Sigue la incertidumbre en España para formar un Gobierno estable, tras las elecciones del 20 de diciembre. La semana pasada el presidente en funciones, Mariano Rajoy (Partido Popular), rechazó la invitación del rey Felipe VI para presentarse como candidato a la investidura por falta de apoyos. Una negativa que desde Podemos aprovecharon rápidamente para mover ficha y proponer la formación de un Gobierno de izquierdas.
Fue así como el líder de la formación, Pablo Iglesias, lanzó un guante al secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, para impulsar un Ejecutivo “del cambio” que tenga una composición proporcional al resultado que los partidos tuvieron en las elecciones. Eso se traduciría en que “al menos la mitad” de los ministros y “por supuesto la vicepresidencia” sean para Podemos e Izquierda Unida porque, dicen, “la garantía” de que haya cambios es que entren a gobernar “equipos de personas que introduzcan savia nueva en los aparatos del Estado”.
La propuesta de Iglesias disparó las alarmas de los populares y también de los sectores más reaccionarios del partido socialista, que consideran que este acuerdo sería contraproducente para el partido y para la estabilidad del país. Las élites socialistas presionan para que sus 90 diputados faciliten un gobierno en minoría del Partido Popular a cambio de un reforma constitucional. Si la estrategia fracasa, nada más que plantear: directo a nuevas elecciones.
No sólo en España se sienten los temores a un gobierno de izquierdas constituido bajo las riendas de Podemos. Berlín y París esperan inquietas cuál será el rumbo que tomarán las negociaciones en este país del sur de Europa.
Las opciones para los socialistas, entonces, se concretan en una salida o a la portuguesa, a través del pacto de izquierdas, o bien a la alemana, mediante una gran coalición con la derecha, con más o menos compromiso. El grado más bajo se limitaría a una abstención para facilitar la investidura y a algunos acuerdos puntuales; en cambio, el más alto pasaría por formar un gran pacto de Estado con miras a reformar la Constitución.
Una opción que podría facilitar este gran pacto sería la retirada del actual líder de los populares, Mariano Rajoy, y su sustitución por una figura de consenso que presidiera un nuevo Ejecutivo encargado de llevar a cabo una insípida reforma estructural: cambiar algo para no cambiar nada.
Los nacionalistas, imprescindibles
La aritmética que se desprende de los comicios, sin embargo, exige que el pacto de izquierdas sea más amplio. La única alternativa al conservadurismo del Partido Popular pasa inevitablemente no sólo por un pacto entre Podemos y el PSOE, sino que también necesitaría los apoyos de los nacionalistas vascos y catalanes.
El Congreso español tiene 350 diputados. Para investir al presidente se necesita una mayoría absoluta en primera vuelta y una simple en la segunda.
Los votos de los diputados del partido popular más los de Ciudadanos, la nueva derecha española, suman un total de 163. Por otra parte, los votos del PSOE, Podemos –con sus confluencias territoriales– e Izquierda Unida (ahora llamado Unidad Popular) suman 161. Así, un hipotético gobierno de izquierdas necesitaría votos favorables y/o abstenciones de otras fuerzas políticas de la Cámara: Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Democracia y Llibertat (antes los liberales catalanes de Convergència Democràtica de Catalunya), Partido Nacionalista Vasco, Bildu (izquierda vasca) y Coalición Canaria.
Los socialistas necesitan sí o sí llegar a un acuerdo con las fuerzas que consideran “separatistas” si quieren que las negociaciones con Podemos lleguen a alguna parte. Y es en este escenario donde toma protagonismo el referéndum de independencia para Cataluña.
Mientras que Podemos aseguró que lo va a “defender con firmeza”, aunque no lo considera “una línea roja”, el PSOE reiteró hoy mismo que no buscará nunca “el apoyo de los independentistas” porque su objetivo no es gobernar a cualquier precio.
Esta semana el rey Felipe VI iniciará la segunda ronda de contactos para proponer un candidato a la investidura. Si Pedro Sánchez es una de las opciones elegidas por el monarca, los socialistas tendrán que llegar a la sesión con los deberes hechos: acuerdos cerrados tanto con Podemos como con los nacionalistas. Si eso no ocurre, el escenario que se dibuja en España empuja cada vez más hacia una nueva convocatoria electoral el próximo mes de marzo.
Meritxell Freixas