Tanto Canadá como Australia clasifican al Litio como un metal, sin embargo, Chile lo sigue tratando como una sal. A pesar de su creciente protagonismo, persiste una confusión sobre su naturaleza química. A menudo se le asocia erróneamente con elementos no metálicos, pero el litio, en su esencia, es un metal. Este artículo busca despejar las dudas y resaltar la importancia de este metal en la industria moderna, además de abordar el problema de su clasificación en Chile y los errores que ello conlleva.
El Litio: un metal alcalino
El litio es un elemento químico de la tabla periódica con el símbolo Li y el número atómico 3. Es el metal sólido más ligero conocido y pertenece al grupo de los metales alcalinos, junto con el sodio, potasio, rubidio, cesio y francio. A pesar de su ligereza, el litio posee una serie de características que lo hacen fundamental en diversas aplicaciones tecnológicas, especialmente en el ámbito de las baterías recargables.
No obstante, por ser extraído en Chile principalmente desde salares, ha estado asociado históricamente a sales y nitratos lo que debe terminar sobre todo cuando el Estado ha lanzando una Estrategia Nacional del Litio.
La Comisión Chilena de Energía Nuclear, define al litio como “En estado natural es sólido (no magnético). El litio es un elemento químico de aspecto blanco plateado/gris y pertenece al grupo de los alcalinos. El número atómico del litio es 3. El punto de fusión es de 181, 54 grados Celsius. El punto de ebullición es de 1342, 85 grados Celsius. Metal ligero y altamente reactivo”.
El litio en Chile: confusión de su clasificación
En Chile, el litio ha sido históricamente clasificado como una sal dentro de la categoría de sales y nitratos, una clasificación que ha generado controversia. Esta decisión tiene raíces en la forma en que el litio se encuentra en la naturaleza, principalmente en salinas como las del Salar de Atacama, donde se encuentra mezclado con otros compuestos. Sin embargo, esta clasificación es un error desde el punto de vista químico y geológico, y plantea una serie de implicaciones legales y económicas que han afectado la forma en que el país gestiona sus recursos.
El litio, como se ha mencionado, es un metal alcalino, y su clasificación como una sal en la legislación chilena tiene consecuencias directas en su gestión tributaria y regulación. Las sales son sustancias que se derivan de la combinación de ácidos y bases, y suelen estar asociadas a un tipo de tratamiento y explotación diferente al de los metales.
Esta clasificación errónea ha permitido que empresas como SQM y Albemarle operen en el país con condiciones que no están alineadas con las normativas aplicables a los metales, pues las partidas con las que son declaradas las exportaciones son otras.
“Las reglas fiscales y de regalías para las sales, son mucho menos exigentes que las que se aplican a los metales, han permitido que el litio sea explotado con una carga tributaria significativamente menor de la que debería corresponderle. Además, esta clasificación ha facilitado contratos de explotación más laxos con las empresas extranjeras, lo que ha generado controversias sobre la justicia de los acuerdos y la utilización de recursos naturales estratégicos”, explican a El Ciudadano.
Por años muchas de las exportaciones eran clasificadas simplemente como “salmueras”, de éste modo se evitaban muchos pagos de impuestos. Pero lo que sucedía era que esta rica materia prima luego era procesada fuera del país obteniendo ganancias que Chile perdió por no tener la industrialización suficiente para el litio y control de la cadena de suministro para la electromovilidad”, detallan.
Por último, si el litio no fuese un metal, éste sencillamente no sería considerado por la Bolsa de Metales de Londres.
Implicaciones y soluciones
La solución a este problema radica en reclasificar el litio correctamente como un metal, lo cual permitiría establecer una estructura fiscal más adecuada y garantizar que los ingresos derivados de su explotación sean mayores y mejor distribuidos. Esta recalificación podría llevar a un cambio en la forma en que se gestionan los contratos de explotación, asegurando que Chile reciba una compensación más justa por los recursos que posee.
Además, una correcta categorización del litio como metal fortalecería la posición geopolítica de Chile en el mercado global, ya que las reservas de litio del país se consideran entre las más grandes del mundo, y podrían ser gestionadas de forma que maximicen el beneficio económico para el Estado y sus ciudadanos.
Diferencias entre Litio como Metal y como Sal
Propiedad | Litio como Metal | Litio como Sal |
Forma | Elemento puro, metal blando y plateado. | Combinado con otros elementos en compuestos como carbonato de litio o hidróxido de litio. |
Reactividad | Muy reactivo, especialmente con agua y aire. | Menos reactivo; más estable que el metal puro. |
Usos principales | Baterías recargables, aleaciones para la industria aeroespacial, productos farmacéuticos. | Baterías de iones de litio, vidrios y cerámica, tratamientos médicos. |
Forma de extracción | Se extrae de minerales como la espodumena o salmuera. | Se extrae principalmente de salinas o salmuera. |
Demanda | Alta demanda para baterías de vehículos eléctricos y almacenamiento de energía. | Se utiliza más comúnmente en baterías, cerámica, y la industria farmacéutica. |
Conclusión
En resumen, el litio no es solo un recurso clave en la revolución de las energías limpias, sino también un metal fundamental para el desarrollo de tecnologías que impulsarán la economía verde en las próximas décadas. A pesar de la confusión que puede existir sobre su naturaleza, queda claro que el litio es un metal que juega un papel central en la evolución tecnológica y en la transición hacia un mundo más sostenible.
El error de clasificarlo como una sal en Chile debe ser corregido legislativamente para que el país pueda aprovechar mejor este recurso y obtener una compensación más justa por su explotación. Con una correcta regulación y fiscalización, el litio de Chile podría ser una fuente de ingresos más significativa para el Estado, al mismo tiempo que se asegura una explotación sostenible y beneficiosa para las generaciones futuras.
El Ciudadano