El debate para la aprobación del proyecto de despenalización del aborto en tres causales -riesgo para la madre, inviabilidad fetal y violación- regaló a la opinión pública varias intervenciones dignas de recordar. Entre estas, la del diputado Gabriel Boric, que tuvo gran repercusión y popularidad en las redes sociales.
Más allá de la contundencia de su discurso, Boric logró traspasar la discusión en torno al debate antiabortista a una esfera mucho más profunda y estructural: la del machismo y la desigualdad entre los hombres y mujeres. El diputado puso sobre la mesa el feminismo «como forma de vida y de configurar una sociedad distinta en la que ser realmente libre» y reconoció que el avance que implica esta ley -que dijo que era «el piso mínimo e irrenunciable»– es gracias a la lucha del movimiento feminista.
Pero si una cosa merece la pena destacar del discurso del parlamentario es la mención, más que pertinente, a la socióloga, cientista política y fundadora de los movimientos feministas de los 80 en Chile, Julieta Kirkwood. Boric recordó uno de los lemas de la activista: «Queremos democracia en el país, en la casa y en la cama», e invitó a recuperar sus tesis refiriéndose a ella como «una intelectual que tenemos que volver a levantar en Chile».
Feminismo bajo la dictadura
Julieta Kirkwood formó parte de la primera generación de mujeres que tuvo la oportunidad de acceder a la educación secundaria, hecho que le permitió estudiar en la Universidad de Chile, donde vivió de cerca el surgimiento de movimientos estudiantiles y sociales como fueron la Unidad Popular y la Revolución en Libertad.
Su obra y pensamiento no pueden entenderse sin el contexto político, social y cultural de Chile en los 80, bajo la dictadura militar. Fue en este escenario de violencia, represión y censura que su propuesta teórica sobre la condición social de la mujer agarró fuerte impacto y repercusión.
Tres fueron los puntos clave que reitera en toda su obra y práctica del feminismo: la construcción de la actoría social de las mujeres, el ordenamiento del movimiento feminista y el conflicto entre lo femenino con el poder y el saber.
Kirkwood no sólo es valorada como una gran intelectual feminista. Su reconocimiento pasa por que hizo teoría feminista cuando era casi imposible hacerlo.
Algunas de sus reflexiones:
«Así como la historia de la conquista de América la hemos tenido que conocer a través de la pluma de los conquistadores y rarísimamente por el testimonio de sus habitantes originarios, así también, toda la historia referida a las mujeres la hemos debido conocer por la pluma y por la vara de los varones. Y así, nos han hablado de prostitutas, de brujas, de santas-madres o de mártires. Jamás de mujeres reales, en mundos reales«.
«El feminismo es tanto el desarrollo de su teoría como su práctica, y deben interrelacionarse. Es imposible concebir un cuerpo de conocimientos que sea estrictamente no práctico«.
Meritxell Freixas