Buscando sobrevivientes en medio de la noche: La historia de un rescatista en la inundación de Porto Alegre

Tras una semana del intenso temporal que se desató en Rio Grande do Sul, están aún inundadas más de 400 ciudades brasileñas. La capital estadual, Porto Alegre, quedó un 75 por ciento bajo el agua. Esta es la historia de un rescatista de Santa Catarina que tomó lo que pudo y se fue a ayudar en la búsqueda de personas.

Buscando sobrevivientes en medio de la noche: La historia de un rescatista en la inundación de Porto Alegre

Autor: Mauricio Becerra

El 27 abril comenzó a llover intensamente en el valle del río Pardo, al interior del Estado de Rio Grande do Sul, en la sierra gaucha, como es conocida esa región al sur de Brasil. Llovió como nunca y sin parar. Entre el 1 y 2 de mayo las lluvias se intensificaron. En los pueblos de Soledade cayeron 233 mm. de agua; en Caixas do Sul, 192 mm.; y en Santa Rosa, 176,8 mm. En apenas dos días, ocho municipios locales ocuparon las primeras posiciones entre las 10 ciudades con más lluvia del mundo.

Al ir bajando toda el agua por el valle del río Taquarí -que ya sufrió una inundación en septiembre del año pasado- en dirección hacia la cuenca del río Guaíba, se fueron inundando las ciudades y pueblos. En Porto Alegre, la capital estadual, el 75 por ciento de la ciudad, incluido el centro histórico, quedó bajo el agua. Se calculan en 395.600 las personas sin hogar desde el 29 de abril.

Recién el 7 de mayo escampó y comenzó a bajar el agua. Ese día se calculaban 60 mil gauchos sin casa y otras 500 mil personas sin agua potable. Se aprovechó estos días soleados para hacer búsquedas y rescates, antes que vuelva el frente de mal tiempo, cuyo inicio se anuncia para este viernes 10 de mayo. Nuevamente, se espera una lluvia intensa -por sobre los 100 mm. de agua en algunas ciudades- que no parará hasta el próximo martes 14.

La bahía del río Guaíba antes de las inundaciones de la semana pasada

La bahía del río Guaíba antes de las inundaciones de la semana pasada

Hasta este momento se calculan 107 muertos y 136 personas desaparecidas en todo el estado de Rio Grande do Sul. De las 497 ciudades de la región, 431 están con problemas. Unas 1.742.000 personas han sido afectadas.

La misma bahía del río Guaíba tras el fuerte temporal. Se calcula que el agua no bajará antes de un mes.

La misma bahía del río Guaíba tras el fuerte temporal. Se calcula que el agua no bajará antes de un mes.

Un relato vívido de la tragedia, pero también de la solidaridad humana que se despierta en estas situaciones, es la historia de Benjamín (@farrebenjamin), un salvavidas y buceador que vive en Garopaba -distante 398 kilómetros de Porto Alegre- que agarró lo que tuvo a mano y se fue a ayudar.

El Ciudadano consiguió entrevistarlo en medio de las tareas de rescate y de organización de la ayuda. Transcribimos fielmente su relato:

La partida desde Garopaba

“Partimos para Canoas el lunes. Lo decidí la madrugada del domingo y en la mañana del lunes tuve tiempo para ir a buscar unos chalecos salvavidas a la casa de un amigo, pasar por ropas de neoprén, llevar a mi hija al colegio y arrancar con una combi en la que enganchamos la lancha. Fuimos desde Garopaba con lo que teníamos y como pudimos: una camioneta sin placa, el foco de luz quemado, con el barco atrás, pero en los peajes no nos cobraban nada cuando nos veían que íbamos a ayudar.

Los barrios alrededores del Estadio Gremio de Porto Alegre quedaron bajo el agua. Registro de @farrebenjamin

“Llegamos allá de noche. Lo que más se veían eran pescadores queriendo ayudar. Vinieron de todo el litoral de Santa Catarina, desde ciudades como Tubarão, Florianópolis y hasta Itajaí por el norte. Cuando llegamos a Porto Alegre quedamos preocupados porque empezaron a robar a gente de los botes y en las casas de la gente que ya había sido evacuada. Conocía un bombero que trabaja en la defensa civil y conversando con ellos decidimos instalarnos en un lugar en donde estábamos más seguros que era una base del Ejército. Allí pudimos dejar nuestras cosas, conociendo ya toda la situación, y estar más tranquilos.

“Ya en la ciudad los barcos de pescadores eran acompañados por policías adentro que iban con fusil. Eso fue lo primero que me impresionó. Esa cooperación espontánea entre los pescadores y militares que generalmente no se ve, porque son cosas separadas. Cada uno con su organización. Los pescadores haciendo las cosas bien de corazón. Me llamó la atención la colaboración que de daba. Los recursos se compartían. Les dimos nafta -¿bencina le llaman ustedes?- a ellos cuando llegamos y ellos a nosotros después. Estábamos con adrenalina, una ansiedad muy alta. Habíamos llegado a la base a eso de las once de la noche, así que guardamos las cosas, metimos el barco al agua y arrancamos.

“Era de noche. No había nada de luz. Era un poco asustador al no saber bien como estaba la situación ya dentro del agua, debíamos estar atento, pero se necesitaba aún rescatar mucha gente. Y las cosas que ves adentro… Nos llamaron en un lugar, alguien gritaba que uno había saltado al agua pidiendo socorro, que escuchaban su voz pidiendo socorro, pero que cada vez pedía con menos fuerza. Cuando llegamos con el bote no encontramos a nadie.

“El paisaje era desolador. Las casas inundadas de agua, todo el primer piso inundado y sólo se veía el techo de las casas en donde antes había calles y ahora navegas por un río y así durante días. Y así va a quedar durante buen tiempo.

“Al otro día nos tocó sacar familias. Como era de día era más fácil. De igual modo, las familias no querían salir, una situación complicada porque estaban robando las cosas de valor en sus casas”.

Las noticias de El Dorado

“Para llegar a El Dorado, río arriba de la cuenca del Guaíba, está difícil. La situación de allá nos la informamos a través de grupos que hemos ido formando para gestionar la ayuda. Yo no he ido. Lo que a mi me llega es que es una ciudad que para poder ir hay que cruzar el Guaíba, que es el río que sigue recibiendo mucha agua, hay una corriente muy fuerte y que se puede cruzar sólo en barcos con 50 caballos de fuerza para arriba. Allá no están asaltando las casas, pero la gente tiene miedo de atravesar el río con las lanchas por miedo a ahogarse. Si vas con este tipo de lancha, puede pasar que el barco se te quede y tengan que salir a buscarte.

“Se sabe que a esta altura gran parte de la gente de allá fue evacuada. De igual modo hay gente que no quiso salir, que se niega y lo que puede llegar a pasar es como cambió el viento de ayer para hoy, el río cambien su curso y se vaya a los pueblos, venga el agua con más fuerza y arrastre casas. Esas noticias nos llegaban de El Dorado ayer.

“Piensa que tras llover durante días y días, el agua del río subió en algunas zonas hasta 30 metros. No sé si tienes una idea de lo que son 30 metros, pero es muchísima agua que te inunda un edificio entero. El agua después siguió bajando por el río para llegar a la cuenca y luego a Porto Alegre. Y sigue llegando y para las próximas lluvias se estima que llegue e inunde ciudades como Pelotas, las que están alrededor del lago, en donde también hay pueblos y ciudades que si bien no se inundaron, muchas no tienen agua y tampoco luz”.

Organizando la ayuda

“Para organizar la ayuda estamos conectados por células, se arma un grupo. Ahora volví a Garopaba para juntar voluntarios para ir el domingo con algunos bomberos de acá, con militares también nos estamos organizando. Hicimos un grupo de whatsapp, estamos juntando plata y cosas para llevar en las redes del grupo de la escuela. Fabi, mi compañera, está ahora haciendo campaña para conseguir toallitas, abrigos para mujeres. Se necesita agua potable, comida, aceite, nafta, aceite para las máquinas de dos tiempos… son tantas cosas. Hay otro grupo de los pescadores que hacen su movida y entre todos estamos conectados. Acá hay un bote, allá bidones con nafta, yo tengo plata para poner, quien necesita algo. En esa estamos.

“Tienes que ir preparado porque las balsas inflables se pinchan y tienes que ir a buscar cinta, pero está todo inundado, no tienes donde buscar. Ahora que viene el frío se necesita ropa, porque están en bolas.

“De igual forma, el pueblo brasileño es generoso y la ayuda que se recibe es enorme. Fabi recaudó 50 mil reales acá en nuestro pueblo para ayudar. Estamos mandando camiones cargados de botellas de agua, hay mucha gente sensibilizada con lo que está pasando. La respuesta es algo muy humano, creo que empieza por la culpa de ver todas esas cosas y no estar ayudando, empiezas a sentir cierta culpa, que no te deja dormir y decides arrancar y ayudar en lo que puedas. Mucha gente le pasa eso, es una cosa del ser humano, querer ayudar y participar cuando ves que pasa esa tragedia al lado tuyo.

“Ahora estamos juntando barcos y más barcos para volver allá y seguir circulando en los lugares en donde no salió la gente y convencerlos de que salgan. Es comprensible que no quieran porque es su casa, además de que irse a un abrigo en donde también están pasando cosas, abusos sexuales, es mucha gente metida ahí, algo que es muy difícil de organizar.

“Mi primera impresión era ver un caos, pese a que están los militares y hay una cooperación, pero se ve en las caras de la gente, es como un cuerpo sin cabeza. Los militares se ve que son organizados, que tienen jerarquía, tienen recursos, motos, pero se ve que no tienen un comando que les diga que vayan para allá, que hagan esto. Nadie sabe con certeza qué hacer mientras no baje el agua. Están como perdidos y eso se ve en la cara de las personas, es que es una situación sin precedentes, como que nadie sabe qué hacer”.

Porto Alegre bajo el agua por un mes

“Dicen que el agua no va a bajar en un mes en Porto Alegre. El asunto es que toda el agua que está bajando por el Guaíba va a llegar al lago de los patos, que dicen es el más grande de América latina. Toda esa agua va a bajar allá e inundará otras ciudades. Se puede decir que estamos en la mitad del drama todavía.

“Porto Alegre es hoy una ciudad que la mitad están bajo del agua. Acá no es sólo que los barrios pobres se inundaron, sino que también los barrios de los ricos. Es impresionante ver las concesionarias de Mercedes Benz y otros autos de alta gama, todo debajo del agua. No sólo la clase obrera, sino que la clase alta están bajo del agua. Obvio que la elite tienen sus casas en la playa y los que pudieron se fueron para su segundo hogar, no como los pobres que se quedaron en bolas, completamente en bolas.

“El agua que llegó hasta acá viene toda de la sierra, de más arriba del Estado, piensa que por allá cayeron 300 litros de agua por metro cuadrado y en otros lugares 500 litros por metro cuadrado. Imagina eso en una ciudad en donde hay pavimento y no hay árboles, selva y el agua no es absorbida, esa agua cae y el río toma más fuerza. Así pasó en Porto Alegre que es puro cemento, el agua cae, va a las napas, y va tomando más fuerza y cuando llueve rompe todo con mucha fuerza. Es un escenario que no tiene precedentes, lo que ha subido, la fuerza que tiene el agua corriendo es algo que nunca había visto y no creo olvidar en mi vida».

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