Casa del sol es una asociación civil independiente que alberga a pequeños de cero a ocho años de edad. Tienen 30 años ayudando al desarrollo y la protección de la infancia poblana en situaciones vulnerables.
El espacio funciona bajo tres programas de ayuda: como una guardería de entrada y salida diaria, como hospedaje entre semana y como un albergue para niños en custodia del DIF.
La meta principal es apoyar a familias cuyo ritmo de vida y nivel socioeconómico sean vulnerables, es decir, Casa del sol procura que los niños que asisten realmente requieran de esta ayuda.
Primer vistazo
Recién pasé por la periferia de la IBERO y vi que a un lado del gimnasio había un bazar de cosas y mi alma chacharera dijo “De aquí soy”. Me orillé, me bajé y noté que en el mismo edificio había una barda en la que se leía “Casa del Sol” rodeado de un arcoíris que terminaba con un solecito feliz.
Ya haciendo plática con la señora del bazar me contó que todo lo que juntaban se iba para ayudar a niñas y niños de la Casa. Y sí, sentí muy bonito de pensar que mi consumismo y alma chacharera servían para algo más que decorar mi casa.
Días después contacté a los colaboradores vía Facebook (no me cansaré de decirlo: Bendito internet), me pasaron el teléfono de Nineta Rodríguez Regordosa, miembro y expresidenta del patronato, quien nos invitó para realizarle una entrevista.
Visitando Casa del sol
Tocamos el timbre de una puerta de hierro forjado, rodeado de plantitas y la estampa de un conejo deslavado (delata la Pascua que se acaba). Nos recibe Nineta y nos pasa a una oficina. Nos cuenta que los niños justo están haciendo una actividad y la seguimos para conocerlos.
Desde su oficina de cristal se pueden ver algunos cuneros, el comedor y parte del patio. Cruzamos por un pasillo largo, se escuchan risas y las órdenes en forma de canto de una de las cuidadoras. Entramos a un salón que está al fondo y en cuanto entramos todos los chiquitos se nos quedan viendo.
Tengo miedo de espantarlos y permanezco junto a Raúl en todo momento, casi al instante en que entramos una niña ve a Raúl, le sonríe, le extiende los brazos y lo abraza *inserte aquí un corazón rotito de tanto amor*. A mí me sonríe un pequeño de lejitos.
Raúl toma su cámara y todos voltean a verlo con curiosidad, unos no saben qué hacer, otros se le quedan viendo como a un extraterrestre, y otros como Camila (la pequeña que lo abrazó) le sonríen, cuasi posando para que los grabe.
Estamos con los pequeños un rato, hasta que les piden hacer una fila para ir a comer. Me da un noséqué ver que están bien, que no son retraídos ni están tristes. Se siente un ambiente tierno, dulce, todo dentro se ve como de color pastel.
Nos despedimos de los pequeños. Nineta nos termina de dar un breve recorrido: cuentan con varios salones, un par de dormitorios, zona de juegos, área de cunas, una cocina, un comedor, un patio bastante amplio con juegos de todo tipo, un kiosko y una cabañita al fondo que funge de taller.
Entrevista en el patio
—¿Nos puedes contar un poco del proyecto Casa del Sol y de tus funciones aquí?
—Desde la fundación de esta institución, hace ya 30 años, hemos estado trabajando con niñas y niños que están en situación de vulnerabilidad, la cual puede ser económica, social, psicológica, o por violencia también.
Nosotros estamos integrados en tres áreas en el albergue: atendemos a niños recién nacidos en el área de lactante, hasta el año y medio que empiezan a caminar, después pasan al área de maternal, en donde se les enseña a controlar sus esfínteres, salen entre los dos y tres años; en cuanto dejan pañales pasan al área de preescolar. Ahí tenemos a niños de tres a ocho o nueve años, y en esta área ya los niños se dividen en sección femenina y masculina.
Lo que nosotros buscamos es un desarrollo integral de los niños. Trabajamos de manera personalizada a curar las heridas que tengan, causadas por el abandono o la violencia; trabajamos con ellos a potencializar todas sus habilidades y tenemos paralelamente al programa del albergue, el centro educativo Tonatiuhcali.
Es un kínder en el que albergamos desde maternal hasta tercero de kínder y es el colegio de nuestros niños, aunque también atienden a niños de la comunidad en general; es un modelo único en la República y en Latinoamérica.
Los niños que atienden la Tonatiuhcali tienen la oportunidad de trabajar con niños en situaciones diferentes, con realidades distintas a las propias que viven en sus familias; logrando así una comunidad más completa, mucho más integrada.
Es un lugar donde no hay distinciones en ningún sentido, y esto ayuda a que los niños crezcan sin tabúes, sin estigmas, haciendo de esa una infancia feliz. Nosotros eso es lo que buscamos: que los niños se desarrollen íntegramente porque está comprobado que la primera y la segunda infancia son las etapas más importantes para [el desarrollo de] una persona.
La infancia determina el adulto que vas a llegar a ser.
El trabajo que nosotros realizamos desde hace 30 años es maravilloso. Trabajamos con personas, con niños que van a ser adultos integrados, responsables y, sobre todo, emocional y psicológicamente sanos.
—¿Cómo se integra un niño a Casa del Sol y cómo sale? ¿Cuál es el proceso?
—Hay muchas maneras de integrarse a la comunidad de Casa del Sol, por los distintos programas que tenemos:
- A través del Centro Educativo Tonatiuhcali tenemos un programa de horario extendido o lo que llamamos también guardería. Papás o mamás que trabajan pueden traer a sus hijos a eso de las siete u ocho de la mañana, y los niños de acá atienden al Centro Educativo Tonatiuhcali y por la tarde regresan a comer con nosotros, hacen tareas y sus papás pueden recogerlos a las cinco de la tarde. Ese es un programa de diario entrar y salir.
- Tenemos un segundo programa, para aquellos papás que tengan un estilo de trabajo en el cual no puedan estar viniendo por sus hijos diariamente y es el hospedaje. Son niños que ingresan generalmente domingos en la tarde o lunes y pernoctan con nosotros hasta los sábados cuando vienen por ellos para una convivencia familiar.
- En el tercer programa que tenemos ellos ya viven acá, es decir, todos aquellos niños que están esperando la resolución de su proceso legal para poder ser adoptados o reintegrados a sus familias. Este grupo de niños viven con nosotros diariamente, no salen fines de semana hasta que el DIF o un juez asigne a una familia. De esta manera el egreso es a través de la adopción.
Cuando es por familias, que sí tengan familiar o tutor responsable, los niños entran cuando ellos firman la responsiva; esto es muy importante, ya que Casa del Sol nunca va a tener la patria potestad. Nosotros únicamente somos una extensión de las responsabilidades de los papás. Ellos, bajo este convenio, nos piden apoyo para atender a sus hijos, en el esquema que hayan decidido
Otra forma [de egresar] es mediante el DIF, ya que los apoyamos como un albergue más. [En esos casos] el DIF tiene la custodia y ellos nos marcan los tiempos en que estos niños saldrían para ir directamente a la adopción o nos marcan, a través de oficios, que estos niños van a comenzar una convivencia con la familia a la que se van a integrar.
—Más allá de la educación que les brindan, ¿tienen algún apoyo emocional o psicológico con expertos?
—Como les comentaba, la primera infancia es la etapa más importante de cualquier ser humano. Nosotros nos tomamos muy en serio nuestro trabajo, somos especialistas en primera y segunda infancia. Tenemos todo un programa que se llama De cero a tres, es la institución con la que nosotros nos acreditamos, en él intervenimos a los niños en las distintas etapas con actividades, videos, de acuerdo a su edad y a las distintas habilidades que [promuevan] un desarrollo integral.
Cuando hay [alguien responsable del niño] ellos se tienen que involucrar en este desarrollo, porque el apego es sumamente importante. En aquellos niños donde aún no tenemos familias asignadas nosotros seguimos trabajando con ellos a través de sus cuidadoras. Los niños están atendidos 24/7, todas sus necesidades y de manera personal.
Por un lado, tenemos el Departamento de Psicología. En el cual se trabaja diariamente o de dos a tres veces por semana con los niños, según lo requieran, con sesiones especiales; y vamos avanzando con los traumas o situaciones personales que se vayan presentando. No es una sola situación con la que llegan, se van desarrollando distintos problemas, distintos sentimientos durante el tiempo en que permanecen con nosotros.
Por otro lado, tenemos programas de Nutrición, también personalizados. Además tenemos médicos que constantemente están supervisando el crecimiento de nuestros niños. Si tienen alguna enfermedad, si tienen algún problema de crecimiento, se les hace programas de Nutrición específicos para cada uno de ellos.
Al final es un ambiente integral, donde nosotros buscamos proteger a la infancia desde su desarrollo. A través de programas dentro del albergue y dentro del Centro educativo Tonatiuhcali.
—¿Son un organismo autónomo?
—Sí, somos una institución privada que fue fundada hace 30 años. Viendo la problemática que tiene la infancia en México, nosotros lo que buscamos desde ese momento fue apoyar esa etapa tan importante. ¿Por qué de cero a ocho años? Porque [para nosotros] la infancia es la etapa más importante de todo ser humano. Nosotros, desde la fundación, somos una organización que vive a base de donativos.
Aquí no se les cobra nada a los papás, este apoyo es cien por ciento gratuito. De ahí buscamos que sean niños que verdaderamente necesiten este apoyo; a través de distintas campañas de recaudación, de distintos programas como bazares de artículos de segunda mano en buen estado.
Nosotros nos hacemos de recursos para cubrir todas las necesidades de los niños.
—¿Ustedes participan de alguna manera en el trámite de adopción?
—Nosotros no somos una institución que dé a niños en adopción, los niños únicamente se dan en adopción a través del DIF, a través de un juez que pueda dictaminar [los procesos legales correspondientes]. Todo esto tiene que ser visto necesariamente con las instituciones legales como lo es un juzgado de lo familiar o el DIF.
Nosotros lo que hacemos es un acompañamiento, tanto a los niños como a los papás. Hay familias que se acercan a preguntarnos cómo es este proceso: hay muchos tabúes, muchas dudas, muchas inquietudes en el sentido de qué tan difícil o qué tan fácil es adoptar.
Yo les puedo decir, si tienen la inquietud inicien sus procesos ante el DIF; ellos son los que certifican a una familia como idónea para la adopción. Entonces, por un lado, nosotros asesoramos a estas familias para que puedan acercarse al DIF, para realizar todos sus trámites. Por el otro lado, nosotros apoyamos también a aquellas mamás biológicas que no quieren quedarse con sus hijos por alguna razón.
Hay tantas situaciones por las que vive una mamá. Es muy doloroso verlas llegar y tener que entregar a sus hijos porque la situación en la que están viviendo les impide estar. Es un acto de generosidad, desde el punto de vista en que buscan lo mejor para estos niños. Nosotros los apoyamos a través de los programas que tenemos.
Para nosotros lo más importante son los niños, que estén protegidos, que estén resguardados, que estén atendidos y los procesos legales los ven [estas otras instituciones]. Nosotros acompañamos a estos niños, a estas familias, durante estos procesos; hasta que terminar obteniendo el acta del juicio de adopción.
—¿Cómo ha sido la pandemia para ustedes?
—En el momento en que supimos que esto estaba sucediendo cerramos la institución. Es decir, desde el 17 de marzo de 2020, el kínder se cerró el 20. Desde entonces los niños no han podido salir, han estado acá. Suspendimos todos los programas de voluntariados, de servicio social, prácticas profesionales. Únicamente se quedaron las y los colaboradores que trabajan diario con los niños.
Para [los niños] primero fue desconcertante como lo fue para todos; pero es increíble la capacidad que tienen para adaptarse. Realmente no han podido salir, únicamente se mueven entre el Centro Educativo Tonahtiucali y las instalaciones de Casa del Sol.
Han estado bien pero sí ya están un poco cansados de ver siempre las mismas caras. Estaban acostumbrados a hacer muchas actividades deportivas, de manualidades. Los voluntarios han sido maravillosos porque a través de Zoom se han acercado con nosotros: vienen nos dejan paquetes de cada niño para alguna actividad que vayan a hacer, se conectan vía Zoom con ayuda de sus cuidadores y realizan actividades con estos sets que les han dado.
Hemos, a través de la creatividad, sacado lo mejor de nosotros para que podamos pasarla de la mejor manera. Lo han vivido bien, por suerte no hemos tenido ningún caso adentro. Sí ha habido casos en adultos, todos han salido exitosamente. La institución facilita las pruebas a todo el personal, buscando que estén sanos.
Todas las medidas que nos han hecho llegar a través de Protección Civil y [dependencias del] gobierno, las hemos cumplido. Más todo lo que hemos hecho nosotros para mantener la salud de los niños y todo el personal.
—En cuestión de las recaudaciones, ¿se han visto afectados?
—Sí, definitivamente y se entiende. Es una situación que no solamente nos ha venido a pegar en la parte de la salud y en la parte de las relaciones familiares, sino también en la parte económica; mucha gente se ha tenido que quedar sin trabajo. Nosotros entendemos que la gente lo primero que va a restringir en su gasto diario son [este tipo de] aportaciones.
Nosotros desde nuestra institución hemos tenido que cuidar muchísimo los gastos, para no tener problemas. Definitivamente la matrícula del Centro Educativo Tonahtiucali también se ha visto disminuida; esto también nos pega porque ahí sí existe una cuota de recuperación.
La infancia vulnerable encuentra paz con asociaciones como Casa del sol
Hablo con Nineta mientras Raúl graba algunas tomas, me cuenta un poco más sobre cómo ha sido la vida en pandemia: y a pesar de que Nineta lo cuenta con un poco de esperanza y optimismo, puedo notar que ha sido duro.
Lidiar con niños es una situación complicada, a eso sumemos el factor de que estas personas tratan con niños ajenos, con pequeños cuya situación los he llevado hasta ahí. ¿Cómo dividir la parte sensible de la formalidad de un trabajo? ¿Cómo hacerle ver a la gente que lo que hacen conlleva a un bien mayor aparentemente invisible?
Casa del Sol es un grupo voluntario con una labor loable y agridulce; un organismo que en definitiva tiene tatuado el lema “Ser parte del cambio de la infancia en México” en cada rincón.
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