Aún en una época cuando todas las acciones que se emprenden vienen precedidas por un cálculo utilitario, y cuando la vida del espíritu se busca en la embriaguez multimediática y la exaltación del instante presente en el rastreo constante de satisfactores automáticos, un quehacer se mantiene en pie en beneficio de la imaginación, el pensamiento divergente, así como la resistencia ante los dogmas que, como una pantalla aceitosa, enturbian la mirada y oxidan la cerradura que abre las puertas de la percepción. Es la poesía la llave a que nos referimos.
La poesía, como advertía Mario Benedetti, es el tuerto de la literatura; ese tuerto que, a veces por el ojo izquierdo, a veces por el ojo derecho, pero ve, acto tabú y gesto herético en el reino de los ciegos; ese tuerto que detenta la capacidad de capturar en la palabra configuraciones escurridizas, pero con el potencial de ampliar el mapa de la conciencia y proponer una mejor forma de habitar el mundo. Un tuerto retador, cuyas interpelaciones no siempre son complacientes ni aterciopeladas, capaz de asestarnos dolorosas, pero esclarecedoras zancadillas cuando nos hemos apoltronado en una certidumbre tranquilizadora, hipnótica y esclerótica.
Desde 1999, el 21 de marzo se celebra –por decreto de la UNESCO– el Día Internacional de la Poesía.
A continuación, El Ciudadano México propone a tres voces recientes cuyas resonancias ya estremecen las letras poblanas, propagando ondas de choque en la retícula de la cultura mexicana y de Latinoamérica.
Estephani Granda Lamadrid
Voz de la desesperanza, que registra los matices más lúgubres del encuentro y el desencuentro amoroso, así como las tormentas ácidas que amenazan durante la solitaria exploración interior. Su mirada no tiembla ante la estampa abyecta, pero tampoco pasa por alto el instante en que una convergencia armoniosa se triangula frente a ella. Sus cavilaciones se presentan ensambladas en una prosodia equilibrada, cuya lectura evoca en el oído de la mente una voz que murmura desde una tristeza inagotable.
Granda Lamadrid es primera mención en el Concurso Nacional de Poesía El Laberinto 2007; segundo lugar en el Concurso Nacional de Poesía Enrique González Rojo 2008. Obtuvo el tercer lugar en el Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero 2008, Primer Lugar en la categoría de poesía del Premio Filosofía y Letras BUAP 2013 y Segundo Lugar en Premio Nacional al Estudiante Universitario 2020, categoría José Emilio Pacheco (Poesía). El poema “Cántico iniciático” ganó su inclusión en la novela gótica Sangre, de la española Clara Peñalver (editorial El páramo, 2010). Entre sus libros publicados se encuentran Casa de navajas (VO, 2009), Silencios de agua (IMC, 2009) y Pasíphae (HondaNómada, 2013), Amarga y otros retratos (Sikore, 2015), Catastro [Cuerpo en debandada] (La Cosa Escrita, 2015). Ha aparecido en numerosas antologías. Se desempeña también como editora independiente, rubro en el que trabaja por visibilizar a otros poetas. Además, es grabadora y escultora.
A continuación, El Ciudadano México presenta a manera de primicia un fragmento de «Ciudad para (nos)otros», merecedor por unanimidad del segundo lugar en el Premio Nacional al Estudiante Universitario 2020, categoría José Emilio Pacheco, organizado por la UV.
Ciudad para (nos)otros
(Fragmento)
[Yo]
Tengo que dejarte Descansando Durmiendo la siesta de 20 años hasta que yo caiga Tengo que dejarte Desprenderme de las palabras Desgarrarme de la mala hierba Dejarte lejos de mi mano Soltarte Limpiar mi cuerpo de tus aceites Dejarte dentro de la casa que me inventaron Herencia de mi madre y de la madre de mi madre Dejar un hueco en la pared En un cielo adormecido Entre dorados barrotes tengo que abandonarte Porque el miedo de otros ojos sobre los míos me calla la boca Tengo que dejarme Tengo que alejarte.
[El otro]
Este cuerpo se desmorona Sobrevienen entonces las aguas que desconoces Se abre –herida de parto- sobre la piel agrietada La retícula sobre los ojos que se desplaza en forma incierta no desaparece Un péndulo dentro del cuerpo se desprende de la hoguera Y de las cosas que incendian las rama de los viejos árboles [Pero también hay cosas que desaparecen con el ritmo de las tormentas: los truenos y la fuerza] Ahora te conozco: Débil relámpago: Extraña luz que dibuja desde los ventanales crisoles que no contienen más los músculos Ni los días Ni los ojos
[Ella]
Vuelvo a la noche en que fui parida con la sangre de todos nosotros A tu cuerpo-tinta sobre el algodón oscurecido que soy Vuelvo seccionando toda palabra y su construcción sobre el mar Para destruir la costumbre y los emblemas La marca de la vida en la piel destruida Para ejecutar lentamente la noche
Ángel Moisés Rojas
La indagación poética de Moisés Rojas se dilata en el campo del erotismo. En su poesía, la vida se desflora en el encuentro pasional con el otro, en la percepción atenta de los cuerpos como milagros naturales que instigan la admiración y el deseo. La libido es en sus poemas como un reactor nuclear alrededor del cual se centrifugan y electrizan los distintos módulos de la vida; la pulsión sexual lo invita al último vagón del metro y lo transporta por túneles de taquicardia y cavernas inundadas donde las lenguas chasquean y hasta las braguetas más herméticas dan la bienvenida, por unos instantes, a la mano anónima.
Su verso se beneficia del juego polisémico a partir del intercalado en las palabras de partículas entre paréntesis, abriendo nuevas avenidas de significado y proponiendo juegos de oposición semántica. Elementos mitológicos consolidan algunos de sus poemas, adscribiéndolos a un canon que abrazan a la vez que desafían.
Ángel Moisés ha publicado Humo de mis masturbaciones (Cisnegro. Lectores de alto riesgo, 2019), La pel(h)ambre (Ediciones Ají, 2019) y Un comienzo desde blanco (Sikore Ediciones, 2017), además de formar parte de diversas antologías. En su faceta de comunicador, ha conducido los programas Trashumantes (2018), LectorEs (2019) y Ficha poética (2020).
Quiero de ti
la habitación donde la cama nos abrace
la coyuntura del libro que tu vista desdibuja
Quiero de ti
la cadencia de palpar tus rizos
mientras el agua nos recorre
tibia la tarde
De durazno
desnudez mordernos
cuando separo de ti un trozo de tu carne
Sin tu pedirlo
Buscándote el lunar
como pretexto a detener mi vida
en la rotonda de tu prado
Quiero no terminar nunca de recorrer
aquel gozo de plantas en color cristal
de sonar mi lengua contigo cada vez
que el eco de lo negro vuelva
Silvar
silva
silv
sil
si
s
De. Moebius, 2011
El sonido feroz de un comienzo desde blanco
Voy por la espalda del mundo
en la oscuridad
a sumergirme.
Meto la mano a tu pantalón,
mientras me entregas el sonar de los testículos
pues sabemos
que cada uno de nosotros
nos agarramos de ellos.
Me aprieto uno,
luego el otro,
gimo.
Me cierro los ojos para respirar profundo.
Jalarnos de dios Priamo.
Ay, ay, ay, de mí.
Mejor me rasco.
Me llevo la mano a la nariz para oler el mundo,
para responderme
que la vida es aquel olor.
Bragueta abierta como la cantina de ayer.
Acaso no es lo dicho, lo heredado.
Impertérrito deambulo
con el sudor en ciernes,
raído por dentro
como aquella herida que degusto.
Jadeo que me sabe a reconciliación.
El sonido feroz de un comienzo desde blanco.
De Un comienzo desde blanco, 2017.