La diversidad de pancartas reflejaba la amenaza percibida que representa Donald Trump al derecho de mujeres, migrantes, musulmanes, latinos, afroestadunidenses y el planeta mismo, según ambientalistas. Nunca se han visto expresiones masivas de protesta en las calles contra un presidente electo justo después de los comicios en más de un siglo y medio (algunos historiadores expresan que, tal vez, desde Abraham Lincoln).
Migrantes, bienvenidos aquí y Puentes, no muros, rezaban unas. Más: Ningún ser humano es ilegal, mientras se coreaba: No al odio, no al temor, los migrantes son bienvenidos aquí.
Racista, sexista, antigay, Donald Trump se tiene que ir, coreaban miles a una cuadra de la Torre Trump, donde en el penthouse están las oficinas de campaña y el hogar del presidente electo, quien hoy se dedicó a conformar el nuevo gobierno y a recibir al líder británico derechista que ayudó a impulsar el Brexit, Nigel Farage.
Seguro que podían oír, durante horas, las consignas y ver las pancartas de No es mi presidente, en varios idiomas, y otras contra sus declaraciones sobre comportamiento sexual, que decían: Las panochas te agarran de regreso. Otra frase de mujeres: Mi cuerpo, mi elección, a lo que los hombres respondían: Su cuerpo, su elección, en defensa del derecho al aborto, que ahora estará en riesgo con el próximo gobierno republicano.
Las vidas negras cuentan, afirmaban unos, mientras mantas y pancartas hechas a mano ofrecían desde judíos contra el odio a no a un Estados Unidos fascista, o una camiseta de una mexicana que simplemente afirmaba: Trump es un pendejo.
Una maestra de kínder llevaba una pancarta que sólo indicaba: Las palabras de Trump asustan a los niños en mi aula. Ella y más de 10 mil personas marcharon desde Union Square, por la Quinta Avenida (cerrada al tránsito), unas 50 cuadras para llegar a unos metros de la Torre Trump, compartiendo pancartas y sumándose a consignas por toda la ruta.
De pronto la palabra Trump se volvió sinónimo de antidemocrático y la intensidad de las manifestaciones, casi todas convocadas de manera informal por las redes sociales –o sea, no por organizaciones, aunque había contingentes de estudiantes, médicos, enfermeras, migrantes y más–, retumbaron por cuarto día consecutivo en diversas ciudades del país.
Hubo movilizaciones de miles en Los Ángeles, Chicago, Indianapolis (donde se reportaron arrestos y el uso de gas pimienta por la policía), Fresno, Salt Lake City, San Francisco, Cincinnati, Portland y una vigilia antiTrump frente a la Casa Blanca, entre otras.
Activistas indicaron que las acciones continuarán, mientras algunos ya están preparando lo que llaman megacciones para el día del ascenso presidencial de Trump, el 20 de enero en la capital, incluyendo una llamada marcha de un millón de mujeres.
En incontables universidades y preparatorias del país se reporta que continúan las expresiones de repudio, luego de que en días recientes estudiantes abandonaron las aulas para manifestarse contra el presidente electo.
La mayoría de las protestas han sido pacíficas, aunque ha habido actos de violencia de manifestantes y enfrentamientos contra policías en Portland y Oakland, entre otros.
A la vez, varias organizaciones sociales están preparando estrategias para resistir y proteger a comunidades de lo que viene. Algunas de defensa de migrantes están empezando a trabajar sobre qué hacer si hay deportaciones masivas, mientras otras de derechos civiles se preparan contra los ataques de odio a comunidades minoritarias, la musulmana y la gay.
Algunos también están esperando milagros que salven al país de la presidencia de Trump. Hay una petición, con casi 4 millones de firmas, para instar a los llamados electores del Colegio Electoral, que sesionará el 19 de diciembre para cumplir con la for- malidad de elegir al presidente y vicepresidente al emitir sus votos acorde con los que ganaron en sus estados, a que cambien sus sufragios y elijan a Hillary Clinton, porque ella ganó el voto popular y eso es la verdadera expresión de “la voluntad del pueblo”.
Otros, incluyendo al columnista conservador y republicano antiTrump David Brooks, de The New York Times (ninguna relación con este corresponsal), y el profesor Allan Lichtman, uno de los pocos que, con base en su sistema de pronóstico electoral, predijo el triunfo de Trump, están vaticinando que Trump será obligado a renunciar o será destituido (impeachment) en su primer año.
Y siguen las expresiones de repudio en el mundo artístico (Michael Moore participó en la marcha de hoy en Nueva York) y deportivo, en el cual el famoso técnico del equipo profesional de basquetbol Spurs de San Antonio, Gregg Popovich, declaró a medios que la victoria de Donald Trump lo enferma del estómago, al saber que un candidato xenofóbo, racista y misógino fue electo. Vivo en este país donde la mitad de la gente ignoró todo eso para elegirlo. Eso es lo que más miedo da. Su contraparte del equipo Pistons de Detroit comentó esta semana: Nos debería dar vergüenza ser quienes somos con Estados Unidos hoy día.
Fuente: La Jornada