El despertar de los trabajadores y el fin de las AFPs

Las bajas pensiones que entrega el sistema de AFP, un problema durante décadas bajo la superficie de la discusión política, emergió con una fuerza inusitada sorprendiendo a todo el país

El despertar de los trabajadores y el fin de las AFPs

Autor: Andrés Monsalve

Las bajas pensiones que entrega el sistema de AFP, un problema durante décadas bajo la superficie de la discusión política, emergió con una fuerza inusitada sorprendiendo a todo el país. Tal como hace ya largos años el deterioro del sistema educacional entregado a operadores privados estalló como problema ciudadano y cuya demanda por su modificación se ha mantenido desde entonces en la primera línea del debate público, el rechazo de los trabajadores y jubilados a las bajas pensiones es muy probable que siga esta misma dirección.

Desde la gran manifestación del domingo 24 de julio pasado, una marcha en la cual convergieron de forma espontánea diversas expresiones del entramado social y laboral, las bajas pensiones se han mantenido en el núcleo más duro de la agenda política. En el debate,  impulsado por los trabajadores, han comenzado a participar e intervenir otros agentes, entre los cuales se han podido identificar desde parlamentarios, miembros del Ejecutivo y, de forma creciente y amplificada, representantes del sistema financiero. La polémica ha crecido con tal rapidez y fuerza que el mismo gestor del sistema previsional privado, el ex ministro de la dictadura José Piñera, ha aparecido para liderar la defensa de su criatura.

Tal como el modelo educacional, las pensiones sufren del mismo mal estructural. En ambos casos, es la concepción como servicio, ofrecido por un operador privado. Se trata de actividades lucrativas pensadas y diseñadas por los dueños del capital y sus gestores neoliberales como espacios de negocio. En ambos modelos, como la historia y la realidad lo ha demostrado, no ha habido ni calidad de la educación ni pensiones dignas. Por el contrario, sí grandes ganancias para las administradoras.

Bien sabemos que los recursos de los cuales usufructúan las AFPs, similares al PIB chileno, han favorecido a las empresas y al sistema financiero nacional. El capital de todos los trabajadores, invertido desde papeles de renta fija a acciones y otros instrumentos, ha sido un alimento fundamental para el enorme crecimiento del sector privado local, convertido hoy en grandes corporaciones con presencia en la región. Este proceso, tan beneficioso para la acumulación de capital desde los albores de los años 80 del siglo pasado,  ha reforzado con los años el modelo del cual se alimentan las empresas mediante su ampliación, profundización y su corrupción. El enorme poder que ha adquirido el sector privado se ha expresado en unas corporaciones con un poder ubicuo capaces de corromper en la consecución de sus objetivos de rentabilidad a los representantes políticos, sociales y laborales.  La crisis sistémica que vive hoy el país es en gran parte una derivación del ingente e ilimitado poder que ha alcanzado el concentrado sector privado.

El modelo económico chileno que hoy conocemos se basa, tal como sus propios creadores lo han afirmado, en los fondos de los trabajadores, los cuales las AFPs y sus otros beneficiarios, como las sociedades anónimas, consideran hoy como propios. Es por ello que José Piñera, en su soberbia insondable e incontenible, ha declarado y reiterado que los fondos son la base de los actuales 23 mil dólares per cápita que exhibe Chile. A través de estas declaraciones Piñera y sus secuaces finalmente han admitido que la finalidad de los fondos ha sido el desarrollo del sistema financiero y no su publicidad y pretexto, que era y es otorgar buenas pensiones.

La intervención del ex ministro de Pinochet y de otros representantes del sistema financiero ha dado señales sobre la sensibilidad y alcances del creciente debate. Para los oficiantes del mercado financiero lo que está en juego, además de unos 180 mil millones de dólares, son las bases del modelo chileno que tanto los ha beneficiado. Por ello, es posible y esperable que esta discusión, hoy en sus inicios, supere en intensidad, amedrentamientos y mentiras a los debates tributario o laboral.

El deterioro de la política y su corrupción por parte de las grandes corporaciones se ha podido observar en múltiples eventos, los cuales durante los últimos años han constituido un verdadero flujo de escándalos.  Esta fusión entre negocios y política, bien representada en una elite transversal a los grandes partidos, ha frenado todas las demandas por reformas ciudadanas, por lo cual es muy probable que ésta sea nuevamente la estrategia para obstaculizar el clamor por el fin del sistema privado de pensiones y su reemplazo por uno de reparto solidario.

Es altamente probable, como ya se desprende de las ambiguas declaraciones del gobierno y de esta elite comprada por el gran capital financiero e industrial, que una vez más la respuesta a las demandas ciudadanas sean falsas reformas para la consolidación del modelo actual, como es la anunciada reposición de la AFP estatal, que sólo sirve para ratificar el sistema de cotización individual.

Es por ello que, tal como los estudiantes, los trabajadores están también solos. De nosotros dependerá empujar el modelo de previsión privada hasta su desestabilización y derrumbe.


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