El último acto de Heine Mix

Este 14 de junio Heine Mix cumplirá 78 años, 70 de los cuales vinculados a las tablas

El último acto de Heine Mix

Autor: Wari

Este 14 de junio Heine Mix cumplirá 78 años, 70 de los cuales vinculados a las tablas. Actor, dramaturgo y director teatral, fue una de las figuras de la escena nacional en la década del 60 y comienzos del 70. Simpatizante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), los 17 años de exilio los pasó en Perú, Ecuador y España, en donde comenzó su enemistad con quienes conducirían posteriormente la “transición a la democracia” en Chile.

Su retorno estuvo marcado por el rechazo familiar, las dificultades para conseguir empleo y la pobreza. A diferencia de quienes optaron por devolverse a sus países de exilio o de aquellos que se adaptaron al “pos modernismo”, este maestro siguió siendo un rebelde y escogió instalarse en una quebrada de los cerros de Cartagena, donde vive desde 1997 acompañado de sus libros y sus perros.

Algunas amistades de Heine Mix, más integrantes de la Asamblea Ciudadana de San Antonio, se propusieron rescatarlo de su abandono; le construyeron un cuarto que utiliza como escritorio y biblioteca, y se comunicaron con El Ciudadano para concertar una entrevista. Visitamos su ‘covacha’ –como él llama a su precaria vivienda- una noche de abril de 2011 y, en mayo de este año, nos volvimos a reunir, a mediodía, en una ‘picada’ del centro de la ciudad puerto.

Heine Mix camina encorvado apoyándose en un palo que hace las veces de bastón, no escucha bien y tiene una gran hernia inguinal que hacer rato espera para ser extirpada en el Hospital de San Antonio. No obstante, todavía tiene buena memoria y recuerda sabrosos detalles de su vida.

PRIMER ACTO: “MAR PARA BOLIVIA”

En la nortina ciudad de Iquique, Heine Mix nació en 1934; en “una fecha gloriosa” dice, pues también un 14 de junio vino a este mundo Ernesto “Che” Guevara (1928). Su padre era director de una escuela primaria en la pampa salitrera y además hacía clases particulares para las familias inglesas. En su casa había una buena biblioteca, por lo que desde niño tuvo contacto con los libros y la lectura. Sus primeros estudios los hizo en una humilde escuela del barrio de pescadores El Morro.

Su abuelo materno, Juan Bautista Torres Romero, era periodista y tenía una tipográfica donde editaban “El Despertar de los Trabajadores”. Cuenta que cuando era clausurada por la policía, lo llevaba a él para que le ayudara a imprimir el periódico en forma clandestina. “A mi abuelo –comenta- nunca le pregunté, pero con el tiempo he pensado que él era anarquista”.

Por esos años en su casa se refugió Elías Lafertte, fundador junto a Luis Emilio Recabarren del Partido Obrero Socialista, y dirigente de la Foch (Federación Obrera de Chile), quien posteriormente llegaría a ser senador de la República por el Partido Comunista.

“Un recuerdo para mí imborrable –señala- es la primera vez en mi vida que actué cuando tenía ocho años, y que el lugar en el que lo hicimos era la cárcel de Iquique; mi profesor de escuela, Juan Oyarzún Villegas, que era además le hacía clases a los reos, montó una pequeña obra sobre el Combate Naval de Iquique, y a mí me tocó hacer el personaje de Arturo Prat”.

Terminada su educación primaria, a los 12 años, Heine no quería entrar al liceo de hombres de Iquique, y partió a escondidas en tren hasta Antofagasta, pues un profesor le había recomendado que se fuera a estudiar –internado- a la Escuela Normal Mixta. Su padre no le escribió durante dos años; sólo retomó el contacto cuando se dio cuenta que su hijo era un excelente alumno. Recuerda que fue el primero en negarse a entrar a clases de religión, que en teoría eran optativas pero que nadie antes de él se había atrevido a hacerlo.

Fue nombrado presidente del Centro Chile y América, y desde ese puesto preparó un discurso para la visita de una delegación de estudiantes de la Universidad de La Paz, Bolivia, en que “al final yo había puesto que esperaba que algún día, tal como andaban los barcos con las banderas chilenas por el mar de Antofagasta, también anduvieran los barcos con la bandera boliviana”. Escándalo. Mix no se dejó amedrentar y al poco tiempo comenzó una relación con la hija del cónsul de Bolivia en Antofagasta.

Posteriormente, dio el bachillerato y quedó en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile (UCh) en Santiago. Al tiempo, conoció a Lucy Salgado, estudiante de actuación, con quien comenzó una relación que lo llevó a retirarse de su carrera y entrar a la Escuela de Teatro de la misma casa de estudios superiores (1957).

SEGUNDO ACTO: “LA GUERRILLA EN EL TEATRO”

En su segundo año de estudios, llegó Joan Turner –quien después sería la esposa de Víctor Jara– y le sugirió que se especializara en expresión corporal. “Cuando joven –explica-, en la normal, yo había estado en el grupo de gimnastas; era acróbata, hacía todo ese tipo de saltos, era buen bailarín, y nadaba muy bien”. También tuvo de profesor a Patricio Bunster y Ernst Uthoff.

Estando en el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (Ituch, creado en 1959), las obras que se presentaban en el Teatro Antonio Varas ocupaban estudiantes, y Mix pujó para que se les comenzara a pagar por los ensayos y actuaciones. También empezó a trabajar en los sindicatos, como el de Mademsa. En esos años, la Revolución cubana le causó un impacto decisivo.

A Salvador Allende lo conoció durante la campaña presidencial de 1964; “yo estaba en Arica –relata-, trabajando en la Escuela Internacional de Teatro y ahí me nombraron encargado del departamento de cultura del FRAP (Frente de Acción Popular); le ayudaba a subir y a bajar del estrado cuando fuimos a Chapiquiña y a Visviri”.

Más tarde, fue uno de los cabecillas en la ‘toma’ de la Facultad de Artes de la UCh, un edificio de 10 pisos que todavía está en la calle Compañía. Un periodista fue a hacerle una entrevista y al publicarla le puso de título “La guerrilla en el teatro”.

Posteriormente, una delegación de la Federación de Estudiantes de la Universidad Austral lo llevó a Valdivia para montar una obra y él escogió “5.088.551”, que era el número del fusil del guerrillero Camilo Torres, y había sido escrita por un cura colombiano que había estado con él.

Debido al éxito de esa obra, lo invitaron desde Santiago para trabajar en forma paralela en las escuelas de teatro de la UCh y de la Universidad Católica (UC). En esta última organizaron visitas a las “poblaciones callampas”, donde formaban grupos de lectura de poesía e introducción al teatro. Producto de un convenio entre la UCh y la Central Única de Trabajadores, en 1969 ayudó a formar el Teatro de la CUT, y, ese mismo verano, actuó en su única película, “Frontera sin ley”, a cargo de Sergio Trabucco, en la que hizo el papel de “El tuerto”; en ese viaje a la zona mapuche, participó en un congreso bilingüe en Carahue.

Al año siguiente (1970) fue nombrado director asistente de la Escuela de Teatro de la Universidad de Concepción. “Cuando había presentaciones del teatro universitario requisábamos todas las micros amarillas; esas las mandábamos a las poblaciones y traíamos a los pobladores gratis a ver las obras”, expone.

Una delegación de mineros del carbón lo llevó a Lota; consiguió –a duras penas- el permiso de Enacar y vivió una de sus experiencias más valoradas: la vida de un minero en túneles a kilómetros bajo el océano Pacífico. Una vez que la obra sobre ello estuvo lista, hicieron una gira hasta Chuquicamata y luego se presentaron en el Edificio Gabriela Mistral en la capital.

De regreso en Concepción, se puso a trabajar en el teatro de la Universidad Técnica del Estado, en donde hizo la adaptación de la novela indigenista ‘Huasipungo’, del escritor ecuatoriano Jorge Icaza; a la obra le pusieron ‘Defendamos nuestra tierra’, con la cual hicieron giras hacia el sur del país.

En 1972, fue nombrado relacionador público de la Ferbio (Feria del Biobío), oportunidad en que se fotografió con el Presidente Allende y su edecán naval, capitán Arturo Araya, quien posteriormente sería asesinado por un comando del ultraderechista ‘Patria y Libertad’.

A comienzos del año siguiente (1973), lo llamaron desde Arica para que fuera a crear el Área de Comunicación Escénica en la Universidad del Norte, que para ese entonces estaba controlada por el Partido Socialista (PS), quienes –sin solicitarlo- le entregaron un carné de militante.

Producido el golpe de Estado del 11 de septiembre, aquellas fotos con Allende se las pasó a Rosa Icarte, de la Escuela de Asistentes Sociales, y luego entró en la clandestinidad hasta agosto de 1974, manteniéndose oculto en la casa de la poeta Nana Gutiérrez. En ese momento, por intermedio del cónsul de Perú en Arica, logró tomar el tren hasta Tacna, no sin antes recibir una golpiza por parte de dos policías de Investigaciones de Chile.

TERCER ACTO: ‘TERRORISTA’

En Tacna se le encomendó crear el teatro de la Universidad Nacional, y con los jóvenes y miembros de la Federación de Estudiantes, se dedicaron a recorrer los “pueblos jóvenes” que rodeaban la ciudad, y teatralizaron las vivencias que les relataron los mismos pobladores. Debido a que en su habitación albergaba a ocho exiliados chilenos (ilegales) y que había comenzado a tener vínculos con el MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru), la policía le pidió que se fuera a Lima. Una vez ahí, una funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores le advirtió que pronto habría un golpe de Estado en ese país –que derrocaría al general progresista Velasco Alvarado-, por lo que mejor viajara a otra parte.

Llamó por teléfono a su amigo Víctor Villavicencio, director de la Escuela de Teatro de la Universidad Central de Quito, quien le dijo que de inmediato se fuera para Ecuador. Allá se quedó tres años, haciendo clases especiales en dicha universidad, gracias a lo cual trabajó con pueblos originarios de las montañas y de la Amazonia, así como con escolares de la costa. Con el fin del gobierno “nacionalista y revolucionario” del general Rodríguez Lara, la policía lo amenazó con que si no dejaba el país en cinco días lo deportarían a Chile. Visitando diferentes embajadas, en la de España el dijeron que había terminado la dictadura (1976) y que podía ir para allá.

Una vez en Madrid, un actor argentino que había conocido en Chile, le consiguió un empleo con obreros de una empresa eléctrica; y después fue a trabajar a los colegios mayores de la Universidad Complutense. Luego creó su propia compañía llamada “Nuestro Teatro”. “La primera obra que montamos –recuerda- fue una puesta en escena de gran envergadura: ‘Vida, fulgor y muerte de Joaquín Murieta’ de Pablo Neruda, que fue todo un éxito”.

Erich Schnake, dirigente de los “socialistas renovados” que habían sido apadrinados por Felipe González (quien apoyó a EUA y la Otan, y hoy día es el brazo derecho de Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo), lo llevó a trabajar al ayuntamiento de Leganés, en el que Schnake era secretario del alcalde. Debido a que Mix se negó a ingresar al partido, pues afirma que descubrió “cosas muy feas”, esos socialistas comenzaron, según él, a “hacerle la guerra”. “Erich Schnake me dijo, en chileno castizo: ‘a vo mirista conchetumadre te vamos a cagar’”, confidencia.

También conoció a un sacerdote llamado Bonifacio Borobia que le prestó un gran local en pleno centro de Madrid, parar hacer actividades culturales. Un día llegó Luisa Toledo, la madre de los hermanos Vergara, asesinados por carabineros en Santiago (1985), quien relató la situación en Chile ante miles de asistentes al galpón.

“Entonces –recuerda Mix- mis compatriotas socialistas, comunistas, radicales, me dijeron: ‘Cómo se te ocurre si esa vieja es la madre de unos terroristas’; yo les dije: ‘Mire compañero, primero que nada es una compatriota nuestra, una madre chilena a la que le han asesinado los hijos, ¿no es posible que no se den cuenta de eso?’ Y cuando vino el atentado al asqueroso ese que no quiero ni nombrar en el Cajón del Maipo (1986), me fueron rápidamente a preguntar qué opinaba; yo les respondí: ‘Siento mucho que no lo hayan ajusticiado’; desde ahí me terminaron de poner el letrero de terrorista”.

A continuación, lo llamaron a trabajar en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza, donde –afirma- comenzó a ser vigilado por la policía, quienes controlaban su correspondencia y llamados telefónicos, pues por su simpatía por el MIR lo estaban vinculando a la ETA. Heine Mix asegura que detrás de esta persecución estaban los socialistas ‘renovados’ chilenos. Incluso su hermano Rolando lo trató de “loco”. A esta campaña Mix atribuye el hecho de que a pesar de estar 14 años trabajando en España, nunca le quisieron dar la nacionalidad.

Luego del triunfo del No en el plebiscito de 1988, el maestro se dispuso a preparar su retorno. Recuerda que antes de irse a embarcar a Madrid (1990), sus amigos abogados del Cear (Centro Español de Ayuda al Refugiado); le advirtieron: “te vas a ir a un país donde el poder está en manos de la mediocridad”. A pesar de que fue detenido por la policía española en el aeropuerto de Barajas, logró embarcarse gracias a un inspector vasco que tenía buena relación con la gente del Cear.

CUARTO ACTO: EL INDIGENTE 8.623

El mejor regalo para su cumpleaños número 56 fue volver a Chile, en junio de 1990. Mix sabía que el retorno no sería fácil. Lo primero que hizo fue buscar a la gente del MIR, pero ese partido había sido duramente golpeado durante la dictadura y ahora se encontraba fragmentado y débil. Algunos ex militantes habían entrado en el PS y otros se transformaron en empresarios.

Mix asegura que sus familiares –uno de sus hermanos era un pastor evangélico- le cerraron las puertas y que sus antiguas amistades y compañeros no le ayudaron a conseguir trabajo.

Cuenta que muchos le recomendaban: “Cállate, no digas que fuiste de la Unidad Popular, olvídate, si todo eso ya no existe, se acabó”; pero que él replicaba: “por qué me voy a callar si eso es parte de mi vida, es mi historia; cómo me voy a negar a mí mismo”. “Y entonces –agrega- me dijeron que me iba a ir pésimo”.

En la primera Fiesta de los Abrazos, organizada por el Partido Comunista, en el Parque O’Higgins, un viejo conocido le propuso ingresar a esa organización política. “Al final entré al PC –reconoce-, pero me andaban vigilando, me sacaban fotos por adelante, por atrás, por un lado, por el otro, una cosa terrible de fea, hasta que los mandé a la cresta y me salí”.

El primer trabajo recién lo consiguió en 1992; y se lo encomendó el Estadio Español, para montar una obra a propósito de los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a América. Él propuso una adaptación de La Araucana, pero no aceptaron y al final hizo una de la tragicomedia de Calisto y Melibea, que es “La Celestina”.

Fue a Chillán donde un amigo que estaba trabajando de profesor mueblista en la cárcel; con ese contacto elaboró un proyecto para hacer teatro con los reos. El alcaide estaba muy entusiasmado, pero cambiaron al Director General de Gendarmería, pusieron a un militante del PS, y todo se acabó. “Ellos mismos (los socialistas) –indica- en Madrid me patearon hasta más no poder y al volver a Chile me han seguido pateando; me han tirado cualquier cantidad de mierda”.

A mediados de los años 90, cuando la “transición a la democracia” chilena ya mostraba su verdadero rostro, Heine Mix se vio solo y deprimido, viviendo de allegado en la comuna de La Florida. Por intermedio de la asistente social de la Municipalidad consiguió que le dieran una tarjeta de indigente, la Nº 8.623. Al tiempo, logró comprar una mediagua del Hogar de Cristo; “me costó un montón –reclama-; después no tenía dónde ponerla. Entonces una ex alumna mía, Silvia Madera, con su pareja que había sido un colega mío en la Universidad del Norte, Jorge Chávez, me consiguieron que me trajeran aquí, a Cartagena, en 1997”.

Una vez en el litorial, lo emplearon durante tres meses para que creara el departamento del adulto mayor en la municipalidad, y después conoció a la gente de la ONG Arcadia, quienes ocasionalmente le dan algún trabajo temporal. Sólo a partir del año 2000 recibe una pequeña pensión del Estado chileno por su calidad de “exonerado político”.

ÚLTIMO ACTO: “NO SE PIDE PERMISO PARA SER REBELDE”

Heine Mix opina que en Chile “no ha habido ninguna transición; no puede haberla mientras sigamos atados a la dictadura a través de esa mierda de Carta Fundamental; si transición significa pasar de un estado a otro, nosotros no la hemos tenido”.

Con respecto a los líderes de la Concertación, espetó: “no solo económicamente son sinvergüenzas sino que además políticamente han estado llevando al país hacia el fascismo. Es cosa de ver el enorme poder, autonomía y presupuesto que siguen teniendo las Fuerzas Armadas”. Y remacha: “nos hemos estado rigiendo desde Pinochet, y durante la Concertación, por el programa que ellos –Patria y Libertad, que era liderada por Pablo Rodríguez Grez– hicieron, el gran paso al fascismo; ese el programa que se ha puesto en práctica y que seguimos teniendo desde el punto de vista social, político y cultural”.

“Yo veo –continúa- que en Chile la gente está tan enajenada; han creado gente básica, preocupada del menudeo y de las necesidades fisiológicas; se gastan miles de millones en producir basura mediática para metérsela en la cabeza a la gente, que es capaz de gastarse lo que no tienen para ir a un recital o en el mall o supermercado, y que es, en su mayoría, discriminadora”.

Consultado sobre la manera de revertir esa tendencia, Mix cree que “los grandes intelectuales tendrían que empezar a plantear que esta situación que tenemos en el Chile actual no puede seguir, porque el que calla, otorga; porque si yo no protesto contra los hijos de puta esos que mataron al chico (Daniel) Zamudio, si yo no hablo, es como que los estoy aceptando, pero por ningún motivo lo puedo aceptar”.

En cuanto a la proliferación de movimientos ciudadanos en distintas partes de Chile, el maestro piensa que son valiosos, pero considera que corren el riesgo que ser cooptados por la “macuquería” de los partidos políticos. Sostiene que en nuestro país, la gente está domesticada, domeñada, y “no se puede hacer rebeldía cuando uno pide permiso para ser rebelde”.

Otra cosa que Heine Mix propugna es el combate a la cultura judeo cristiana, que a su juicio es la culpable de la pérdida de la libertad sexual y causante de múltiples desgracias; “para mí –comenta-, la violencia contra la mujer está en la base de la cultura cristiana, la cual, para poder dominar el mundo, tiene que emplear una cantidad de elementos atemorizantes, y la mayor parte de la gente cultiva esos temores, a lo mejor inconscientemente, pero lo hace”. Por eso aboga por la creación de una ‘ecclesia de los ateos’.

Heine Mix sabe que no es mucho el tiempo que le queda y por ello desea dejar todo listo antes de que baje el telón; quiere recuperar las fotos que se tomó con Allende; que no lo echen del terreno que ocupa hace 15 años; encontrarles un hogar a sus 16 perros, donar su cuerpo a la Facultad de Medicina de la UCh; recuperar la parte de la casa de sus padres que dejaron en la comuna de Santiago -para lo cual necesita la colaboración de un abogado-, y contribuir a la difusión de la cultura libertaria en Chile.

Por Cristian Sotomayor Demuth

Fotografías: Rodrigo Guerra

El Ciudadano Nº126, primera quincena junio 2012


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