Lo estándar es que, tras una crisis, se salga con medidas de ajuste de corte neoliberal. Así sucedió en Argentina tras la hiperinflación del 89 y 90. La “austeridad” llega tras el “exceso”, la escasez tras la abundancia.
Siempre la crisis es una muy buena excusa para realizar cambios pro sector financiero y pro mercado que una sociedad no está dispuesta a hacer en condiciones normales, tal como lo expone Naomi Klein en su libro la “Doctrina del Shock”. Son notables las diferencias que existen entre el nuevo ciclo que comenzó y el que cerró el kirchnerismo tras 12 años de gobierno. Pero más notables son las similitudes entre el ciclo que comienza y el que cerró en 2001 con el derrumbe de la convertibilidad. Menem en campaña prometió un “salariazo” pero hizo un “ajustazo” y desde el primer momento le otorgó la conducción económica a CEOs del grupo Bunge & Born. Igual, Macri le dio la conducción a CEOs del sector financiero (Alfredo Zaiat le llama CEOcracia y ya ha contabilizado al menos 27 altos exdirectivos de las corporaciones financieras norteamericanas permeados en todas las dependencias del Estado) y, en forma similar al salariazo menemista, Macri prometió continuar con los derechos ganados y con muchos aspectos económicos como no devaluar y no ajustar tarifas, pero, al igual que Menem, está implementando otro “ajustazo”.
La única y gran diferencia, es que Menem contó con una buena excusa para aplicar el shock, la hiperinflación y el Estado vaciado que encontró al llegar al poder. Macri, por el contrario, a falta de excusa tiene que inventarla y en esto está trabajando denodadamente el PRO, reescribiendo el pasado cercano para inocular la población con la idea de que el gobierno kirchnerista fue un desastre que les generó una pesada herencia. ¿Si conseguirán imponer este relato? Eso depende de la memoria colectiva y de la capacidad de inoculación de los medios de comunicación que dispone el gobierno, prácticamente todos.
Así, Argentina no solo se puede jactar de tener a Dios, a Eva, al Papa y al Che, sino que a partir de ahora está avanzando con un nuevo experimento social que seguro servirá de guión para que Naomi Klein enriquezca la próxima edición de su libro. Se trata de que ya no es necesario tener un shock para aplicar la doctrina, basta con inventarlo.
Es por eso que me parece muy atinado realizar un ejercicio comparativo entre el antes y después del cambio de gobierno, y entre este nuevo gobierno y el de Menem. Es necesario contrastar el relato oficial con la realidad.
Empleo y desempleo
Si algo caracterizó a todos los años del kirchnerismo es su defensa del nivel de empleo y la regularización del mismo. Junto con Brasil y Ecuador, son los 3 países que más redujeron la informalidad de los asalariados de toda América Latina (de acuerdo a la OIT la informalidad se redujo en -15% en Argentina entre 2003 y 2012, en Brasil -14% entre 2002 y 2012 y -10% en Ecuador entre 2009 y 2012). Y en términos de empleo formal en el sector privado, la cantidad de ocupados aumentó desde 3.5 a 6.5 millones entre 2004 y 2015. El único año en que se detuvo el crecimiento fue en 2009 en torno al 2%, tras lo cual siguió aumentando aunque a un ritmo moderado desde 2011 (incluyendo al 2015). El sector privado creó 264 mil empleos desde 2011 hasta 2015 a los que se suman los puestos de trabajo creados en el sector público. No es verdad que en los últimos años no se haya creado empleo, no es verdad que solo se creó empleo privado.
En lo que va del primer semestre del año, la caída del empleo es estrepitosa, gracias a una combinación de despidos masivos en el sector privado y una purga igualmente masiva de empleados públicos. La ambición de Macri es disminuir el número de trabajadores estatales en 1 o 1.5 millones, de los cuales por el momento, parece haber despedido un poco menos de 100 mil. Según consultoras privadas, CEPA y Tendencias, los despidos totales sumarían aproximadamente 150 mil (a mayo) de los cuales la mayoría son privados. Las únicas cifras oficiales están basadas en los registros administrativos y reconocen solo una caída de 5 mil trabajadores.
Al margen de las dudosas cifras, nadie ha hecho más para unir el movimiento obrero en Argentina, que Macri. Las centrales sindicales se unieron para conformar una gran manifestación en repudio a los despidos y elevaron la propuesta de frenarlos con una ley antidespidos que finalmente fue vetada por Macri. La principal de las centrales sindicales, la CGT moyanista, es o fue un aliado de Macri, así que lo más probable es que las protestas se justifiquen en las alarmas que la situación del empleo esté generando en las bases. El Sindicalismo argentino es complaciente con el poder, pero siempre cuando la cuerda se estira lo suficiente y sienten la presión de las bases, como mínimo hacen un gesto para congraciarse de cara a sus representados. Esto es lo que está sucediendo y los gestos de unidad y preocupación de los dirigentes gremiales demuestran más la alarma que la amenaza del desempleo genera entre los trabajadores, que los de la dirigencia. Una muestra de que la situación del empleo ha cambiado radicalmente, para peor.
Salarios
Argentina se mantuvo liderando el ranking de salario mínimo de la región a gran distancia de otros países hasta la devaluación de Macri. En la actualidad, Argentina comparte el podio al mismo nivel que Chile, Ecuador y Uruguay (dependiendo de la cotización del tipo de cambio puede haber pequeñas variaciones).
El salario mínimo y las paritarias siempre avanzaron por delante de la inflación durante los gobiernos kirchneristas y continuaron haciéndolo incluso en 2015.
Promedio regional del salario mínimo y comparación por países
El gobierno de Macri fue muy oscilante en cuanto a su política salarial. Prat Gay comenzó amenazando a la población de que tendría que elegir entre pretensiones salariales moderadas o despidos. En
febrero había cerrado un acuerdo con los gremios docentes por un 40% de aumento, pero luego de anunciarlo, retrocedió diciendo que era un error de interpretación, porque ese incremento representaba una base muy elevada para ser la primer paritaria del año y contrastaba con el 22% y 24% de aumento que querían otorgar la provincia de BA y CABA, los propios distritos PRO. Al final, los acuerdos suman incrementos que empiezan desde el 20%, pero a los que se añaden sumas fijas a lo largo del año y en muchos casos se han arreglado cláusulas gatillo que reabrirían las paritarias ante la inflación.
De acuerdo a las estimaciones del ITE, las paritarias apenas representarán una pérdida estimada en torno al 5% para el año, aunque todo es muy incierto en cuanto a la inflación y los ajustes tarifarios, por lo que este registro se parece más a un mínimo. De todos modos, las caídas en el salario no han sido muy significativas por el momento y, sin duda, resultaron menores a lo deseado por el gobierno. Esto significa que Macri está calibrando y por el momento ha decidido evitar una confrontación con las centrales sindicales. En definitiva, desde 2002 hasta 2015 se vivió en argentina una etapa ininterrumpida de crecimiento salarial que terminó abruptamente con la llegada de Macri al poder. Recientemente Macri ha declarado que el código de trabajo necesita ponerse del lado del empresario (un descalabro jurídico, para eso hagan desaparecer el código laboral y que el contrato de trabajo lo rija el código civil, como si el trabajo fuese una relación entre dos iguales, Techint por un lado, y cada obrero por la otra), lo que anticipa que en lugar de confrontar vía salarios, parece haber optado por la flexibilización. Al parecer, tiene más expectativas de ser más convincente con los senadores y diputados que con los trabajadores y algunos de sus representantes.
Pobreza y desigualdad
Aún es pronto para mediciones de desigualdad, pero por el momento es indudable que se ha producido un enorme salto en términos de desigualdad en los dos indicadores, como consecuencia de que ambos son muy sensibles a las variaciones de precio. La UCA ha estimado un salto de 1.9 millones, del 29% al 34%, de pobreza en el primer trimestre. En el segundo trimestre se anticipa un salto equivalente que estaría elevando la cifra a casi el 40% de la población.
Comercio exterior
Todo el período kirchnerista fue una etapa de superávit comercial excepto 2015. Esto es coherente con la política de sostén a la demanda y el empleo, aunque en gran parte se debe con la política de protección y fiscalización arancelaria y el cepo cambiario establecida en 2011. La restricción externa llegó y fue necesario hacer una administración menos liberal de divisas que la que permitió la abundancia de divisas hasta ese momento.
A pesar de que en lo que va del año la economía está en recesión, se observa un incremento de importaciones de bienes de consumo. Los aumentos de tarifas dejan pocos pesos disponibles para el consumo. Instituciones como la CAME están alertando sobre la situación. De todos modos, si la economía recupera nivel de actividad el nivel de importaciones será agobiante.
Algunos de los incrementos de importaciones de bienes de consumo final recolectados en el artículo de Zaiat “José mercado compra importado” son los siguientes:
Carne 102%, Chacinados 700%, Queso 138%, Pastas 127%, Cerveza 33%, textil y confecciones 23%, calzado 42%, a pesar de que la cámara registra una caída del 25% de las ventas, marroquinería 24% (caída de 25% en las ventas), madera 15%, colchones 20, sillas 36%, juguetes 50%, lavavajillas 164%, estufas 44%, calefones 27%, hornos grill 61%, cafeteras 43%, batidoras 60%, cosechadoras 40%, tractores 72%, tablets 1500%, módems 172%, celulares 15%, decodificadores 14%, radios 21%, motos terminadas 239%, cuatriciclos 67%, neumáticos livianos 22%, pesados 45%, química de consumo 43% entre otros.
Dólar
La situación cambiaria es estable pero incierta. El stock de reservas líquidas es bajo, lo estiman en menos de 4 mil millones de dólares y a fin de junio el BCRA enfrentó corridas con retiros de hasta 500 millones de dólares en un día. Esto significa una inestabilidad cambiaria latente. El crecimiento del endeudamiento no se tradujo en un incremento del stock de divisas relevante. De los 16 mil millones de nuevo endeudamiento colocados para arreglar o someterse a la voluntad de los buitres, casi 10 mil fueron destinados a pagarles a los buitres, y poco más de 2 mil se tradujeron en incrementos de las reservas.
Uno de los motivos que explican la recesión es el negocio financiero. El gobierno necesita dinero fresco y evitar la disparada del dólar por lo que recurre a los tipos de interés como estrategia para cubrir dos objetivos simultáneamente. Los tipos de interés son significativamente más elevados de los que regían en 2015 (verde). Debe notarse que los tipos de interés descendieron un poco en junio.
Tasa de interés para dep. a plazo y préstamos, en porcentaje (sept-15 verde, dic-16 rosa)
quirográficos, hipotecarios, personales, plazos fijos grandes
¿Por qué? De acuerdo al economista Claudio Scaletta, no es posible encontrar un justificativo a la política de descenso de tasas justo en el mes cuando era conocido que el BCRA debería hacer frente a los vencimientos de las colocaciones de dólares a futuro, por lo que se agudizaría la presión sobre el dólar. Al bajar los tipos de interés en junio (ver gráfico), las ganancias de compradores de dólares a futuro que contaban con información privilegiada (entre ellos, el grupo Socma propiedad de Macri y su Secretario Coordinador Interministerial, Mario Quintana, que compró como CEO de dos empresas más de 11 millones de dólares y obtuvo una ganancia en torno a 7 millones y otros amigos de Macri), aumentaron en unos 270 millones hasta un total de 3600 millones de dólares
Uno de los aspectos destacados es que ya varias figuras del establishment están hablando de que con la inflación hay nuevamente un atraso cambiario. En efecto, en este entorno inflacionario el dólar planchado es un ancla parcial para detener la inflación. Es claro que se anticipa una próxima devaluación, tan pronto como se aplaquen un poco los impactos del tarifazo sobre la inflación.
Situación fiscal y deuda
El déficit del 2015 fue del 1.9% del PIB según fuentes oficiales, y no del 7% como estimaba Prat Gay en plena campaña. La situación actual es que, ajustando por inflación, el déficit primario del primer semestre es un 1.3% del PIB lo que podría cerrar el año con un déficit mayor al de 2015. Para financiarlo el gobierno está recurriendo a transferencias del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (algo que criticaba insistentemente al gobierno de CFK), a transferencias del BCRA (emisión) y deuda. Las transferencias del BCRA, emisión pura y dura, en junio aumentaron un 80% respecto a 2015. A pesar de todo, el Ministro Prat Gay no se ha desmentido aun de sus declaraciones sobre la pesada herencia fiscal, por el momento se limita a mostrar que está recurriendo a los mismos mecanismos que en campaña consideró ilegítimos, más un ingrediente adicional, crecimiento de la deuda, un “orgullo nacional”.
Macri ha emitido más deuda en los mercados internacionales en un semestre que el kirchnerismo en todos los años juntos desde el inicio de su existencia. Me permite sospechar que el famoso economista Aldo Ferrer, nonagenario autor del famoso libro “Crecer con lo nuestro” (que advertía los problemas y dependencias que genera el endeudamiento), prefirió acabar sus días un mes antes del arreglo en abril con los fondos buitres. Otra muestra más de su brillantez que le sobrevivirá, aunque claro está, no en los cerebros de quienes ahora están al comando del destino nacional (que días atrás lo estuvieron del JP Morgan, Deutsche Bank y otras instituciones financieras encantadas con disfrutar del negocio de la deuda).
Se esperaría que el ajuste en su versión tarifazo habría mejorado las cuentas públicas y sin embargo, no es así. Se explica esto porque el incremento de las tarifas no ha rendido en más ingresos fiscales sino que se ha transferido, a cambio de nada, de ningún programa de inversiones, a las empresas. Estas empresas han sido adquiridas antes del tarifazo por amigos del propio Macri, como Lewis, el magnate inglés comprador de tierras en la Patagonia que ha secuestrado el Lago Escondido.
Precios
Los precios estaban en franco descenso gracias a la estrategia coordinada a través de varias instituciones, por un lado, la actuación para desinflar las presiones sobre el dólar exitosamente llevadas a cabo por el presidente del BCRA, Alejandro Vanoli y, por el otro, a instrumentos heterodoxos como el programa Precios Cuidados que procuraba estimular nueva oferta, y aumentar la competencia gracias a productos regulados que indiquen precios y limiten los excesos. Como se ve en el gráfico, los esfuerzos comenzaron a dar resultados, y todos los indicadores comenzaron a mostrar registros en torno al 15% hacia finales del gobierno de CFK. Con Macri se produjo un ataque envenenado a la estabilidad. La combinación de devaluación, que impacta sobre los productos transados como los alimentos y sobre los productos importados, junto a la eliminación de las retenciones, que genera un aumento inmediato del precio interno equivalente a la disminución, los incrementos de tarifas, que oscilaron entre 400% y 1800% y, el desmonte del sistema de precios cuidados, terminaron asaltando el poder adquisitivo del salario. La inflación generada en el primer semestre acumula más de un 25% de aumento y se la proyecta cercana al 50% hacia el final del año.
El impacto de las tarifas es abrumador sobre todo en las regiones. Las regiones han sido las grandes perdedoras en un gobierno que parece por y para las corporaciones. La Patagonia es de lejos la región más afectada debido al alto consumo de energía para calefacción, afectando a una de sus principales actividades productivas, el turismo. Otras regiones muy votantes del PRO han salido perjudicadas. En particular Córdoba, quien votó masivamente a Macri en reclamo por las políticas para el campo. Finalmente recibieron la caída de las retenciones, pero a cambio, recibieron aumentos de combustibles por lo que la provincia no ha satisfecho plenamente sus expectativas. Para citar algunos ejemplos, electricidad 170%, subte 70%, en el Gas los aumentos son más desopilantes (por ahora detenidos por amparos), iban desde 400 a 1350%, el promedio para los usuarios era de 700%. Para que tengan unos ejemplos de dimensión, una familia tipo gastaría en Argentina entre un 20% y 40% de su consumo mientras que en Ecuador, el gasto representa entre 1% y 2%. Con estos nuevos p.recios es imperioso reformar las canastas de bienes que componen el IPC.
Es curioso, Guillermo Moreno comenzó la intervención al indec como consecuencia de que tras las heladas muchos productos frescos prácticamente desaparecieron de las canastas de consumo, como el tomate, y sin embargo, el indec no intervenido rechazó su propuesta de excluirlos de la canasta, por lo que el IPC así medido no reflejaba la realidad al incorporar los precios de consumos inexistentes. Ahora sucede al revés, hay aumentos desmedidos pero su peso en la canasta real se ha multiplicado por 20. El gas representa en realidad un 20% como mínimo de la canasta de consumo de la mayoría de las familias pero el ponderador para el indec apenas es un 1%. Deberíamos reformar la canasta de ponderadores para que refleje la realidad. Con el actual ponderador del gas que utiliza el indec, apenas unos 6 puntos porcentuales del incremento de 50% estimado para el año se explican por el gas. Si cambiamos el ponderador para que refleje la realidad, la inflación anual rondaría un impresionante 155% manteniendo todo lo demás constante.
Actividad económica
Tras un apagón estadístico de un semestre, el indec ha revisado las cifras del PIB que arrojan un crecimiento de 0.5% en el primer trimestre. Este dato no es creíble. Surge de la sumatoria contable del consumo privado con un registro de +2.5% (que no es compatible con la caída del poder adquisitivo de los primeros meses del año), de un crecimiento estimado del 2.5% del gasto público (que tampoco es compatible con la observación de que la sub-ejecución del presupuesto público es descomunal), y con los despidos de trabajadores públicos (otro componente del gasto público). Otros indicadores de actividad muestran caídas, en el indicador sintético de la construcción, en la recaudación de IVA interno, en ventas de supermercados, etc.
Contrasta este resultado con un crecimiento de 2015 que también ha estimado el nuevo indec del 2.4%, que si bien es modesto, está entre los registros positivos y nuevamente el propio instituto de estadísticas oficiales desmiente al propio Macri y Prat Gay en sus insistentes mentiras acerca de que la economía estaba en recesión. Más que describir lo que estaba pasando en 2015, profetizaron sobre 2016.
Tanto el FMI como la Cepal han pronosticado decrecimientos para el año 2016, aproximadamente del 1.5% respecto a 2015, la primera caída tras la crisis global de 2009 y el doble de retroceso que el promedio regional.
Nada apunta a cambiar. El crecimiento demanda inversiones reales, en equipos, infraestructura y construcción, ninguna de las cuales puede competir con el negocio financiero. Las empresas pueden optar por hacer inversiones reales o financieras. ¿Qué tipo cree ud. que predominará con los tipos de interés actuales? Vuelve irremediablemente a nuestro país el auge de las mesas de dinero y la timba financiera, las empresas canalizarán hacia ese segmento sus inversiones, no porque no sean buenos empresarios, sino porque ninguna inversión real puede competir con esa rentabilidad.
En este entorno, el sector más desfavorecido es la industria, especialmente la orientada al mercado interno, es decir, la más pequeña. El proceso de desindustrialización se explica por el coctel molotov que representa la combinación de la caída del consumo y competencia de las importaciones.
Estadísticas
El propio Todesca, director del INDEC quien antes de asumir elaboraba mensualmente un indicador propio de inflación con dos ayudantes, mantuvo un apagón estadístico de 6 meses en el indec con centenares de colaboradores en todo el país. Al parecer, el propio ministerio de finanzas no confía en las estadísticas de inflación y utiliza los indicadores de precios de una consultora propiedad del hijo del ex ministro Domingo Cavallo.
No hay ninguna duda que han manipulado las cifras de Cuentas Nacionales. En primer lugar, para obtener registros positivos en el inicio de gestión de Macri (lo mismo hicieron en el gobierno de De La Rua, porque queda muy mal que el primer trimestre de gestión haya un retroceso de actividad). El segundo objetivo es tirar abajo las cifras de crecimiento durante el kirchnerismo, y a tal punto llega la manipulación que en 2009, Argentina pasó de ser uno de los pocos países que mostraban cifras en el terreno de los números positivos en una región que cayó un 1,2% en promedio, a ser el segundo con mayor caída de la región, por encima del 6%. Pero también se maquillan las cifras de empleos registrados y la AFIP reacciona ante la caída de la recaudación discontinuando la divulgación de información sobre recaudación de los primeros días del mes. Se sospecha también que la reservas liquidas internacionales están infladas. En definitiva, no hubo ningún cambio y la calidad de la información sigue muy comprometida.
¡Las estadísticas con Macri siguen y seguirán siendo políticas!
En síntesis
Las similitudes entre Macrismo y Menemismo también pasan por la retórica. Comparten por ejemplo, el recurso al sacrificio individual en aras de un bien individual ¡pero futuro! Era común en los 90s escuchar al menemismo decir que “estamos mal pero vamos bien” al igual que ahora la vicepresidente insiste con que “Se ve la luz al final del túnel”. Por el contrario, la realidad es diferente y le cabrían mejor expresiones como “se ve la luz en el túnel, pero del lado contrario a donde nos dirigimos” o “estamos mal y vamos peor”.
La CEOcracia no parece estar haciendo un trabajo ni bueno, ni coherente, ni coordinado. Ya se vislumbraban las inconsistencias a lo largo de la campaña presidencial. Los compromisos electorales de Macri eran para todos los gustos, contradictorias, por un lado, promesas pro-mercado como eliminación de retenciones, de impuestos como bienes personales, fin del cepo, ganancias y, por el otro, se disfrazó de peronista, hasta descubrió un busto de Perón, y prometió mantener los derechos, no devaluar, no ajustar etc.
Tras un semestre de gobierno no quedan dudas que puso en la balanza los compromisos asumidos y se decantó a favor de aquellos que representan sus intereses de clase, produjo un gran ajuste neoliberal. Si no es mayor, es porque algo de resistencia encuentra y porque recién empieza.
Doble déficit (externo y fiscal), inflación, tasas de intereses elevados, recesión, caída generalizada del nivel de actividad, gasto público subejecutado, apertura comercial y financiera, fuga de dólares, predominio del negocio financiero. No son atributos del modelo que nos llevó al 2001, es la descripción de la actualidad. Al igual que en los 90s, toda la estrategia está basada en un solo pilar, la deuda. Macri ya ha salido a prometer 100 mil millones de dólares en inversiones externas, que es un tipo de deuda, y ya ha colocado unos 22 mil millones de deuda. No son los 90s, son 6 meses del actual gobierno. El menemismo se endeudó al ritmo de unos 10 mil millones anuales, en 6 meses Macri ya nos ha endeudado en más del doble que ese promedio. El menemismo vendió activos, privatizando, por unos 90 mil millones. Vender activos es contablemente equivalente a emitir deuda. Un dólar tomado en el extranjero disminuye en 1 dólar nuestra riqueza neta frente al resto del mundo y lo mismo sucede si se venden activos por 1 dólar al resto del mundo. Privatizar es igual a endeudarse, es deuda y en ese camino avanza Macri tras la sanción de la última ley ómnibus con la que pretende privatizar los activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad que es patrimonio de los argentinos.
Hay 2 grandes tipos de corrupción como de ladrones, de gallinas y de cuello blanco. El gobierno anterior, como todos los gobiernos en el mundo, tienen actos de corrupción, muchos o pocos, pero todos los tienen. Este gobierno ha llegado en cambio para llevar adelante un programa de corrupción sistemático (Aldo Ferrer le llamaba corrupción sistémica), que consiste en generar un modelo legal de transferencias hacia los sectores concentrados, de ser posible, foráneos. Cabe destacar que durante la competencia electoral Macri contó con todo el apoyo del sector empresarial, especialmente el financiero, porque había 2 enormes botines en disputa. Por un lado, una enorme capacidad de crear deuda (el nivel de deuda externa pública fue históricamente bajo al finalizar el gobierno de CFK y si la deuda creciese hasta un apenas un 50% del PIB, el sector financiero podría colocar unos 200 o 250 mil millones de dólares). El segundo botín consiste en la participación accionaria en empresas que posee el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES, en 46 empresas del país por un valor de mercado cercano a 100 mil millones. Estos 2 botines fueron el eje de la verdadera disputa electoral de diciembre. Al parecer, la única corrupción que les molesta a nuestros políticos y medios de comunicación es la de los ladrones de gallinas. La corrupción sistémica no les preocupa a los formadores de opinión, porque responden a sus intereses, a sus preferencias, y porque a veces, participan del negocio. Consiguen imponer la idea de que es mucho más importante que haya funcionarios con botines de 10 millones en su poder, y a nadie le llama la atención que fugadores seriales estén a cargo de la dirección de las arcas públicas, que las pérdidas para el Estado (que son ganancias de empresas privadas) por las operaciones a futuro del dólar hayan significado transferencias para el propio Macri y otros funcionarios y amigos de 3600 millones, ni que 4000 millones hayan sido transferidos a empresas extractivas a cambio de nada. Acaso no es un gran acto de corrupción haber avalado el pacto con Paul Singer, lo peor y más defenestrado del capitalismo financiero global (que, por cierto, ha abierto las puertas para que en el futuro cercano, especialmente si viene un gobierno de otro signo, aparezca cualquier juez del mundo a reclamar por la evidente injusticia con los bonistas que entraron al canje). Este acuerdo con los buitres se justificó prometiendo que era la única salida posible para evitar la recesión, que al final, llegó de todos modos, otra promesa incumplida.
En definitiva, Argentina ha cambiado desde un modelo que podríamos caracterizar como de intervencionismo del Estado, a otro de intervencionismo de Corporativo. En el lenguaje de Arturo Jauretche, el cambio consiste en que hemos puesto a los gatos a que nos cuiden las sardinas.