Analista político: “Con esas mayorías no se podrán hacer cambios profundos”

Los comicios rompieron con el tradicional sistema de alternancia política entre la derecha (Partido Popular) y el centro-izquierda (Partido Socialista) y evidenciaron un claro giro hacia la izquierda por parte de la ciudadanía.

Analista político: “Con esas mayorías no se podrán hacer cambios profundos”

Autor: Meritxell Freixas

El abanico parlamentario de España se abrió ayer de forma generosa a las formaciones lila y naranja, que pusieron fin a más de 35 años de bipartidismo. El tablero que se dibujó es complejo, tanto como la sociedad española, y requerirá de cálculos precisos, paciencia y negociación para llegar a acuerdos que permitan formar un gobierno o, en su defecto, en unos meses ir a nuevas elecciones.

Podemos, formación liderada por Pablo Iglesias, fue el gran ganador de los comicios por lograr sumar un total de 69 escaños y posicionarse como tercera fuerza política. Por detrás, y sin alcanzar sus ambiciosas expectativas, quedó el partido derechista Ciudadanos, con un total de 40 escaños.

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El Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy probó ayer el sabor de la amarga victoria. Ganó las elecciones con 123 escaños, que siguen siendo mayoría, pero quedó lejos de la absoluta, con 63 diputados menos que en 2011. En segundo lugar –y a muy poco diferencia de los de Pablo Iglesias– se situó el Partido Socialista (PSOE), con 90 escaños.

El Ciudadano conversó con el periodista del diario Gara y analista político, Alberto Pradilla, sobre los resultados de los comicios y los posibles escenarios que se dibujan a partir de ahora en ese país.

Los resultados de ayer plantean un nuevo arco político en España que pasa inevitablemente por la necesidad de pactar para poder gobernar. Las mayorías absolutas son complicadas de darse con el reparto de escaños de ayer. ¿Cuáles son las alternativas para formar gobierno?

Hay una aritmética endiablada que deja muy difíciles los posibles pactos de investidura. Hablo de investidura porque luego a partir de ahí habría que ver que mayorías tiene un gobierno para legislar. Ahora mismo la pelota está en el tejado del Partido Socialista. Con los números en la mano, hay pocas alternativas. Los socialistas y Ciudadanos podrían abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, quien podría salir en segunda votación para gobernar con una mayoría simple. Otra opción es que los socialistas buscaran un acuerdo con Podemos y Unidad Popular, hecho que necesitaría el concurso de los nacionalistas vascos (PNV) y catalanes (ERC), lo cual a mí me parece bastante complicado porque ERC está dentro de la hoja de ruta soberanista. Finalmente, el otro escenario es ir de nuevo a elecciones.

Todas las posibilidades son malas para el PSOE. Si apoyara al Partido Popular supondría sacrificarse porque se entendería esa idea PP-PSOE de «gran coalición» que se rechazó mucho y se condenaría, aunque fuera por omisión. Por otro lado, entrar en un apoyo con Podemos tendría que implicar dentro del pacto el derecho a decidir, cosa que dentro del Partido Socialista ni se plantean, mucho menos sus altos mandos.

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Hay un elemento relevante: ¿Qué van a decir sobre los posibles pactos las personas que no se presentan a las elecciones pero que mandan mucho? La Troika, Europa y demás. ¿Pueden llegar a forzar al PSOE para que se abstenga?

Al final, el problema es que con estas mayorías sólo puede haber pequeños pactos de investidura, pero no se podrán hacer los cambios profundos que exige la sociedad al Estado.

¿Qué posibilidades reales de que el PSOE acuerde una coalición de izquierdas existen teniendo en cuenta que el pacto inevitablemente pasaría por poner sobre la mesa la posibilidad de facilitar el gobierno de España a cambio de un referéndum para Cataluña. ¿Podría estar dispuesto a ceder al trueque?

Es imposible que el PSOE acepte ningún tipo planteamiento que reconozca el derecho a decidir. Los socialistas se están reduciendo, prácticamente, a un partido andaluz. Un cuarto de los votos los tiene en Andalucía [región del sur de España], donde lidera Susana Díaz, quien ya dejó claro que de ninguna manera querría ese tipo de acuerdos. Me resulta complicado pensar que podríamos encontrarnos un “gobierno a la portuguesa” a cambio del derecho a decidir [en Portugal a pesar de ganar la derecha las elecciones parlamentarias, una gran coalición de izquierdas terminó haciéndose con el poder].

Se habla también de que hay muchas posibilidades de llegar a elecciones anticipadas. ¿Sería una salida favorable para la izquierda? 

Es complicado predecirlo. Habría que ver cómo se mantendría la pugna entre PSOE y Podemos. El PSOE le saca 21 escaños a Pablo Iglesias, pero en términos de votos la diferencia es sólo de unos 400.000.

Luego habría que ver si en esos hipotéticos nuevos comicios se podría llegar a un acuerdo entre Podemos y Unidad Popular, que no podemos olvidar que ha tenido casi un millón de votos aunque sólo dos escaños. Este millón de papeletas podría haber resultado decisivo para que Podemos superara al PSOE.

El gobierno en coalición -o de pactos de legislatura- es una novedad en el Estado Español, donde hasta el día de ayer el sistema bipartidista marcó las dinámicas de todas y cada una de las elecciones desde 1978. Hay poca o nula cultura del pacto y la negociación en las trayectorias de los gobiernos de ese país. ¿Cree que los partidos estarán dispuestos al corto plazo a poner en práctica esa nueva cultura política?

La cultura política de los pactos no existe en España. El sistema político español se ha basado en un “turnismo”, apoyado por los partidos autonomistas como Convergència i Unió (CIU) o el Partido Nacionalista Vasco (PNV). No sé si la cultura política va a ir hacia allá. Si ese vuelco electoral se mantiene, italianizando la política española, los partidos tendrán que acostumbrarse. Puede ser que esa sea la fórmula que a partir de ahora rija en el Parlamento.

Podemos ha irrumpido, sin duda, con mucha fuerza: de la nada a tercer partido político, con 5.142.075 de votos y 69 escaños. ¿A que se debe el éxito de la campaña de su formación? 

Los elementos que explican la subida de Podemos son varios. Por una parte, hay que ver que sus mejores resultados son en Catalunya, Galicia y Euskal Herria. Es decir, las naciones sin estado dentro del Estado Español son las que más confianza han mostrado hacia esa formación y su planteamiento de poner en marcha una reforma democrática en el Estado.

Por otro lado, Podemos hizo una muy buena campaña que además fue muy mediática. Vendieron la idea de remontada y fueron capaces de seducir y generar la idea de confianza. Consiguieron recuperar la frescura del principio y conjugar su capacidad de denuncia del status quo con la de presentar propuestas. Además, tuvieron una parte muy valiente: reivindicar el derecho a decidir de todos los pueblos del Estado Español. Es algo que históricamente nunca había ocurrido.

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¿Qué cambió en los últimos 4 años en España para hacer ese giro hacia la izquierda? 

Cambiaron muchas cosas. Se viene de un ciclo de profundos recortes sociales dirigidos por el Partido Popular. Además, el Estado Español está en una crisis económica y estructural, de legitimidad de los políticos, con casos gravísimos de corrupción que estallaron en los últimos años. Todo ese magma pone en cuestión el sistema político que regía desde la transición.

No se puede obviar tampoco que el hecho de que hace cuatro años ETA decidiera cesar su actividad armada, abrió nuevas perspectivas, tanto en el País Vasco –que ha quedado fuera de la agenda–, como en España.

También hay que considerar el impacto que tuvieron el 15-M y las movilizaciones en la calle. Esos factores se han traducido en un proceso de toma de las instituciones a partir de procesos populares y de participación. Podemos  supuso un puñetazo encima de la mesa, emergiendo con cinco diputados en unas elecciones europeas, sólo cinco meses después de constituirse. Logró cambiar el lenguaje político en el país y marcó mucho la agenda.

Meritxell Freixas


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