San Pablo, la mayor ciudad de Brasil en materia de habitantes, amaneció este viernes sin transporte público y con bloqueos en algunas de las principales vías de acceso, en una jornada de huelga general promovida por los sindicatos contra las reformas de ajuste neoliberal propuestas por el presidente, Michel Temer, quien a pesar de su falta de legitimidad para ser presidente, encara un serio plan de recorte de derechos laborales.
Tal como relatan distintas crónicas periodísticas, como es el caso de Infobae, por la madrugada, los manifestantes colocaron barricadas con neumáticos en una de las carreteras que dan acceso al aeropuerto internacional de Guarulhos, en las afueras de San Pablo, y las prendieron fuego con el fin de evitar el paso de los vehículos, garantizando de esa manera que el cese de actividades en la gran ciudad brasilera fuera total.
Instantes más tarde, la autopista fue liberada por la Policía, que llegó a enfrentarse con algunas de las personas que participaban en la protesta, promovida por el sindicato de la aviación y el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), uno de los grupos sociales más activos del país y que reclaman un aumento de las viviendas sociales ante el contexto de austeridad que quiere imponer Temer en Brasil.
En la misma sintonía, la mayoría de los maquinistas de trenes de San Pablo se plegaron a la convocatoria de los sindicatos durante la jornada de protesta, en tanto que el metro funcionaba parcialmente, con sólo una de sus líneas circulando con normalidad. Cabe destacar que el alcalde de San Pablo es uno de los mayores aliados a Temer.
La huelga general, convocada desde hace semanas para este viernes 28 de abrul, coincide con la aprobación en la Cámara de los Diputados de la reforma laboral, la cual abrirá la puerta al fuerte abaratamiento de los costos laborales, permitirá negociar convenios colectivos con valor de ley y dará un duro golpe financiero a los sindicatos al eliminar la contribución obligatoria que les asignaba la normativa, debilitando así su poder de acción y organización. Sumada a la reforma laboral, también desde el ejecutivo brasilero se impulsa una reforma en las pensiones, alargando la edad laboral de las personas y quitando ese privilegio para algunos sectores de la población, como aquellas personas que sean encargadas de cuidar un hogar.
Los riesgos para Temer, quien posee a ocho de sus ministros, envueltos en casos de corrupción, son enormes. Tal como destaca El País de España, Brasil es uno de los países americanos con mayor tradición sindical de la región. La primera huelga general se remonta a 1917 y hace 73 años el presidente Getulio Vargas aprobó las leyes de protección al trabajo hasta ahora consideradas casi intocables.
En esa misma dirección, incluso un sindicalista sin formación académica, Lula, logró a principios de este siglo alcanzar la presidencia del país. Al margen de esas raíces históricas, la convocatoria ha logrado apoyos que van más allá del mundo sindical. La medida drástica no se tomaba desde 1996 y pone en jaque el proyecto neoliberal que pretende imponer Temer en el gigante sudamericano y serviría de conejillo de indias para el resto de la región.