“Detendré cualquier acuerdo comercial que destruya trabajos y rebaje los salarios, incluido el TPP”, declaró Hillary Clinton en un acto de campaña, en Detroit, Michigan. Anteriormente, su rival en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el magnate Donald Trump, había señalado que “no vamos a aprobar el TPP, que es un desastre para nuestro país”. Si los dos representantes del duopolio de la política norteamericana descartan el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, ¿en qué pie queda el tratado impulsado por Estados Unidos?
La periodista Lucía Sepúlveda, miembro de Chile Mejor sin TPP, comentó que «sería absolutamente bochornoso que se aprobara en países de la periferia y que Estados Unidos, que es el principal impulsor, lo rechazara. Pero yo me permito dudar de Hillary Clinton, porque ella siempre ha sido una impulsora del TPP».
«Ella es una asociada de Monsanto y de las grandes empresas farmacéuticas. O sea, tiene un historial bastante tupido al respecto, pero todo lo que sirva mostrar en el mundo que este tratado no es beneficioso para las grandes mayorías, es bueno», agregó.
La periodista piensa que estas declaraciones obedecen a la presión de grupos contrarios al acuerdo en Estados Unidos. «Si Clinton se vio obligada a decir eso, es por una fuerte presión social en EEUU. Al igual que en América Latina, allá se ha levantado un fuerte movimiento opositor. En la Convención Demócrata, había tremendos letreros contra el TPP, que no salían en la prensa, y que obligaron a Hillary Clinton a una definición de palabra, pero en su programa no está explícito», señaló.
«Lo más valioso de esto es el movimiento social y laboral en EEUU de rechazo al TPP. Ellos se dan cuenta que la externalización de todo lo que es la producción industrial en los países que serían suscriptores del TPP, solo profundiza la crisis que vive la clase obrera norteamericana. Eso hace que organizaciones tan conservadoras, como la AFL CIO, que es una central sindical, se han manifestado abiertamente en contra del TPP y ellos son votantes clásicos del Partido Demócrata», explicó Lucía Sepúlveda.
A principios de junio, el economista José Gabriel Tapia publicó una columna en Ciper en la que sentenció la muerte del tratado, a propósito del rechazo de Trump y su discurso proclive a fortalecer el sector industrial dentro de las fronteras estadounidenses, con todo el componente xenófobo que ello implica.
“El problema básico de Estados Unidos es que su economía cada día más inmovilista (marca registrada del neoliberalismo desatado), deja atrás a una proporción cada vez mayor de su población al ser incapaz de adaptarse a los nuevos desafíos económicos. Su elite capitalista prefiere la financiarización, el rentismo y la depredación a la diversificación productiva, la absorción tecnológica y la competencia en manufacturas. ¿Suena conocido? Y en ese contexto, un discurso paranoico contra chinos, mexicanos y musulmanes, tiene un atractivo altamente seductor para aquellos grupos que quedaron sobrando en el nuevo modelo de acumulación”, se lee en la publicación.
¿Bajar la guardia?
En su discurso en Detroit, Clinton enfatizó su rechazo al TPP. “Me opongo ahora, me opondré tras las elecciones, y me opondré como presidenta”, dijo. La contundencia de sus declaraciones, ¿podría significar una inminente caída del acuerdo?
«No podemos descansar en esa hipótesis, pensamos que incluso es peligroso confiarnos en que EE UU sea el que vaya a rechazar el tratado, puesto que además hay un período intermedio, anterior a que asuma la nueva presidencia, en el cual Obama podría mandar el Tratado para ser votado. De manera que llamamos a nuestros adherentes a no bajar la guardia. Hay muchas formas de confundir a la gente y de hacer promesas electorales, nosotros en Chile lo sabemos. Lo que diga Clinton no es determinante, lo que haga sí», manifestó Lucía Sepúlveda de Chile Mejor sin TPP.
Consultada sobre los caminos que podría tomar el gobierno chileno en relación a esta coyuntura, Sepúlveda cree que el Ejecutivo está esperando una definición en Estados Unidos y los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre.
«El gobierno había anunciado que al comienzo del segundo semestre se mandaba el proyecto al Congreso. Nosotros nos entrevistamos con el presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade, y le preguntamos si había alguna señal. Nos dijo que absolutamente ninguna, que el proyecto no ha entrado, que no se sabe con qué urgencia lo haría y que todo depende de la Cancillería y del Ejecutivo», comentó.