaldadas por la ciudadanía ya que con este referéndum quedó claro que la sociedad colombiana no cree del todo en los argumentos que se entregaron para dar fuerza al acuerdo», explica Quitral.
Ecuador y Chile, camino a las presidenciales
Corría marzo cuando el presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció que no se presentará a las elecciones presidenciales de febrero de 2017 y luego el oficialismo eligió al ex vicepresidente (2007-2013) Lenín Moreno para tomar su relevo. Moreno lidera hoy la intención del voto y encabeza la preferencia electoral superando al ex banquero Guillermo Lasso, quien va a hacer el segundo intento por llegar al Palacio de Carondelet.
Correa cierra un año políticamente agitado, con dos cambios de gabinete ministerial a las espaldas. El último, el pasado mes de noviembre, ya que varios de los miembros del gabinete del mandatario se ocuparán de la campaña para los próximos comicios, que empieza junto con el nuevo año: el 3 de enero.
Las elecciones presidenciales son decisivas para el país que, con la llegada al poder de Correa, en 2007, abrió un período de estabilidad política y económica después de una década por la que pasaron tres gobernantes (Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez) y muchas revueltas populares. El movimiento Alianza PAIS buscará asegurar la continuidad de su proyecto político llamado «Revolución Ciudadana». Según el analista internacional, «las posibilidades de que Moreno y el proyecto continuista se mantengan en el poder son bastante altas».
En Chile, las presidenciales se convocarán para el próximo noviembre. Así, el 2017 se presenta como un año de campaña, con decisiones y acciones tomadas en vista a los objetivos electorales. Este 2016, en el que el gobierno no ha logrado sacarle brillo a su ejecución, termina sin ninguna de las dos fuerzas del dupolio con un candidato claro.
La nueva ley de primarias establece el próximo 2 de julio para elegir quienes irán a disputar el sillón de La Moneda. Sin embargo, la victoria de la alcaldía del Jorge Sharp en Valparíso (Movimiento Autonomista) abre puertas y esperanzas de que el 2017 puede ser el año en que le llegue la competencia de verdad al duopolio.
Meritxell Freixas
@MeritxellFr