Después de que los diputados de origen palestino, Fuad Chahín (DC) y Gustavo Hasbún (UDI) denunciaran que el chileno José Toledo (43), golpeado en Israel, habría sido víctima de racismo por tener apariencia árabe y lograran que la Cancillería citara al embajador israelí a una reunión, la comunidad judía en Chile manifestó su molestia.
Si bien la Cancillería ha asegurado que el embajador de Israel, David Dadonn, fue citado sólo para dar a conocer los avances en la investigación del caso Toledo, las acusaciones de diversos políticos judíos y simpatizantes, en contra del accionar del organismo, han sido potentes.
Desde “escándalo”, “activismo político” y hasta de una “campaña de difamación contra Israel”, son los calificativos que se han utilizado para referirse a la decisión de la Cancillería.
De esta manera, el presidente de la comunidad judía en Chile, Gabriel Zaliasnik, aseguró que ese organismo actuó “a mi juicio, en forma precipitada” y escandalosa. Asimismo –y aunque los políticos de raíz palestina estén pidiendo investigar la agresión de un chileno en territorio internacional- acusó a los parlamentarios denunciantes de actuar como “activistas”, en lugar de hacer prevalecer intereses del país.
Al respecto, Gabriel Silber (Democracia Cristiana), apoyando a Israel, agregó que «se ha ofendido injustamente a un país amigo, única democracia del Medio Oriente y donde existe pleno Estado de Derecho. Es increíble que el Gobierno no obtuviera primero todos los antecedentes que le hubieran permitido evitar este tropiezo diplomático», dijo.
Incluso, el mismo embajador Dadonn, representante del país del Medio Oriente, utilizó descalificaciones para referirse a los diputados de origen árabe que pidieron se abriera una investigación. De acuerdo a lo que ha trascendido en los medios, la autoridad israelí en Chile habría tratado a los políticos de “cínicos”.
DELITO DE CALUMNIA
Los diputados implicados, Hasbún y Chahín, señalaron que “es incomprensible que el Embajador se diera el gusto de tratarnos de cínicos, aprovechadores políticos e imputarnos la comisión de un delito”, el de calumnia.
De esta manera, decidieron hacer uso del artículo 34 de la Cámara Baja, el cual señala que “el Diputado cuya reputación o corrección de procedimientos se dañe por cargos formulados en algún medio de publicidad o por observaciones de otro Diputado, podrá, para vindicarse, usar de la palabra durante cinco minutos (…) después de la Cuenta o al término de la sesión”.
El diputado Fuad Chahín utilizó ese derecho: “Hago uso de esta instancia reglamentaria porque no corresponde ni es aceptable que el embajador de un país extranjero descalifique, ofenda e impute acciones delictuales a diputados chilenos por ejercer su rol de representación y velar por la defensa de los derechos de nuestros conciudadanos. Lo hago para vindicar nuestro honor, pero también por la dignidad del cargo que ejercemos, por la dignidad de esta corporación y, ante todo, por el respeto que se merecen nuestras instituciones republicanas”.
ISRAEL, EL PAÍS MÁS RACISTA
Gabriel Zaliasnik, presidente de la comunidad judía en Chile, inculpó enfático a la cancillería, diciendo que ésta “contribuye a una campaña de difamación contra Israel, que se traduce en traer el conflicto del Medio Oriente a Chile”.
Además, reiteró en varias ocasiones, que “Israel no es un país racista”. Sin embargo, las cifras y estudios dicen lo contrario y le dan más razón a los diputados palestinos que a los defensores judíos. El año pasado, el Centro Mossawa –ONG defensora de los derechos de los ciudadanos árabes de Israel- aseguró que el actual Parlamento israelí (Kneset) es el más racista de todos los tiempos. De acuerdo a los estudios, el Parlamento ha estudiado 21 leyes consideradas “discriminatorias y racistas”.
Según aseguró el director del centro, Jalfar Farah, los “diputados de la Kneset con opiniones extremistas están expresando sus puntos de vista sin ningún tipo de vergüenza ni oposición. Promueven legislaciones discriminatorias y racistas que pintan a los ciudadanos árabes del Estado de Israel como una amenaza demográfica”, aseveró.
Todo lo anterior, en un conflicto por territorio que lleva décadas sin mejorar, y, es más, empeora día a día. En este sentido, la mayoría de los informes observan la correcta práctica de los Derechos Humanos y de organismos que los protegen, revelan que Israel es uno de los países que más viola los derechos de las personas.
Tanto la ONU, (Ver nota), Amnistía Internacional, así como Human Right Watch, y la Corte de Justicia Internacional y muchos otros, han llamado la atención al gobierno israelí sobre sus prácticas poco humanitarias,
Las violaciones de derechos humanos en los Territorios Ocupados de Israel (lugares que originalmente le pertenecieron a Palestina, pero que fueron ocupados por el ejército israelí para construir asentamientos para sus ciudadanos), van desde prohibiciones de medicamentos o agua potable para los palestinos; hasta el asesinato indiscriminado de niños, mujeres y ancianos.
Esta conducta es reprochada por muchos países en el mundo, varios de los cuales han roto relaciones internacionales con Israel. Bolivia, Venezuela, Ecuador, Mauritania; por su parte, la Unión Europea ha decidido establecer una “pausa” en los contactos con Tel Aviv (capital israelí).
En este sentido, y en conocimiento de todos los antecedentes, la Federación Palestina en Chile, en declaración pública, se refiere a la golpiza ocurrida en Jerusalén el sábado: “Este violento episodio no nos sorprende, puesto que es el mismo tipo de violencia que el pueblo palestino debe sufrir desde hace varias décadas bajo la ocupación israelí. Cuando una sociedad vive permanentemente bajo el influjo de una paranoia auto-infligida en torno a su seguridad y cuenta a la vez con la certeza de la impunidad, como ocurre con la sociedad israelí, no resulta extraño este tipo de reacciones, tanto de parte del Estado como de los individuos”, aseguran.
UNA HISTORIA DE CONFLICTO
El Estado de Israel fue creado en 1948, después del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial que terminó con la vida de millones de judíos en las manos del nazismo alemán.
A raíz del sufrimiento vivido por el pueblo de religión judía, la Asamblea General de las Naciones Unidas, propuso la creación de una entidad estatal para los judíos dispersos por el mundo. Palestina -tierra donde se fundó el judaísmo y que ya contaba con varios inmigrantes de esa descendencia llegados en la década del veinte– parecía ser el lugar ideal para realizar su proyecto nacional.
Fue así como en mayo de 1948, se decide dividir el Estado de Palestina en uno árabe y otro judío. Este hecho causó repudio entre los pueblos árabes vecinos, quienes invadieron las tierras israelíes, dando incidió a la primera guerra árabe-israelí. El Estado judío, a pesar de constituirse como un país recién nacido, resistió la invasión, demostrando su poderío inmediato en el Medio Oriente. Y no sólo eso, además, amplió la superficie de su territorio más allá de lo previsto en el plan de repartición, asunto que era sólo el comienzo de una extensión que dura hasta el día de hoy (ver mapa).
Actualmente, el ejército de Israel es uno de los más poderosos del mundo. Mientras tanto, Palestina prácticamente ha desaparecido como Estado y no mantiene ningún tipo de fuerza armada oficial.
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Por Mijaíla Brkovic Leighton
El Ciudadano